Abastos: el todo en uno

J.M.
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Los vecinos del Casco recurren al mercado para aprovisionarse de alimentos para muchos días. «Ya nos iba faltando y he tenido que salir», decía un cliente con una compra para 15 días

Abastos: el todo en uno - Foto: Yolanda Lancha

Andrés, que frisa los 70 años, se maneja sin mascarilla, pero se le ve apresurado, con ganas de resolver el trámite de ir a la compra. Lleva un carro cargado, como abundan ahora en las colas de las tiendas y los supermercados. En el interior, el aprovisionamiento para muchos días; tantos, que necesita ayuda para bajar las escaleras y salir del mercado de abastos, cuyos negocios de pescadería, carnicería y frutería, así como el supermercado, están abiertos desde el decreto del Estado de Alarma. «Compramos para toda la semana. Siempre he comprado a diario porque vivo muy cerca, pero ahora compro para 15 días», aseguraba ayer a este diario con aparentes ganas de abreviar la conversación.

Este vecino del Casco cargó con «un poco de todo», una posibilidad inherente a los mercados de abastos. «Ya nos iba faltando porque compré cuando empezó el confinamiento este y no he tenido más remedio que salir», afirma este hombre de 69 años, quien teme más el contagio del virus por una hermana suya de 90 años que vive en su casa. Y apostilla: «Así estamos, hijo».

Los clientes habituales del mercado de abastos comprobaron el día 16 que el Estado de Alarma por la expansión del coronavirus había cambiado plenamente la vida de toda España cuando pasaron por la plaza Mayor, junto al Teatro de Rojas, y observaron una fila de clientes, convenientemente separados al menos porun metro de distancia, que alcanzaba hasta la mitad de la calle Tornerías.

Gonzalo Pérez, responsable de tienda del supermercado, subraya que abastecen principalmente a clientes del Casco Histórico, que cargan con compras más voluminosas desde el primer día del Estado de Alarma, pero paulatinamente se ha ido «normalizando». No obstante, sí señala que la mayoría opta por multiplicar las unidades de productos como las conservas. «Siempre es un poquito más», indica este trabajador, quien hace hincapié en que no ha habido problema de desabastecimiento.

 «No estamos acostumbrados a la protección y a la distancia de seguridad, a lo que nos están diciendo que tenemos que hacer, pero todo es poco, desde luego», reflexiona sobre el cambio de comportamientos advertidos desde el decreto.

Bea Tobar espera junto a la escalinata del Teatro de Rojas el turno para entrar en el mercado de abastos y tiene en mente hacer la compra para una semana. No acostumbra a recurrir a este edificio que flanquea el Teatro de Rojas, pero la posibilidad de cargar con todo lo necesario para el encierro de una tacada ha alterado el hábito. «Tengo una nevera de hotel, no puedo comprar mucho tampoco», detalla esta joven que optar por congelar incluso el pan para no tener que salir a la calle. «Suelo comprar cosas en conserva», apunta. Entre los cambios, echar a la bolsa más cantidad de verdura para colmar las cenas y prescindir de antojos, más aún durante estas semanas en las que está prohibido hacer deporte en la calle y están cerrados todos los gimnasios. «Es lo que tiene la cuarentena, que te da por aburrirte y comes de todo, menos sano», bromea esta aficionada al chocolate «con cuarentena y sin ella».

y también para su madre. Raquel, quien vive con su pareja y su hijo, reside también en el Casco Histórico y prevé que tendrá que volver a la compra el sábado o el domingo, aunque la compra iba a contener un surtido de verduras, frutas, carne y pescados. Sin conservas. «Estoy comprando como siempre», señala.

No obstante, esta clienta habitual del mercado de abastos, el más cercano a su domicilio, arrastraba un carro porque iba a proveer también a su madre, quien necesita ayuda por su edad. «No puede salir, y parte de lo que compro se lo llevo», asevera esta mujer, quien alude al gerundio recurrente de estos días. «Estamos resistiendo», dice entre risas sobre el encierro en las casas. Y añade a continuación, a punto de entrar al mercado: «Estoy un poco resignada porque a esto no te acostumbras».