Brisa mediterránea en la Catedral Primada

ana maría jara*
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El Coro de Niños Cantores de Viena inauguró la VII edición del Festival El Greco en Toledo con un programa en elque se incluían piezas sacras polifónicas y obras de la tradición de pueblos hermanados por el Mar Mediterráneo

Brisa mediterránea en la Catedral Primada

ana maría jara* / toledo

Expectación por el concierto y con la emoción de los comienzos. El primer concierto de la nueva temporada del Festival El Greco fue acogido con ferviente interés por un público que esperaba disfrutar de la tradición y el prestigio del Coro de Niños Cantores de Viena. Toledo y su Catedral Primada se encuentran vinculados también al joven talento musical gracias a sus seises cuya tradición se remonta a mediados del siglo XV, décadas después se establecerían en Viena los Cantores. Ambas agrupaciones comparten la responsabilidad de ser embajadores de sus ciudades, cuyo legado dben mantener vivo a través de sus voces angelicales. Porque esa es la sensación al escuchar también al Coro de Cantores, bondad e inocencia. Se pueden entender los textos de alabanza y gloria divina traducidos en sus voces en mensajes de hermandad, espíritu de concordia con el que se planteó el concierto.

En la primera parte del concierto el repertorio incluía obras representativas de la agrupación con re-ferencias renacentistas y litúrgicas que la Catedral asume con naturalidad. El director, el italiano Manolo Cagnin, supo mostrar las indicaciones de manera contundente y los Cantores fueron adap-tándose a las exigencias del entorno. Cuidados finales en los que se respetaban las condiciones de resonancia del espacio, tempos bien seleccionados y un empaste propio de un grupo que actúa con profesionalidad y esmero en cada sílaba, fueron los detalles predominantes del concierto.

Sorprendente fue la primera pieza, un texto alemán medieval que el director de la agrupación Gerald Wirth creó especialmente para el coro. Fuerza medieval actualizada con piano y percusión. Una propuesta arriesgada e interesante que dio lugar a obras de contenido religioso como el emocionante motete de Lodovico da Viadana y el imprescindible Tomas Luis de Victoria. Con sus ‘Tenebrae’ el primer verso sonó profundo en una obra que demostró la versatilidad del grupo que supo crear un clima de recogimiento incluso en los sonidos agudos que fueron delicados y bien matizados.

Conforme avanzaba el programa el Coro fue creciendo en expresividad encontrándose cómodo en el ‘Regina Coeli’ de Johannes Brahms. Concluía la primera parte con un arreglo de Wirth sobre texto de místico hindú Kabir, ‘Paz interior’, que comenzó con un susurro, creando después un in-teresante juego de texturas y superposiciones sonoras. Le siguió ‘Muerte y amor’ de Raoul Gehrin-ger, autor recientemente fallecido quien adaptó un texto bíblico transformándolo en un diálogo musical que incluiría disonancias y contrastes. Fuimos al descanso después de conocer un bello ‘Ave María’ de Franz Biebl, también compositor del siglo XX que mostró una pieza plena con tintes de novedad y tradición, lo que representa también el Coro de Cantores.

La segunda parte fue la que dio título al concierto. Es de agradecer que se escuchara el Romance del Conde Claros, melodía rescatada por Francisco Salinas en su tratado de 1577, referencia literaria que se encuentra insinuado en el Quijote, que en el arreglo de Wirth adquirió sonoridades actuales. Quizá en obras renacentistas el uso del piano se podría cuestionar, aunque en el planteamiento glo-bal del concierto se entendió la propuesta. Acertada la incorporación al programa de ‘Wasserfahrt’ de Felix Mendelssohny texto de Heinrich Heine, que permitió imaginar el balanceo de las olas en una obra inspiradora y tranquila. Divertido fue el madrigal de Adriano Banchieri, en su ‘Contrap-punto bestiale alle mente’ pudimos ver la alegría de esos niños que se divirtieron imitando animales como el cuco, el perro y el gato. A continuación, las piezas de la tradición de Croacia, Grecia, Líbano y Argelia. Se incorporaron instrumentos como el acordeón que generaban el ambiente propicio. Son obras íntimamente vinculadas a cada pueblo, bien adaptadas al coro. En hebreo sonó la oración creada por la compositora israelí Nurit Hirsh demostrando que las raíces son compartidas a través del Mediterráneo. Finalizó el concierto ‘Amazing Grace’ de John Newton que permitió que el público cantuseara haciendo que el mensaje integrador del concierto se hiciera evidente.

Fue un concierto bello, que ofreció el mensaje de unir fronteras, aunar esfuerzos y eso también forma parte del espíritu del Festival. Se inició la nueva edición mostrando la hermandad existente entre los Cantores de Viena y una institución querida de Toledo como son sus seises, una prueba más de que la ciudad abre sus puertas a la cultura integrando modernidad y tradición.

*Ana Mª Jara es musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de Toledo