Roca y el rey triunfan en el Milagro

Dominguín
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Gran corrida de toros que levantó mucha expectación de público y al final dejó un sabor agridulce. Se vieron momentos de lucidez de Morante, buen concepto de Castella y ambición de Roca Rey

Triunfal salida a hombros de Roca Rey en la corrida del Milagro. - Foto: Dominguín

Horas antes del comienzo de la corrida Illescas era un hervidero, hace meses que no quedaba un sitio libre para comer y todo ello es debido al milagro conseguido por Maximino Pérez en la Feria del Milagro. El cartel más rematado de los últimos años hizo que hace un mes y medio se agotase el papel y con ello se generase una gran expectación inusual a principio de temporada. Los aledaños de la plaza eran un ir y venir de gente guapa, aficionados de toda parte de España y un sinfín de famosos que ya tienen por habitual el asistir a la corrida de marzo en Illescas.

Minutos antes de que se abriese la plaza de toros, un runrún nos llegaba con la posible asistencia del Rey emérito don Juan Carlos. Y así fue. Revuelos en la entrada del tendido dos para recibir al que fue Rey de España y a su hija Elena de Borbón, que a su entrada al coso hizo que sonase el himno nacional entre un baño de aplausos y ovaciones hasta que se situó en su barrera.

La cómoda plaza hizo que a la hora puntual todo el público estuviera en sus asientos y sonasen los clarines que anunciaban la salida del alguacilillo. Como si la salida de un santo en procesión se tratase, la gente puesta en pie recibió a los tres espadas, mientras cruzaban parsimoniosos el cuidado albero illescano. En cuanto al resultado del festejo, solo el peruano Andrés Roca Rey pudo salir en volandas del coso, pero sus compañeros pusieron empeño y ganas que echaron por tierra los astados de José Vázquez.

Morante de la Puebla se abrió de capa en el primero de la tarde, con suavidad y cadencia fue tejiendo un recibo capotero rematándolo con una media ajustada. Los tendidos querían que el sevillano destapase su tarro de las esencias y así fue, un comienzo con la muleta por bajo y encajado puso a los asistentes de acuerdo. El trasteo fue a más, con series encajadas con gusto y dulzura, que hacían que el burel se enroscase una y otra vez a su cintura. La magia de Morante volvió a Illescas, donde existe un idilio que se va perpetuando con el tiempo. Acabó su faena con una casi entera que le valió para cortar su única oreja de la tarde. En el cuarto no tuvo fortuna y abrevió.

El francés Sebastián Castella, que entró por la vía de la sustitución, puso ganas en sus dos faenas, teniendo más calado en el respetable la realizada al quinto de la tarde, donde empezó de manera soberbia y luego la remató cortando una oreja.

El novel del cartel, el peruano Roca Rey, trae aureola de figura y a la gente le agrada todo aquello que hace en la plaza. Desde que desplegó el capote, todo fueron parabienes para Roca, que se metió de salida al público en el bolsillo. El toro de José Vázquez, el mejor del festejo, fue una máquina de embestir, iba y venía una y otra vez por ambos pitones, llevándolo el torero cosido a su pañosa en derechazos y naturales.

Se tiró a matar con fe y decisión, saliendo trastabillado del encuentro, pidiéndole el público las dos orejas que la presidencia le concedió. En el que cerró plaza poco o nada pudo hacer. Un animal dañado de una pata, que incomprensiblemente el presidente no devolvió a los corrales, le dejó la única posibilidad de justificarse con decoro ante el castaño, que cerraba la corrida del Milagro.