Torija recibe sepultura en Ciudad Real ante mil asistentes

Pilar Muñoz - Ciudad Real
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El obispo Gerardo Melgar afirma que la Diócesis fue bendecida con la vida y pastoreo de su antecesor

Torija recibe sepultura en Ciudad Real ante un millar de asistentes - Foto: Rueda Villaverde

Rafael Torija de la Fuente fue un obispo cercano, respetado y querido por los feligreses como quedó de manifiesto en la misa exequial celebrada ayer en la Catedral Prioral de Santa María del Prado de Ciudad Real con la asistencia de un millar de personas, entre ellas, Pedro de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria y presidente del Real Consejo de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, y representantes de la vida política, militar y social de Ciudad Real.

Monseñor Torija reposa ya a los  pies del Altar Mayor de la Basílica Catedral de Ciudad Real, cuya Diócesis puso en marcha y de la que fue pastor 27 años, desde 1976 a 2003, que presentó su renuncia por edad. Los restos mortales de Rafael Torija recibieron sepultura tras la misa funeral oficiada por el obispo prior de Ciudad Real, Gerardo Melgar, y concelebrada por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, y siete prelados, entre ellos el emérito Antonio Algora. La eucaristía por el eterno descanso del obispo Rafael Torija comenzó a las once de la mañana, después de que más de un centenar de sacerdotes ocuparan su lugar en el presbiterio y otros en los primeros bancos donde también se situaron familiares del prelado fallecido y las autoridades civiles y militares. 

La liturgia, presidida por el color de la Cuaresma, se inició con el traslado del féretro, portado por seis presbíteros, desde la capilla del Sagrario hasta los pies del templo por el segundo pasillo de la nave acompañado por el obispo prior, los obispos concelebrantes, el Colegio de Consultores y el Cabildo de la Catedral. Tras encender el cirio pascual, sobre el féretro fueron colocando la casulla, la estola, el báculo y el evangelario, «vestiduras de fiesta», es decir revestido de gloria. Un rito ceremonioso que fue seguido en silencio y cierta curiosidad, habida cuenta de que se celebraba la primera misa exequial del primer obispo de la Diócesis que iba a recibir sepultura en la Catedral Prioral mirando al pueblo.

Bendecida por su pastoreo. Monseñor Gerardo Melgar tras leer varios fragmentos del testamento de Torija dirigido a los pastores y fieles de la Iglesia, destacó en su plática que Rafael Torija «fue un gran regalo de Dios para la Diócesis de Ciudad Real. Con sus gestos y palabras dejó siempre traslucir el amor de Dios a la Iglesia». Esta Diócesis, añadió el prelado, ha sido «bendecida con la vida y el pastoreo» de Torija. Por ello, ayer en las exequias Melgar agradeció a Dios el regalo de la persona, de su ministerio sacerdotal y episcopal. 

Melgar recordó en la homilía que   el obispo Rafael Torija siempre destacó por estar al lado de los que más le necesitaban y por tratar de ayudar a la gente y buscar solución a sus problemas. Llegado a este punto, Melgar recordó que la palabra de Dios que «alimenta la fe»y «robustece la esperanza» es también «bálsamo para todos los que hoy sentimos su muerte, su familia, sus hermanos sacerdotes y fieles».  Tras aludir al Evangelio, la Carta de los Romanos, dijo: « ...en la vida y en la muerte somos del Señor». Melgar exhortó a los asistentes a pedir perdón por los fallos humanos que pudiera haber tenido y poco después procedió a bendecir el féretro que recuerda el bautismo, y purificar con el incienso, antes de proceder a descubrir el hueco de la sepultura donde fueron inhumados los restos mortales de monseñor Torija enmedio de una gran expectación.