Nueva jornada histórica en la Cámara de los Comunes británica tras la votación del pasado miércoles sobre una posible salida a las bravas del Reino Unido de la UE, petición que fue rechazada por tan solo cuatro votos.  

En una sesión igualmente intensa, el Parlamento apoyó ayer por 412 votos frente a 202 pedir a la Unión Europea que se retrase la fecha para la salida de Londres del bloque comunitario, fijada para el 29 de marzo próximo.

En la enmienda, el Gobierno se compromete a intentar acordar con la UE una extensión corta, fijando como nueva fecha límite el 30 de junio. Para ello, pone como condición a los diputados que para el próximo miércoles hayan aprobado el acuerdo del Brexit. 

Si la sede legislativa insiste en rechazar dicho acuerdo, entonces el Ejecutivo de May procurará conseguir de la UE una prórroga larga. Pero en ese caso, Downing Street alerta que el Reino Unido tendrá que celebrar las elecciones europeas del próximo 26 de mayo. 

Por eso, la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, quiere someter su tratado para la salida de la UE a votación por tercera vez seguramente el próximo martes.

La premier espera convencer en los próximos días a sus colegas conservadores euroescépticos y a sus socios parlamentarios del Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte de que respalden su pacto en lugar de arriesgarse a que, con la prórroga, no llegue a producirse el ansiado divorcio.

Sin embargo, la Cámara de los Comunes se ha negado hasta en dos ocasiones -el 15 de enero y el 12 de marzo- a aprobar el acuerdo del Brexit negociado con Bruselas. 

Para evitar esta nueva posibilidad, la primera ministra avisó a sus señorías de que las opciones son limitadas: aprobar el acuerdo actual, intentar renegociar otro distinto o cancelar directamente el Brexit