El asombroso caso del niño toledano con dos cabezas en 1547

José García Cano
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Los documentos hablan de «una aberración de la naturaleza» y ante el alboroto que causó aquel niño, el mismísimo arzobispo Juan Martínez Silíceo que gobernaba la diócesis toledana en aquellos momentos, se interesó por el caso

Figura de la mujer con dos cabezas. - Foto: Semanario Pintoresco Español/ Biblioteca Nacional

Un 20 de diciembre de 1547 nos cuentan las crónicas como nació un niño en Toledo con dos cabezas, un solo cuerpo y cuatro piernas. Hoy la medicina puede explicar y razonar como la naturaleza de vez en cuando nos sorprende con nacimientos así de especiales y a la vez sorprendentes. Pero los toledanos de aquel siglo XVI seguro que vieron con otros ojos a ese pequeño -que por cierto nació muerto- cuyo alumbramiento se produjo muy cerca de la puerta de Perpiñán, que estaría ubicada en el actual espacio del palacio de congresos y del Miradero. Los documentos hablan de «una aberración de la naturaleza» y ante el alboroto que causó aquel niño, el mismísimo arzobispo Juan Martínez Silíceo que gobernaba la diócesis toledana en aquellos momentos, se interesó por el caso, llegando a mostrar el cuerpo sin vida de la criatura a las hijas del rey que se encontraban en Toledo en aquellos momentos. Echando la vista atrás encontramos más casos similares, como aquel sucedido a finales del siglo V en Italia, en época del papado de San Simplicio. Se cuenta que en la región de la Toscana se vieron volar por el aire «muchos monstruos y se eclipsó el sol de suerte, que era menester encender las luces en las casas»; también parece ser que llovió sangre y leche, y además nació un niño con dos cabezas, hecho que asombró a toda Italia por lo extraño del suceso. 

Existe un documento llamado Relación verdadera y caso prodigioso y raro…, conservado en la Biblioteca Nacional, en el que se cuenta lo sucedido en la corte de Madrid el 14 de mayo de 1688, fecha en la cual nació una criatura que presentaba a simple vista tanto el sexo femenino como el masculino, tratándose a simple vista de un caso de hermafroditismo, aunque analizando el caso encontramos algunos datos sorprendentes. Parece ser que los genitales de niña los tenía correctamente ubicados en su sitio, pero los genitales masculinos se hallaban nada más y nada menos que en la cabeza, concretamente en mitad de la frente, hecho curiosísimo al que se sumaba la falta de ojos y narices, ya que tenía todo el rostro cubierto de carne. Tenía en su boca tres grandes dientes y seis dedos en cada mano; en una de las orejas tenía dos agujeros por donde parece ser que resollaba. Sus padres se llamaron Miguel Díez y su madre Antonia Isidra y vivían en un callejón junto a la madrileña calle de Alcalá. En este mismo documento se habla de otro extraño caso sucedido en Toledo, pero esta vez a un animal. Se trataba de una cerda que parió dos marranitos pegados ambos por las espaldas, los cuales vivieron más de dos años, sucediendo que cuando andaba uno, el otro iba encima con los pies hacia arriba, cosa extraña también, que vieron y presenciaron cientos de toledanos hace 333 años. Otro caso más reciente lo tenemos en la localidad ciudadrealeña de Santa Cruz de Mudela donde en 1858 se constata el envío al gabinete anatómico de la Facultad de Medicina de Madrid de un feto que tenía cuatro orejas, cuatro brazos y cuatro piernas, que había nacido días antes en aquella población. 

Recordemos que a nivel médico y científico este tipo de nacimientos era considerados como aberraciones de la naturaleza. Desgraciadamente a nivel histórico las personas que nacían con algunas deficiencias no recibían el trato que merecían ni la consideración social de sus contemporáneos. Otro ejemplo lo tenemos en los enfermos mentales que afortunadamente en la ciudad de Toledo al menos contaron con un centro u hospital dedicado expresamente a ellos, como fue el Hospital de Inocentes o del Nuncio, fundado en 1483 por don Francisco Ortiz, siendo el sexto hospital creado en España dedicado a este tipo de enfermedades. Toledo y toda su provincia contaron con decenas de hospitales que durante siglos se ocuparon de la asistencia a enfermos, convalecientes y peregrinos. La mayor parte de estas fundaciones quedaron olvidadas a partir del siglo XIX con las leyes desamortizadoras que cerraron una buena parte de estas instituciones, la mayoría creadas por patronatos o fundaciones privadas y con escasas rentas.