El riesgo de convertir el dolor en espectáculo

Agencias-SPC
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El documental en el que Rocío Carrasco asegura que fue víctima de maltrato psicológico por parte de su expareja genera tantos apoyos como críticas por relatarlo en televisión

El programa llegó a congregar en el minuto más visto a 5,5 millones de espectadores.

El pasado domingo, una mujer famosa, Rocío Carrasco, narró en televisión que había sido víctima de violencia de género, un testimonio seguido por millones de personas en prime time que ha abierto un debate complejo sobre la credibilidad de las víctimas, la responsabilidad de los medios, la espectacularización del dolor y la existencia de juicios paralelos.

En Rocío, contar la verdad para seguir viva, la hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco contó episodios de maltrato psicológico por parte de su expareja Antonio David Flores, unas declaraciones que llevaron a Mediaset a romper su contrato con él -que ha sido colaborador de Telecinco durante años- y generaron una ola de apoyo con la protagonista a la que se unió la ministra de Igualdad, Irene Montero.

«Tanto el testimonio como esos altísimos niveles de audiencia justifican que para el Ministerio de Igualdad y para mí como ministra sea una obligación estar ahí. (...) Estar ahí siempre que una mujer se atreve a dar el paso de denunciar una situación de violencia machista (...) y porque hay miles de mujeres que pueden sentirse identificadas por primera vez con su relato», mantuvo Montero en Sálvame.

El programa tuvo un 33,2 por ciento de cuota de pantalla, con más de 20 puntos de distancia de la segunda opción, y llegó a congregar en un minuto a 5,5 millones de espectadores.

La periodista experta en género Noemí López Trujillo reconoce que el hecho de que se haya emitido en Telecinco «hace que llegue a mucha gente» y eso puede servir para que víctimas de distintas generaciones y estratos socioculturales se sientan reflejadas.

Así, aunque cuestiona el tratamiento informativo de la cadena, que no le parece el más adecuado, considera que no hay que ser más críticos con el espacio por el hecho de que sea de ese canal: «Ojo con que tengamos un chivo expiatorio con el que sentirnos mejores personas», advierte.

Esta informadora enfatiza el riesgo de espectacularización del contenido de la entrevista, aunque cree que se puede valorar lo que ha hecho Carrasco sin dejar de ser críticos con el canal. «El público sabe que Telecinco ha hecho grandes barbaridades», continúa, y aunque se pueda desconfiar de las intenciones de la cadena, «no deja de ser significativo que se apunte a esta ola del movimiento feminista a través de este relato, que lleve historias que han ocupado lugares más académicos o institucionales a lugares más informales».

Recuerda así la periodista a Ana Orantes y a Nevenka Fernández y pone el acento en el potencial de la televisión «como el último medio al que acudir cuando ya no puedes más»: «Carrasco es consciente del riesgo de revictimización, de que va a ser pernicioso para ella (...) pero contarlo en televisión es una forma de redimirte contigo misma, con tus hijos frente al relato que han construido de ti».

Por su parte, el catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad José Miguel Contreras destaca que la televisión tiene la gran ventaja de su poder de expansión y de influencia y, por tanto, permite que se trate con gran impacto cualquier tema de interés social.

«La posibilidad de poder contarlo y hacerlo en un entorno en el que no se juzgue a las víctimas y se las crea y se las apoye es buen», reconoce, por su parte, la directora de la Fundación Mujeres, la abogada Marisa Soleto, que advierte, no obstante, del riesgo de que la sociedad se sienta autorizada a juzgar.

Soleto ensalza que se haya cerrado apoyo en torno al testimonio de Carrasco, pero incide en que hay que huir de un tratamiento que implique poner a las víctimas en la picota pública: «Es un relato que se parece a otros cientos de miles de mujeres que han vivido situaciones muy parecidas, pero quizá ese formato -con tertulianos comentando las declaraciones- nos lleva a un juicio de plaza pública».

Por eso, esta experta reclama que no se cree espectáculo con el dolor de las víctimas y se huya de la frivolización, que el testimonio de Carrasco no se convierta en un «circo de cuatro pistas».