La antropóloga de Polán Carmen Arnau aprovechó el confinamiento para escribir un libro íntimo sobre sus vínculos afectivos con Siberia, esa inhóspita región que ha frecuentado en las dos últimas décadas. Se titula ‘Mi Siberia particular’, y la recaudación irá destinada íntegramente a la construcción de una iglesia que encabeza un misionero ortodoxo en un poblado chorse.

Arnau conoce a la perfección a los chorses, un pueblo turco-mongol en el que aterrizó en su primer viaje a Siberia, allá por 1997. Desde entonces, ha viajado otras 21 ocasiones, más cinco a Kazajstán. El confinamiento hizo recrecer los sentimientos de la antropóloga con los habitantes de esta región y completó el libro en un mes y medio. «Pensé que tenía que agradecer a muchas personas que me habían ayudado. Es un libro lleno de emociones», indica a este diario la responsable del Etnomuseo privado de los pueblos de Siberia y Asia Central, en el término municipal de Las Ventas con Peña Aguilera.

«No es un libro científico, pero sí informa de los viajes», explica Carmen Arnau, quien destaca que los lectores están disfrutando con ‘Mi Siberia particular’. La antropóloga vende cada ejemplar por 15 euros para ayudar a un misionero ortodoxo a reconstruir una iglesia en un poblado chorse. «He financiado el libro con la intención de ayudar al misionero», señaló la autora de diferentes libros sobre los pueblos de Siberia.

«Después de 21 años desde la primera expedición, los chorses han aumentado ligeramente su población, pero han ido abandonando lentamente sus comunidades. La mayoría de las cosas no han variado, algunas han mejorado y otras han empeorado. La conclusión final es que, a pesar de todo, siguen manteniendo su tradicional modo de vida, y sobre todo, sus valores y cosmovisión fuertemente vinculada a la naturaleza», publicó a la vuelta de un viaje en 2018 este mujer que da clases gratis de ruso en Polán, donde cuenta con un museo, y permite visitar recreaciones de construcciones de Siberia y Asia Central en Las Ventas con Peña Aguilera.

En 2019, Carmen, junto con un grupo de allegados, viajó de nuevo a esa región: la de los chorses y los teleutas, al sur de Kemerovo. O sea, entre dos y tres días de viaje desde Moscú en avión, tren, bus y canoa. «Parece que sea un balance o una despedida», dice sobre el contenido del libro. Pero Carmen sabe que volverá.