Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Inocentadas

28/12/2021

La columna de hoy no pretende ser una inocentada, a pesar del día que es. Por eso se advierte, con cariño y respeto al lector, que no busque aquí lo que no hay, porque no lo va a encontrar. Es decir, una inocentada.
Antaño, un 28 de diciembre, era costumbre familiar y social leer los periódicos, escuchar la radio y ver los informativos de televisión en busca de la inocentada. Las hubo muy buenas y originales. Reflejaban y calibraban el sentido del humor de los medios de la comunicación de la época. También eran el termómetro para medir la tensión de la sociedad y los lectores. Y  por qué no contarlo: servían para darle una collejita simbólica y pública al que había picao, por su inocencia.
Las hubo muy buenas en prensa. Viene a la memoria aquel fotomontaje del diario ABC, nada menos que en 1907, y en el que solo se veía un león en la fachada del Congreso de los Diputados. Antológica.
Cinco años más tarde, el mismo diario llevó la tradición de las inocentadas a su portada. A los redactores, y obviamente al director de aquella época, no se les ocurrió otra cosa que publicar una fotografía del conde de Romanones, por aquel entonces presidente del Consejo de Ministros y antiguo senador por Toledo, cenando amigablemente con Lerroux, Pablo Iglesias (el que fundó el PSOE y la UGT) y Rodrigo Soriano. Alrededor de la mesa, todo un sanedrín de republicanos y enemigos del aristócrata gobernante.
A todas luces, el ejercicio y atrevimiento de publicar hoy una de las inocentadas antes descritas -con políticos actuales-, puede superar ampliamente los confines de la imaginación y lo políticamente correcto. Las consecuencias, mejor no pensarlas.
El ejercicio, por tanto, es descubrir en qué época hubo más humor, más atrevimiento y más aceptación por las inocentadas (o quizá menos puritanismo). Si a principios del siglo pasado o en los años actuales, cuando prácticamente han desaparecido. El lector tiene toda la potestad y libertad para emitir su opinión y veredicto. Faltaría menos.
Decir adiós a las inocentadas, quizá, sea despedirnos un poco más de la inocencia. Y eso, puede que no sea del todo bueno. En ese ejercicio, también se podría pensar que, la desaparición de las inocentadas en prensa, va más allá de la pérdida de del sentido del humor por parte de los redactores y editores de medios de comunicación.
Puede que muchos lectores, espectadores y ciudadanos también hayan perdido esa pizca de sentido del humor e inocencia. Y que, además, no se tomaran en serio algunas de las grandes noticias de este año ya moribundo, porque pensaban que eran inocentadas. Aunque fueran publicadas en agosto. Se viene a la cabeza, solo como ejemplo, los titulares y noticias de los homenajes a etarras en sus pueblos.
El gran periodista y aficionado taurino Gregorio Corrochano escribió lo siguiente, en 1933, sobre las inocentadas: «En la realidad española no cabe ya la inocentada, porque lo absurdo, lo inesperado, lo arbitrario, lo imposible, puede ser una realidad».
Hoy es 28 de diciembre de 2021, y parece que lo escribiera usted ayer, maestro Corrochano, fuera de hoy. El año que está a punto de dejarnos, deja un rosario de noticias que, ojalá, hubieran sido inocentadas. Por cierto, el año que viene, fijo que baja el recibo de la luz.