Devoción carmelitana en la ciudad sin mar

L.T.
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La Virgen del Carmen recorrió con la devoción acostumbrada, desde el convento del Espíritu Santo, el entorno de la calle Alfileritos

Devoción carmelitana en la ciudad sin mar - Foto: Ángeles Visdómine

La solemne procesión de la Virgen del Carmen, que discurrió ayer al finalizar la tarde entre las plazas de los Carmelitas Descalzos y de San Vicente, puso punto y final a una novena que este 16 de julio fue celebrada con la misma devoción que en años anteriores. La ‘Patrona del Mar’, que subrayó, en una tarde tan calurosa como la de ayer, la paradoja de su gran devoción en una ciudad que no tiene costa (pero sí un enorme patrimonio carmelita, del que se mantienen edificios como el convento del Espíritu Santo, a la par que la tradición de no exponerse a posibles ahogamientos en las aguas del Tajo), fue portada en hombros al finalizar la Eucaristía de la tarde. Las celebraciones religiosas, sin embargo, comenzaron a las 7,00 horas con el Rosario de la Aurora, y prosiguieron a lo largo de la mañana con una triple Eucaristía.

El recorrido de la procesión de la Virgen del Carmen comenzó en la plaza de los Carmelitas Descalzos, desde donde avanzó hacia la plaza de San Vicente por el tramo final de la calle Alfileritos. Desde allí, siguió por la calle de la Plata hasta la plaza de Zocodover, desde donde regresó a su convento por las calles Sillería y Alfileritos. Al finalizar la procesión, según es tradición, los fieles le dedicaron una Salve.

Y aunque las ceremonias se iniciaron el pasado día 7, fue desde este domingo cuando cobraron una especial relevancia. Primero, con la fiesta en honor a los beatos mártires que fueron asesinados en 1936 (acusados de haber cedido las ventanas del convento para instalar nidos de ametralladora desde donde barrer a los efectivos republicanos, en los primeros días de la Guerra Civil en Toledo). La ceremonia, el domingo 14, incluyó la solemne entrada de la imagen procesional acompañada por las palmas martiriales, así como la ofrenda floral y una tradicional limonada. El lunes 15, por otra parte, se produjo la imposición del escapulario a los nuevos cofrades, la presentación de los niños a la Virgen y el besamanos.