Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


El Alcaudón

02/11/2021

El alcaudón es un pajarito sin chicha ni limoná, aparentemente. Es pequeño y está presente en muchos lares ibéricos. Su anodina presencia, eso sí, esconde un feo hábito alimenticio: tiene la costumbre de empalar y descuartizar a sus presas antes de comérselas.
El pájaro tiene miga. Su nombre, y su forma de alimentarse, ha inspirado a poetas y escritores (de esto leerá el lector más abajo si no abandona la columna). Cedió su nombre a aviones de guerra, como un modelo de avión de caza de la Segunda Guerra Mundial, al que los alemanes llamaban Würger, que significa alcaudón en la lengua de Goethe. Los alemanes, siempre a lo suyo.
El pajarito también salió cinéfilo e inspiró a Dan Simmons. Dio nombre a uno de los personajes de sus cuatro libros de ciencia ficción: Los Cantos de Hyperion. Su alcaudón era un humanoide, que sólo se comunicaba a través de la muerte. Tela.
Estos días, un joven y brillante periodista, escritor y poeta manchego, nos ha traído a las librerías su último libro: 'Estado Incivil. Concierto de Alcaudones'. No es la primera vez que Jesús Fernández Úbeda publica. El de Arenas de San Juan, llamado a ser una de las grandes firmas literarias del país, ya sorprendió hace pocos años con su 'No le des más whisky a la perrita', una biografía escrita junto a Julio Valdeón sobre Raúl del Pozo, que recibió elogios de lectores y crítica. Incluso, del propio del Pozo.
Jesús F. Úbeda vuelve ahora con su 'Alcaudón'. Un poemario conciso e intenso. Escrito con bravura, intensidad y audacia. Con el sello propio del autor, que vuelve a dejar claro que nunca va a navegar en lo culturalmente correcto que marcan las actuales coordenadas políticas y sociales.
De ello es consciente el manchego, sabedor de los problemas y trabas que conlleva intentar triunfar On the dark side of the moon, al otro lado de The Wall, o cerca de la Puerta de Tannhäuser. Los escritores, poetas y periodistas de ese lado equivocado, ya se sabe, tienen más problemas para llegar a final de mes. A Fernández Úbeda, parece que le gustan más las gachas, que el caviar cool cultureta.
Con sus alcaudones y estado incivil (maravillosamente prologado por Enrique Bunbury), el manchego de las tierras de San Juan nos trae un concierto de poemas directos, sin artificios, sin edulcorar.
Escondidos tras una sencilla apariencia, como el pájaro al que hace alusión, sus versos buscan descuartizar y empalar la realidad oficial. Esa nueva realidad -políticamente correcta y puritana-, que nos quieren hacer tragar tras la convulsión y populismo de los últimos tiempos.  Estrofas salvajes, sin macerar, desbocadas. Versos condenados a provocar úlceras en los estómagos más agradecidos y serviciales de la cultura oficial, cuasi ministerial y subvencionada.
Como el alcaudón, el autor caza y capta con sus versos la realidad que nos rodea. Y, en vez de digerirla sin pensar, clava sus hipnóticos ojillos de pájaro listo en la poesía, y la deja reposar. La abre y disecciona con el bisturí de sus versos, sin crueldad, para que el lector saboree mejor ese manjar macerado.
No parece dispuesto Fernández Úbeda a tragar con ruedas de molino y, como buen manchego, sus poemas y su obra están llamados a luchar contra los gigantes que dictan dónde está el lado guay y chévere de la cultura.
Nos vemos, pájaro.