Natxo y su hija de 17 años, junto a Miguel, a vivir al río

J. Monroy
-

Ya son tres personas sin hogar las que se han desplazado 'avenida del Indigente', en un espacio más limpio gracias a la acción de Miguel durante los últimos meses

Natxo y su hija de 17 años, junto a Miguel, a vivir al río

Año y medio lleva Miguel viviendo en la senda ecológica del Tajo a la espera de que las administraciones le cedan un espacio para irse a vivir con su perro (la perra falleció ya hace unos días). En este tiempo, lejos de solucionarse la situación en el entorno se ha complicado con la llegada de Natxo, otro toledano, del barrio de Santa Bárbara, unos metros más allá. El problema de Natxo es que no está solo. Él y sus dos perros, confiesa, se podrían apañar donde sea. El problema es que con ellos va su hija, menor, de tan solo 17 años.

La buena noticia con la que consolarse durante las últimas horas  es que, gracias a la solidaridad, la niña cuenta con su propia tienda de campaña, para vivir con algo más de intimidad, bajo la misma lona, en el suelo, con su padre. Álex Hebraíl, que durante estos 18 meses ha sido una de las personas que más ha ayudado a Miguel, ha corrido la voz de lo ocurrido por Santa Bárbara, y ayer mismo llevaba la tienda, donada por un vecino que quiere mantener su anonimato.

Hasta hace poco, Natxo y su hija vivían en una pensión en pleno centro histórico. Eso le permitía tener un trabajo, pasear y cuidar perros, y poder subsistir. El problema llegó cuando el espacio se ha transformado en apartamentos turísticos y los inquilinos, como Natxo y su hija, se quedaron en la calle.

Su primera idea fue meterse de okupas una temporada, a la espera de otra solución, pero la Policía lo impidió. Tampoco pudieron quedarse a la puerta de los Servicios Sociales de Padilla. De forma que, hace dos semanas, el padre y la menor siguieron la senda por la que otro toledano, como Miguel, ya transitó año y medio antes: de cabeza al río.

Muy cerca de Miguel, en una elevación del terreno, junto a unos árboles pintados, la familia se instaló primero en una tienda de campaña, que este fin de semana han podido cubrir con una lona, con la ayuda de su vecino, hasta la llegada ayer de la segunda tienda.

Sin casa y sin trabajo. En la calle, Natxo se muestra especialmente preocupado por la situación de su hija, «yo todavía soy ya mayor y me meto en cualquier parte, pero ella no», apunta. La joven se ha apuntado a un módulo de Formación Profesional, pero sin dinero, no puede coger el autobús al Polígono. Además, ya ha visto rondando por el lugar a personas de las que se fía, «ya han venido a buscarnos problemas», y el padre no quiere dejar sola a la menor, ni tampoco a sus pocas pertenencias, no desaparezcan. Esto le impide trabajar. Cierto es, reconoce, que le han ofrecido algún empleo a media jornada, y que no solo se dedica a pasear perros, también puede cortarles las uñas u otros cuidados. Pero mientras la niña no tenga un espacio para estar a salvo, no quiere dejarla sola.

Cada día se acercan a San Cipriano por la comida de Caritas o a algún convento. La familia lava la ropa en la fuente, aunque Hebraíl está tratando de por lo menos llevar a lavar la ropa de la niña.

Natxo explica que, ante esta situación, su prioridad es que las administraciones le faciliten un hogar, «me pueden dejar algo, me ponen a trabajar en el Ayuntamiento y que me lo descuenten». En el albergue de Caritas hay espacio para un varón, pero lo importante es la niña. Mientras tanto, hace cinco meses que ha pedido una paga, por mediación también de Caritas, pero todavía no le han contestado. Tanto la Policía Local, como los asistentes, reconoce Natxo, conocen y se han interesado por la situación, para buscar una salida a la menor. Pero tampoco hay respuesta.