La concienciación social «no está plenamente lograda"

Leticia G. Colao
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La UFAM es la Unidad de la Policía Nacional especializada en el tratamiento de la violencia de género, informa, asesora y acompaña a las víctimas. Esta violencia no entiende de edad ni base económica, aunque sí se asocia a un bajo nivel cultural

La concienciación social «no está plenamente lograda"

El 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se vuelve a incidir en el elevado número de casos de violencia de género, en los reflejos de una sociedad patriarcal que no llega a ser igualitaria y por supuesto, en la falta de concienciación para acabar con esta lacra.

En Talavera, además del Centro de la Mujer o la Asociación de Lucha contra los Malos Tratos, las víctimas de violencia machista cuentan con la profesionalidad y asesoramiento de la UFAM de la Policía Nacional, Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer, especializada en el tratamiento de esta tipología delictiva.

Javier Guerrero, responsable y subinspector de la UFAM, detalla las dificultades a las que se enfrentan las mujeres que sufren daños y vejaciones a manos de sus parejas, porque aquí está precisamente una de las características de la violencia de género, muchas veces confundida con violencia doméstica. La de género, indica, es la que ejerce el hombre sobre la mujer, y tiene que existir o haber existido una relación sentimental entre ellos. La doméstica, sin embargo, es el resto de violencia que se da en el hogar entre los diferentes miembros de la familia o personas convivientes. No es solo violencia física, sino que también puede ser psicológica o sexual.

La conciencia social es clave para acabar con este tipo de agresiones.Primero en las mujeres que la sufren, porque muchas tienden a normalizarlo por ser algo habitual en sus vidas; segundo, en el conjunto de la sociedad, que muchas veces mira hacia otro lado ante un caso cercano por considerarlo un problema privado.

Guerrero es consciente de ello. En su opinión, «poco a poco se va consiguiendo, pero esa sensibilización social no está aún plenamente lograda, ni mucho menos». Considera que se aprecia como un «delito privado» y en algunos casos, el vecino llama a la Policía pero para denunciar el exceso de ruidos, no la agresión que sufre la vecina de al lado.

En el caso de las víctimas, también explica que muchas de ellas, después de asistir a la Comisaría, se marchen sin denunciar. «No le dan importancia a un par de bofetadas... es un proceso al que se van acostumbrando y al final lo normalizan. Esto aún hay que trabajarlo mucho porque por supuesto, no es normal».

Aquí es donde entra el trabajo del equipo de policías nacionales que conforman la UFAM. Se trata de un grupo especializado y perfectamente formado en la materia para dar la mayor confianza a la víctima, que se sienta respetada, asesorada y entendida. Entre sus labores también está «hacer ver a la mujer que esa actitud no es normal, no es así, y debe de dar el paso», explica el subinspector.

Aún así, añade, muchas deciden informarse del procedimiento a seguir ante una denuncia pero finalmente se marchan sin hacerlo.

«Nosotros podemos ayudar a la persona que quiera que la ayuden, pero la mujer tiene la dispensa de no declarar, nosotros podemos hablar con ella, asesorarla, darla nociones del procedimiento policial y judicial, pero si no quiere... es difícil».

La  personación de la mujer en Comisaría es la forma más normal de denunciar este tipo de casos, junto con el de algún suceso en vía pública o en el hogar, al que asista la Policía. Del mismo modo, y siempre con derivación a la UFAM, pueden llegar casos a través de un parte médico de la víctima mediante el juzgado, de los servicios sociales o del Centro de la Mujer, de parte de vecinos, amigos o familiares -cada vez más-, o incluso tras la llamada de algún colegio o instituto. En esta situación, los efectivos policiales se personan e investigan el suceso que, en jóvenes, tiene mucho que ver con la realidad de las redes sociales.

El subinspector Guerrero asegura que en jóvenes y adolescentes la violencia de género aparece en forma de amenazas, coacciones o celos que a veces se transforma en violencia física, en la mayoría de las veces por alguna actuación en las redes. Así, en forma de foto, comentario o los prestigiosos ‘likes’, los chicos jóvenes se inician en la actual desigualdad que aún existe entre hombres y mujeres.  

Son los primeros pasos de esta tipología delictiva que, a partir de ahí, no tiene techo ni un perfil concreto. Así, la violencia de género se da en todo tipo de mujeres, sin límite de edad, nivel económico y aunque no siempre, sí está asociado a un bajo nivel cultural. En Talavera, explica Guerrero, «hemos tenido casos de mujeres que se presentan en comisaría y deciden interponer una denuncia tras 40 o 50 años de tormento, tras la emancipación de los hijos», lo que generaliza asimismo el perfil del agresor.

Parece haber disminuido la vergüenza social que suponía ser víctima de maltrato y el rechazo a denunciar por la dependencia económica del hombre, característica esta que puede darse más en el ámbito rural.  

Derechos. La importancia de denunciar puede ser vital para la mujer. Además de conseguir la protección policial, tiene desde el primer momento una serie de derechos como asistencia jurídica gratuita inmediata, solicitar una orden de protección que se autorizará en sede judicial y que conlleva medidas coercitivas penales y civiles hacia el agresor. Entre ellas, la prohibición de acercamiento al domicilio o trabajo de la víctima, o civiles como una prestación de régimen alimenticio o la custodia de los menores.