La rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 años

Adolfo de Mingo
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El próximo 23 de octubre se cumplirá medio siglo desde la reanudación de los estudios universitarios en Toledo. El Hospital Tavera acogió la ceremonia inaugural. Las clases se impartían en espacios cedidos por la Escuela Normal de Magisterio

La rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 años

El próximo 23 de octubre se cumplirá medio siglo desde la apertura del curso universitario 1969-1970, momento de especial trascendencia para la historia reciente de la ciudad de Toledo, pues trajo consigo el restablecimiento de los estudios superiores después de un largo paréntesis. La creación y desarrollo del Centro Universitario de Toledo (CUT) hasta 1990, momento de su integración en la Universidad de Castilla-La Mancha -y aún después, gracias a la actividad del Patronato Universitario hasta hace apenas cinco años-, daría a alrededor de 20.000 alumnos la oportunidad de realizar sus estudios a la sombra de la rueda dentada de Santa Catalina, símbolo heredado de la primitiva Universidad de Toledo (1485-1845).

Incluso se percibió durante un tiempo la posibilidad de que Toledo albergase la denominada «IV Universidad de Madrid», algo que finalmente quedó en espejismo, aunque a cambio de dos décadas de espléndida relación con estudiantes y profesores de la Universidad Complutense. Nombres como Pedro Ridruejo, Daniel Poyán y Luis Ortega (los tres directores del Centro), Gervasio Fernández Riol (que fue su gerente durante quince años), Eduardo Reguero Gago, Juan José Pérez del Pino, Ricardo Izquierdo, Clara Delgado y otros muchos técnicos y docentes, por no mencionar a los alumnos, lo hicieron posible. A ellos va dedicado este homenaje.

Cincuenta años después, todavía sorprende la rapidez y eficacia con que fueron creadas las herramientas necesarias para la creación del nuevo Centro, cuyo Patronato de Estudios Superiores encabezaba la Diputación Provincial. También es necesario destacar la colaboración entre organismos y administraciones tan distintos entre sí como el Gobierno Civil -cuyas oficinas albergaron las primeras matriculaciones-, el Hospital Tavera -donde tuvo lugar la inauguración del nuevo curso- y la Escuela Normal de Magisterio, en la avenida de Barber -su primera sede provisional-, cuyo entendimiento y colaboración hicieron posible la andadura más temprana.

La rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 añosLa rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 añosLa Dirección General de Enseñanza Primaria, con la colaboración del director de la Escuela Normal, Raimundo Drudis, fue quien autorizó el empleo de un ala independiente de este edificio para las aulas y otros espacios, así como un salón para la incipiente biblioteca, despachos y oficinas de secretaría. Paralelamente, fue constituida la Residencia Universitaria Femenina.

El primer director del Centro Universitario de Toledo fue Pedro Ridruejo Alonso, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense. Fueron sus colaboradores inmediatos el profesor Manuel Díez Insunza (Fundamentos de Filosofía) y el secretario Galo Álvarez, primer organizador de las abundantes actividades culturales y deportivas del Centro. Los primeros profesores fueron los siguientes: José Montoya Sáenz (Fundamentos de Filosofía), José Jorge Pérez Feliu (Lengua Española), Mahmud Sobh (Lengua y Literatura Árabes) -destacado docente, traductor y poeta palestino-, Antonio Alberte González (Lengua y Literatura Latinas), Manuel Coma Canella (Historia Universal), Fernando Olaguer-Feliu Alonso (Historia General del Arte) -posteriormente un histórico catedrático de la Universidad Complutense, donde continúa dirigiendo el Departamento de Historia del Arte Medieval- y José García Blanco (Lengua y Literatura Griegas). Ayudantes fueron Mercedes Valladares Verdura (Lengua Española), Florentino Gómez Sánchez (Lengua y Literatura Latinas), Manuel Díez Insunza (Fundamentos de Filosofía) y Gonzalo Valverde Paradinas (Educación Física), quien también era militar y llegaría a jubilarse como coronel.

La inauguración del curso académico se produjo el día 23 de octubre, en el Hospital Tavera. Presidió la ceremonia el rector de la Universidad Complutense, José Botella Llusiá (1912-2002), figura estrechamente ligada a Toledo, donde era propietario del cigarral del Moro y miembro de honor de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas. La intensa vocación cultural del Centro Universitario toledano se podría resumir en aquella jornada, que contó con la interpretación del conjunto Atrium Musicae, recientemente fundado por Eduardo Paniagua, y con la lección inaugural del historiador del arte José Camón Aznar, «Valores toledanos en la pintura del Greco». Completaron la propuesta una representación teatral en el Rojas, El rey justiciero y el rico hombre de Alcalá, de Agustín Moreto, y un segundo recital a cargo de la Coral Santo Tomás de Aquino, de la Complutense.

La rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 añosLa rueda de Santa Catalina volvió a girar hace 50 añosLa impronta humanística de aquel primer año no debe sorprendernos, ya que los 127 alumnos matriculados pertenecían a la Sección de Letras. Posteriormente, seguirían a estos estudios los de Ciencias Químicas, Ciencias Económicas y Empresariales, y Derecho.

El curso 1970-1971 traería consigo la creación de la Sección de Químicas, comenzando las clases en locales cedidos por la Escuela de Maestría Industrial, y el inicio del curso Selectivo de Ciencias (modalidad A), válido para las carreras de Ciencias, Medicina, Veterinaria y Farmacia. Toledo estuvo muy cerca de consolidar esta última licenciatura, aunque sus estudios no llegaron a impartirse aquí. Tampoco la ansiada Facultad de Medicina, por mucho que esta pudiera comenzarse efímeramente a través del Selectivo a partir de 1972-1973.

El repaso de aquellos primeros años permite descubrir avances como la creación de un «gabinete psicológico», a cargo de Esther Arribas y Florencio Jiménez Burillo, o la celebración de un seminario de lingüística para el que se pedía la «recogida en cinta magnetofónica para el archivo del Centro de los datos de experimentación tomados en diversas zonas de Toledo sobre el tema ‘El habla de Toledo’».

La enseñanza de idiomas extranjeros fue una de sus señas de identidad más tempranas. No en vano, durante el primer curso, antes aún de constituirse los laboratorios de Inglés y Francés, se realizaron tempranas gestiones para la implantación de un curso de Cultura Superior Española para alumnos estadounidenses de la Universidad de Alabama. Durante estos primeros cursos enseñaban lenguas extranjeras Maryvonne Criquet Ruchet (Francés) y Carol Holeman (Inglés). Años más tarde, en julio de 1983, el Colegio Universitario llegaría a acoger en el castillo de San Servando, por entonces residencia universitaria, a 150 estudiantes del Collège de Maisonneuve de Montreal (Canadá). Esta iniciativa fue el germen del Programa «Español en Toledo» (ESTO), que se ha mantenido hasta la actualidad en manos de la Fundación General de la Universidad de Castilla-La Mancha.

De Lorenzana a San Juan de la Penitencia

El notable incremento de alumnos, especialmente durante el curso 1971-1972, con 379 estudiantes respecto a los 257 anteriores, trajo consigo muy pronto la necesidad de ampliar los espacios disponibles.

El Ministerio de Educación y Ciencia cedió al Centro Universitario el denominado «Palacio Universitario Lorenzana», sede neoclásica -que no palacio- de la antigua Universidad de Santa Catalina. La Sección de Letras se trasladaría a este edificio durante 1972-1973, curso de grandes cambios. Fue entonces cuando el Arzobispado autorizó que en la vecina iglesia de San Vicente se celebrasen sus ceremonias religiosas -la apertura de curso tuvo lugar precisamente allí- y cuando se adquirió «un bello palacete» en el Callejón de Usillos como residencia de profesores.

El curso 1972-1973 traería consigo la incorporación de nuevos jóvenes docentes como Jesús Fuentes Lázaro (Historia) y Ricardo Sánchez Candelas (Prácticas de Laboratorio de Física). El primero se convertiría años después en presidente de Castilla-La Mancha, y el segundo en senador del reino. Entre los docentes de ese curso era de destacar también el historiador del arte y periodista Francisco Calvo Serraller, recientemente fallecido.

La historia del arte y del patrimonio toledano tuvo en esos momentos una gran importancia, comenzando por el propio discurso de apertura del curso, que pronunció el catedrático de la Complutense Antonio Bonet Correa -años más tarde director de la Real Academia de San Fernando- y que llevó por título «Lorenzana, fundador y restaurador de edificios artísticos en Toledo». Poco después, Bonet organizó con varios ayudantes los denominados «Viernes de Arte», dedicados a la explicación de los diversos movimientos. Para finalizar, a mediados de mayo comenzó una «Semana de Arte» que contó con José Marchán Fiz, Carlos Sambricio y Alberto Corazón, entre otros, y que sería elogiosamente recogida por medios nacionales como el diario Arriba (24 de mayo de 1973).

Un año después, ese particular interés quedaría sellado con el gran retrato del cardenal Lorenzana, obra del pintor Manuel Romero Carrión, que preside desde entonces la cabecera del gimnasio, salón de grados o paraninfo universitario.

También es necesario mencionar el interés del Centro Universitario por las competiciones deportivas, algo que se percibe ya en las fotografías del curso 1969-1970, con ejercicios gimnásticos en las instalaciones de la Escuela Normal o un temprano equipo de voleibol entre cuyos miembros estaba Martín Molina, quien años después se convertiría en director de la Obra Social y Cultural de Caja Castilla-La Mancha. De 1974 es otra imagen en donde aparecen los ganadores del campeonato de fútbol, la División de Empresariales, con miembros como Francisco Gómez Herruz (director de la Revista Aquí) y Miguel Ángel Ruiz García, quien fue jugador del C.D. Toledo y posteriormente del Atlético de Madrid.

Satisfecho con el resultado de los cinco primeros años, Pedro Ridruejo resumía en 1976 que «la justificación del Centro Universitario de Toledo es más que nunca la promoción real y hasta pragmática de la región». Dos años más tarde, el primer director sería sustituido por Daniel Poyán Díaz, catedrático de Literatura Francesa de la Complutense. Su gestión durante la próxima década -apoyada en un equipo del que también formaban parte Gervasio Fernández y Juan Pedro Hernández Moltó- traería consigo la implantación de los nuevos estudios de Derecho, que -con Ciencias Económicas y Empresariales- pronto quedarían totalmente fijados con sus correspondientes segundos ciclos. Es decir, que por primera vez en mucho tiempo era posible volver a estudiar una carrera completa en Toledo.

La licenciatura en Derecho, junto con el primer ciclo de Químicas, quedaría instalada en los ochenta en parte del enorme complejo de San Juan de la Penitencia, cedido por el Estado a la Diputación en 1981. Mientras tanto, Lorenzana albergaba las aulas de Económicas y Empresariales (toda la carrera) y el primer ciclo de Geografía e Historia.

Fue Daniel Poyán, para finalizar, quien firmaría la definitiva integración, curso por curso, a partir del año 1985, del Colegio Universitario de Toledo en la Universidad de Castilla-La Mancha. Este proceso, heredado por su sucesor, el catedrático de Derecho Administrativo Luis Ortega Álvarez -primer vicerrector del Campus de Toledo de la UCLM-, quedaría definitivamente resuelto por real decreto en 1990.

Después de 1990

La extinción del Colegio Universitario -que trajo consigo la reagrupación de las Secciones de Derecho y Empresariales en una nueva facultad (Ciencias Jurídicas y Sociales), así como la integración de las Secciones de Letras y Ciencias en sus respectivas facultades en Ciudad Real hasta la definitiva creación en Toledo de las licenciaturas en Humanidades y Ciencias Ambientales- no supuso, sin embargo, la desaparición del Patronato Universitario de Toledo.

Este organismo, del que seguían dependiendo actividades como los cursos de extranjeros, impulsaría durante la década de los noventa iniciativas tan importantes como la creación del Campus universitario de Talavera de la Reina, la Escuela de Traductores -con el rango de instituto universitario de investigación y la aspiración, que dura ya veinticinco años, de convertirse en Facultad de Traducción e Interpretación- y el Centro de Estudios Europeos.

En la actualidad, conocemos buena parte de esta evolución gracias a la asociación de Amigos y Antiguos Alumnos del Colegio Universitario de Toledo, cuyo blog (amigoscut.blogspot.com), creado en 2009, coincidiendo con el cuarenta aniversario del CUT, administra Antonio Casado, antiguo alumno y responsable de la biblioteca universitaria del Campus de la Fábrica de Armas. Hace cinco años, cuando la Diputación, en plena política de recortes, decidió dar por finalizada la andadura del Patronato Universitario, el blog lamentaba la desaparición de este organismo poco antes de cumplir 45 años de existencia.