«Ni estamos educados en cine ni estamos educando»

M.G
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Mercedes Ruiz, psicopedagoga, maestra y colaboradora del programa de Educación en la Academia de Cine, relata la situación de la alfabetización audiovisual en las aulas. Regresa una vez más al CiBRA, festival con el que lleva colaborando ocho años

Mercedes Ruiz, psicopedagoga, maestra y colaboradora del programa de Educación en la Academia de Cine. - Foto: David Pérez

El cine y la educación, un buen binomio que cuesta encontrar. Estamos educados en cine?  

Ni estamos educados ni estamos educando. Se van dando pasos y lo que ha dado pie al cambio ha sido el Festival CiBRA porque de una manera informal en una de las ediciones la mesa, con la guionista Lola Salvador y Sol Carnicero, se lanzó el reto para que lo recogiera la Academia de Cine. Ellas fueron las impulsoras. Los primeros deberes están hechos porque se recogió el proyecto de educación y cine en la Academia y se editó un volumen que recoge ideas y buenas prácticas. El problema está en ver cómo se continúa y analizar los nuevos retos que nos ha puesto la pandemia en el ámbito del cine, saber qué hacemos en las aulas, qué ocurre con la ciencia, la ficción y la ciencia-ficción. Parece que eso de que hay que educar con el cine medio ha calado y empieza a estar en práctica, pero todavía hay mucho por hacer de lo de antes y es necesario crear un marco, un primer paso para que la sociedad visibilice los retos que tiene que afrontar.

Se observa todavía que, en líneas generales, el peso del audiovisual en las aulas es mínimo, salvo proyectos puntuales. Todavía queda mucho para que haya una verdadera cultura cinematográfica en el ámbito educativo, ¿no?

El problema está en saber qué es general porque hay muchos docentes que ya han tomado conciencia individual, directivos que ya se han puesto de acuerdo con un plan de alfabetización digital, pero no hay una apuesta clara en el Parlamento ni en los presupuestos y mientras no estemos ahí seguirá pasando todo esto. Tiene que haber unos mínimos, mejores o peores, para todo el mundo porque es compensador, nos hace mejores personas y más empáticas porque con el cine nos ponemos en el lugar del otro y además nos adentramos en la parte de ciencia para que no haya fakenews y tengamos pensamiento crítico. Aun así, el debate todavía está pendiente.

Ahora que estamos en plena reforma educativa, ¿sería un buen momento para dar un impulso a lo audiovisual en el sistema o incluso poner en marcha una asignatura relacionada con el cine?

Es el momento. No es tanto impartir una asignatura, hay que ver el tema más despacio porque el cine es un lenguaje y el lenguaje es transversal. Tenemos pendientes, aunque se está apostando mucho, el lenguaje computacional, y el audiovisual, sobre el que no se está apostando de la misma manera aunque pensemos que sí lo hacemos. Para estar alfabetizados necesitamos los dos lenguajes, igual que no se habla de una asignatura de leer y otra de escribir, lees y escribes en todo.

Es cierto que las administraciones se resisten a impulsar como se merece el lenguaje audiovisual. ¿Los docentes están más abiertos?

Es algo que no tenemos en el ADN, no es una cuestión de resistencia. Hay gente que está haciendo muchas  iniciativas y otros no lo ven. Pero pasa como con todo. Por ejemplo, antes nadie sabía nadar y los que vivían en el centro menos, pero ahora no hay nadie que no disponga de un sitio para aprender a nadar. Pensamos como sociedad que era bueno que los niños aprendieran a nadar y con la alfabetización digital hay que hacer lo mismo.

¿Qué papel tienen los padres en este tema? Habrá quien diga que no es lo mismo estudiar a Cervantes que a Buñuel, a Almodóvar o a Amenábar.

Hay que concienciar de que no se trata de estudiar, sino de relatar. Todos consumimos audiovisual y los menores deben hacerlo acompañados para entender los relatos, no únicamente buscando el plano moral. Por ejemplo, si ves una película de la España de blanco y negro con tu abuela y ella empieza a contarte su historia, se producirá un diálogo intergeneracional, por ejemplo.

El cine únicamente es una excusa para movilizar emociones, pero depende de con quién lo hagas se tendrán unas u otras. Y si se consume en soledad no es tan enriquecedor, con lo que la familia cumple un importante papel acompañando. Es muy beneficioso ver una película todos juntos, por ejemplo.

Habla de la importancia de que los menores vean cine acompañados.  ¿Qué papel juegan los padres? Quizá la polémica que se ha suscitado en los centros educativos en relación al 'Juego del calamar' por parte de los docentes refuerza la necesidad de trabajar la cultura audiovisual.

Ahora cada uno vemos una cosa en una habitación y con una puerta cerrada y ya no hay una televisión que une. A lo mejor esa serie no es ni buena ni mala. Siempre ha habido películas y series de todo tipo y ahora nos parecen incorrectas, pero en la ficción todo puede pasar y tú tienes que reflexionar si está bien o no fomentarlo en la realidad. Eso es la transmisión de valores y hay que saber discernir que existe algo más de lo que tú estás viendo o del mensaje que han movilizado tus sentimientos. Esa mezcla de saber en valores y ciencia no está en nuestro ADN en general.

Varios países europeos, entre ellos Francia e Italia, invierten desde hace años muchos millones para proyectos audiovisuales en el sistema educativo. ¿Cómo se siente cuando todavía aquí vamos en pañales?

Eso lo tenemos todos y en Europa hay un montón de programas. El problema no está en los millones muchas veces porque nosotros también hemos tenido dinero a veces, sino en saber qué crees tú que es lo importante para tu aula, lo que debes iniciar, transmitir o cambiar. Hasta que no entendamos que el lenguaje audiovisual está en nuestra sociedad a unos niveles brutales no se puede cambiar nada más. El dinero solo es una parte de la solución, antes tiene que haber una claridad y no invertir de cualquier manera y porque sí.

Y las administraciones deberían escuchar más al ámbito educativo y a los docentes, ¿no?

Tenemos que escucharnos todos y las mesas deben ser plurales. No podemos seguir siendo tan endogámicos para las soluciones porque son complejas. Hay que escuchar a los padres, a los profesionales de la distribución de cine, a los exhibidores locales, a los docentes, a las administraciones, a los políticos, a las asociaciones, a los colectivos de diversidad. Hay un debate mucho más profundo de cómo consumir y qué hacer.

Y habrá que dejar atrás la eterna pelea de los políticos y el cine.

Es una pelea artificial porque el cine es relato de cosas que pasan y es un reflejo de la sociedad. Enfadarse con los relatos es absurdo.

El cine tiene poca presencia en las aulas, pero el resto de artes escénicas tienen el mismo problema y no llegan.

El tema está en el currículum. Cuando hablamos de STEAM y decimos que está implícita la A no es cierto y las artes siguen siendo el gran debate porque son lo que da salud mental. Y no son las artes de siempre únicamente porque hay que añadir también la tecnología y la fusión. Es el gran reto al que hay que dar una respuesta

Lleva muchos años luchando por la inclusión del audiovisual  en el ámbito educativo y diciendo las cosas muy claras. ¿Resulta incómoda?

Muy incómoda. Siempre he sido así, pero no estoy sola porque somos muchos. Lo haces porque crees que es la manera de devolverle a la sociedad lo que te ha dado.

Queda mucho por hacer y todo no se puede lograr en poco tiempo. ¿Qué se podría abordar en 2022?

Nos hemos fijado que la A (Artes) entre en STEAM, con eso nos conformamos. Será algo clave para el alumno, para el ciudadano y para que todos sepamos relatar para emocionar a otros y emocionarnos nosotros.

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