La Asociación de Vecinos La Voz del Barrio, de Palomarejos, propone al Consejo de Participación del Distrito Centro de hoy que se habilite en el Presupuesto Municipal para el ejercicio de 2022 una partida destinada a la construcción de alcorques en las distintas calles carentes de árboles, para su posterior plantación, tanto ornamental como de sombra.
Teniendo en cuenta que el barrio de Palomarejos tiene un número de calles considerable a tratar, apunta la propuesta, habría que distribuir esta inversión en varios ejercicios presupuestarios, comenzando eso sí por el próximo 2022. Los alcorques deberían construirse en determinadas calles como una prolongación de las aceras al objeto de evitar que las copas de los árboles estén muy próximas a las fachadas de los edificios.
La prepuesta, presentada en tiempo y forma el pasado día 2, recuerda que ni el hospital del Valle bajará al barrio, ni el edificio de la antigua Escuela de Enfermeras se convertirá en apartamentos para estudiantes. Tampoco llega el adecentamiento del parque de las Tres Culturas. La remodelación de la avenida de Barber «espera su turno próximo a las elecciones municipales». La rehabilitación del barrio de Corea «lo está pidiendo a gritos», del espacio deshabitado que dejará la comandancia de la Guardia Civil en un futuro «ya veremos qué se hace», y «no digamos del repintado de la pista deportiva ubicada en la calle de Santander que estamos cansados de pedirlo». Todo eso, por no hablar del mantenimiento en general del barrio. Finalmente, el barrio de Palomarejos «tras la marcha del hospital quedará en coma, veremos si profundo, durante los próximos años».
A todas estas continuas reivindicaciones al Ayuntamiento, la Asociación de Vecinos suma una más que considera de vital importancia, «queremos reivindicar la transmutación a un barrio más amable, más verde y menos contaminante». Se trata de reconstruir un barrio ya consolidado como tal, con más arbolado, con más sombras en las que cobijarse cuando el mercurio aprieta, y ello acompañado del mobiliario urbano preciso.
El barrio de Palomarejos, explica Paco Arce, portavoz vecinal, está consolidado, pero tiene muchas carencias, está inacabado desde puntos de vista como el de la masa forestal. Ahora hay 34 calles que no tienen ni un solo árbol, sin contar con la zona de Corea, que tendría que tener un trato especial, conjuntamente con la rehabilitación de las viviendas.
Explicaciones. A día de hoy, argumentan los vecinos, «no nos resulta extraño hablar del efecto 'islas de calor' cuando llegan los meses de verano. Nuestras calles hierven a temperaturas extremas y la única manera de refrescarnos es tirar de aires acondicionados, quien se lo pueda permitir, aires estos que devuelven a las calles más calor aún, ahondando en el efecto indicado». Danas, Hortensias, Filomenas, etc. están demostrando el tiempo tan cambiante y explosivo al que estamos sometidos ya. Llegarán también las sequías extremas a no mucho tardar. Todo ello, en una ciudad que vive de espaldas al río, «nuestros gobiernos municipal y autonómico se acuerdan de él cuando toca hacerse la foto, y mejor no hablemos de la actuación de los diferentes gobiernos nacionales en cuanto a trasvases y contaminación de las aguas». Un río Tajo que pasa sin pena ni gloria por Toledo y que nos puede suministrar un agua para convertir nuestras calles en auténticos vergeles.
De forma que, continúa La Voz del Barrio, se hace necesario «poblar nuestras calles y plazas con árboles de diferente tipo, ornamentales o de sombra, plantando especies bien aclimatadas al terreno». Porque estos espacios verdes contribuyen a la disminución de las temperaturas por aporte de sombra, a la disminución de contaminantes por absorción del dióxido del carbono y generación de oxígeno, reducen la contaminación acústica y favorecen el paisaje de la ciudad, mejorando la salud de los ciudadanos.