«La crisis social en Talavera afecta igual a nivel eclesial»

Leticia G. Colao
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Raúl Muelas Jiménez (Gamonal, 1972) es el nuevo Provicario General de la Archidiócesis de Toledo, cargo que compaginará con el de vicario episcopal para la Vida Consagrada.

Raúl Muelas. - Foto: L. T.

Muelas compaginará las dos vicarías con su labor de párroco de la Iglesia del Pilar, cargo que abandonará a final de curso. Ordenado sacerdote en 1996, es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca y ha servido en distintos ministerios durante 21 años en la Diócesis de Palencia. Desde 2017, sirve nuevamente a la de Toledo, donde cuenta con toda la confianza del Arzobispo Francisco Cerro.

Acaba de ser nombrado Provicario General de la Archidiócesis de Toledo, ¿qué supone para usted este reconocimiento?

En primer lugar un poquito de sorpresa, que el señor Arzobispo se fije en ti para desarrollar un cargo de importancia en cuanto a la colaboración con él en el Gobierno de la Diócesis... es sorprendente y de cierto vértigo. Uno tiene siempre el deseo de ser cura de parroquia y desarrollar su labor con una comunidad de fieles, y el hecho de hacerte provicario supone estar un poco junto a él. También agradecimiento por la confianza que depositan en uno, aunque uno se sienta pobre para llevar adelante esta misión.

El Arzobispo le ha dado toda su confianza...

Sí, el año pasado cuando hizo la primera reestructuración del equipo de Gobierno de la Diócesis me pidió que aceptase la encomienda de Vicario Episcopal para la Vida Consagrada. Él quiere que además de las vicarías territoriales haya también algunas vicarías personales, un vicario que se dedique directamente al clero, otro a la vida consagrada que en Toledo es muy abundante en cuanto a número y en cuanto a distintos tipos de vida consagrada, y otro sacerdote que sea vicario para los laicos, que este todavía no está nombrado.  

Es la primera vez que un provicario general esta especialmente centrado en Talavera, ¿qué significa eso  para la ciudad?

El señor Arzobispo desde su llegada a Toledo ha tenido muy claro que eclesialmente a Talavera hay que darle la relevancia que debe tener, en el sentido de que no existe la ciudad de Toledo que es la capital y donde está sede de la Diócesis y los pueblos, sino que existe Toledo, existe un núcleo urbano importantísimo en toda Castilla-La Mancha, que es Talavera, y luego existen otras localidades de importancia en cuanto a número de habitantes y servicios en la Diócesis. Pero especialmente Talavera, que tiene una relevancia muy grande.

El arzobispo ha querido que haya una representación suya aquí a pesar de que él quiere venir todas las semanas al menos una tarde para recibir a los sacerdotes o seglares  que quieran verle y no tengan que desplazarse a Toledo. A pesar de eso también quiere que haya un provicario en Talavera, que sea una representación del arzobispo a nivel institucional y también para crear como una oficina para que muchas de las gestiones que hay que venir a hacer a Toledo, se puedan despachar en Talavera con un provicario general. Se trata de agilizar trámites, procurar una mayor atención y dar relevancia a una ciudad que verdaderamente la tiene.

Deberá trabajar junto al Vicario Episcopal de Talavera, Juan María Pérez-Mosso. ¿Han hablado ya de  cómo será su trabajo al frente de la Vicaría de Talavera?

Claro que sí, ya hemos tenido varias reuniones y la clave es trabajar muy coordinados, definiendo muy bien los campos para no duplicar y tener otros sin atender. La figura del vicario territorial es importantísima y la primera vicaría territorial que se creó en nuestra Archidiócesis, en los tiempos modernos, fue en Talavera con don Marcelo. Es muy importante, en la coordinación con los arciprestes, en la visita a sacerdotes, estar cerca de los pueblos, de la gente... yo llevaré el Arciprestazgo de Talavera  ciudad y él el de todos los pueblos, que se prolonga hasta uno en Cáceres, el de Guadalupe, y los dos que tenemos en Badajoz.

Juan María ha sido un fichaje, es muy joven y aporta mucha frescura, es muy querido por donde ha pasado. Para la vicaría de Talavera es algo fantástico, estoy contentísimo.

Además, es importante que se sepa que la figura de un provicario general no va a opacar la figura y la labor del vicario territorial, que tiene su campo de acción, sino que vamos a ayudarnos para trabajar para un mismo fin, que es que los fieles estén bien atendidos, los sacerdotes bien cuidados y que la iglesia crezca, que en definitiva es nuestra misión.

¿Qué hace falta ahora en la Vicaría de Talavera, cuáles son sus principales problemas?

He estado muchos años fuera sirviendo en la Diócesis de Palencia y llevo tres años aquí. Quizá a nivel social y también relacionado con la dimensión cristiana de la ciudad, porque al final todo está muy relacionado, la situación que estamos viviendo de crisis social en Talavera desde hace muchos años nos afecta también a nivel eclesial. Tenemos que contribuir entre todos, entre todas las instituciones, que al final nos dirigimos  a los mismos ciudadanos, para insuflar ilusión, que nos creamos que es posible, que entre todos podamos generar esa ilusión en Talavera, desde el punto de vista espiritual y eclesial, con mucha vitalidad en las parroquias y que por esta situación de Covid también ha hecho que todo necesariamente haya tenido que estar al ralentí.

Otro de los elementos es que tenemos muchísimos pueblos, muy religiosos, pero hay sacerdotes que tienen que atender muchas poblaciones, pequeñas, y los sacerdotes tenemos que ayudarles mucho, porque se hace pronto de noche, no podemos hacer actividades, y quizá puedan experimentar más soledad  en las zonas rurales.

Por otra parte los domingos tienen que multiplicarse porque tienen tres y cuatro pueblos. Ahí también estaremos los vicarios para echar una mano, porque estamos para servir, en la iglesia los cargos son servicios que hay que hacer con cariño y con la máxima generosidad.

Como vicario para la Vida Consagrada ¿Cuál es el momento actual de las órdenes y religiosos de la vida consagrada?

Nosotros tenemos una gran riqueza de vida consagrada, tenemos 34 monasterios femeninos de clausura, que somos de las diócesis que más tiene en España, junto con Sevilla, después tenemos unas 150 realidades diferentes entre congregaciones de vida activa, casas de religiosos, casas de sociedades de vida apostólica, institutos seculares... la realidad es muy grande, pero en muchos de ellos sí que es la falta de vocaciones y el envejecimiento de sus miembros, porque es una realidad.

Es verdad que los monasterios lo viven con esperanza y con confianza siempre en la providencia de Dios, que cuando lo estime conveniente mandará nuevas vocaciones, y jóvenes que respondan a esa llamada. Nos aboca a que en los próximos años sí que quizá tengamos que asistir al cierre de varias casas más y eso siempre es una pena perder el carisma de una congregación religiosa que trabaja en tu Diócesis.

También tenemos varios monasterios o realidades de vida contemplativa muy boyantes, con muchas vocaciones y muy jóvenes. Por ejemplo la Compañía de María, que tiene actualmente 49 monjas y las que nacieron en mi tiempo, del 72, son las más mayores, es una comunidad muy joven. Lo mismo ocurre a las Agustinas, que son más de 50 y que tienen una comunidad súper monástica pero a la vez súper apostólica, con un colegio con mucho rigor técnico pero a la vez con mucha cercanía a las familias y a los chavales, con una transmisión de la fe muy bonita y con vocaciones.

También tenemos realidades todavía más escondidas como carmelitas de varios conventos de la Diócesis que reciben la llamada de chicas jóvenes  que quieren ingresar... eso nos hace tener ese sentimiento de que hay conventos que se apagan y otros donde hay mucho movimiento y mucha vida.

Hace poco se conoció la despedidas de los Padres Carmelitas y los Agustinos de la ciudad.

Sí, hemos conocido que nos dejan los padres Carmelitas y los Agustinos, tan vinculados y queridos en la ciudad. Es una gran pérdida para Talavera que no estén, pero así lo han decidido sus congregaciones. Ahora no es el mejor momento de boyantía de las vocaciones y están  teniendo que cerrar casas. Los sacerdotes diocesanos tiraremos con estos cometidos, y esperemos que todo esto,  muy vinculado a la situación de la pandemia, vaya generando ilusión y llegue una nueva primavera para la ciudad, a nivel eclesial.

Sigue trabajando además como párroco del a Iglesia del Pilar, ¿cómo lo hace para llegar a todo?

Malamente (risas). Durante todo este año he estado compatibilizando ser párroco del Pilar, donde hay un sacerdote que también trabaja a tiempo completo, con ser vicario de la Vida Consagrada. Ya difícilmente se pueden compaginar los dos cargos porque ambos son de dedicación exclusiva, pero cuando ha llegado este tercero de provicario general, que hay que patearse mucho todo el territorio y estar muy disponible..., esto hace que a final de curso y me da una pena terrible porque he cogido un cariño tremendo a la parroquia del Pilar, tenga que dejar de ser párroco y dedicarme a las dos vicarías.

Es una cosa que rasga el corazón, porque mi añoranza siempre ha sido ser cura de parroquia y ya lo estaba viviendo. Luego vino la pandemia, solo he podido vivir cinco meses de normalidad en la parroquia, pero al final  de curso, lo más probable es que tenga que dejarlo, porque son tres cargos de dedicación exclusiva y de esta manera compatibilizando los tres, alguno no atiendes. Todos tienen la suficiente  entidad y la gente merece el suficiente respeto como para cuando uno no puede atenderlo, dar un paso al lado, viene otro compañero y tira del carro. Pero la parroquia del Pilar estará siempre en mi corazón y como seguiré en Talavera, de vez en cuando me acercaré a verlos, como no.