Es difícil quedarse con una romería toledana en concreto. La que no destaca por su escenario lo hace por el fervor de sus fieles o el buen hacer de sus cofrades. La Virgen de la Bastida puede presumir de tenerlo todo. Para certificarlo, un año más. cientos de toledanos se han desplazado hasta la ermita a lo largo de todo el fin de semana luchando contras las altas temperaturas con abanicos, gorros, botellas de agua y gafas de sol.
En la jornada de ayer, el día grande de los romeros de la Bastida, amaneció despejado, con un sol radiante que dejó los termómetros por encima de los treinta grados, aunque en la ermita, protegida por su pinar, el calor se dejó notar menos.
Rifas, quínolas, limonada y las típicas roscas de anís se sucedieron a lo largo de la jornada, así como la visita de los políticos, que aunque no perdonan la cita nunca esta vez estaba marcada especialmente en su calendario. Es campaña y se nota.
La Virgen de la Bastida se eleva entre el pinar - Foto: Yolanda RedondoEl plato fuerte de la jornada llegó a las siete de la tarde, con la procesión de la Santa Cruz y de la Virgen de La Bastida por el pinar del paraje. La imagen es obra de Cecilio Mariano Guerrero Malagón, una talla en madera realizada en 1941 para sustituir a la efigie primitiva, conocida como ‘Virgen Morena’, que desapareció tras la Guerra Civil como otras tantas obras de arte sacro en la ciudad.
Como principal novedad, este años los cofrades alzaron la talla de la virgen con una sola mano, elevándola al cielo de la Bastida en el final de la procesión. Un momento de sumo fervor ver cómo la talla se elevaba como las copas de los pinos mientras sonaban los acordes del himno nacional. Un broche de oro a un fin de semana cargado de buen ambiente de hermandad.