Prevención ante el impacto del cambio climático en la salud

C.M
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Jesús Fernández explicó que desde «hace un año y medio venimos trabajando ante la evidencia científica» de que el cambio climático contribuye a aumentar «la carga de enfermedades y de muertes prematuras»

Prevención ante el impacto del cambio climático en la salud

La certeza de que en los próximos años «hay que hacer frente a cambios de perfil de morbimortalidad, con enfermedades emergentes/reemergentes, alergológicas, epidemiológicas, dermatológicas, mentales, pulmonares o cardiovasculares» ha propiciado la definición de «unas  líneas estratégicas en materia de cambio climático y salud» que vienen analizándose «desde hace un año y medio». Así lo confirmó el consejero de Sanidad en funciones durante la inauguración de la jornada que sobre ‘Cambio Climático y Salud’ ha reunido en dicha consejería a cerca de 80 profesionales sanitarios.

En este ámbito de acción, destacó Jesús Fernández Sanz a los presentes como «actores fundamentales para concienciar y alertar a la sociedad del problema del cambio climático y su impacto en la salud», instando al colectivo a «ser capaz de influir en las actitudes de la comunidad, ya sea tanto en la reducción de emisiones, como en la implementación de políticas de adaptación».

Para lograrlo, y reiterando la apuesta firme «por informar y desarrollar las capacidades en materia de cambio climático y salud, tanto entre nuestros profesionales, como a la hora de informar y concienciar a la ciudadanía en general», el responsable regional recordó que se está trabajando con profesionales de diferentes áreas, como alergólogos, cardiólogos, geriatras, especialistas en Salud Mental, meteorólogos y especialistas en Medio Ambiente, entre otros, para poder articular una respuesta ante el impacto del cambio climático en la salud de las personas.

Pero porque no sólo cuenta la concienciación, el consejero en funciones abogó por «fomentar una investigación bien planificada, así como integrar y mejorar  las diferentes acciones de vigilancia y protocolos de actuación sobre riesgos para la salud relacionados con el clima», ya sea en control de enfermedades de transmisión vectorial y zoonósica, enfermedades de transmisión hídrica, alimentaria o aéreas, o ante la superación de niveles de alergógenos y partículas inorgánicas contaminantes.

Sobre la necesidad «clave de la prevención sanitaria», señaló que «debe ser prioritaria en las enfermedades neurológicas, cardiológicas, dermatológicas o las alergias, los «cuatro grupos de enfermedades más comunes» relacionadas con el cambio climático.

 Así, con el convencimiento de que «cuanto antes propongamos respuestas al cambio climático, menor será el costo económico para nuestro sistema sanitario, así como la reducción de fallecimientos», Fernández aprovechó las fechas para evidenciar que «estas altas temperaturas tienen una relación directa con la crisis climática», no en vano entre 2030 y 2050 los estudios hablan de que pueden aumentar hasta en cuatro grados.

Previsión que se complementa con la relativa a que «para 2050 el número de fallecimientos por los efectos del cambio climático se eleven en 250.000», por lo que se tornan esenciales «los diez puntos» que maneja el plan estratégico sobre las enfermedades emergentes que, claro está, tienen que ver «con el aire limpio, las alergias y las transmisiones».

Ahondando en los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en esta materia, aseveró que de «esas 250.000 muertes más en el 2050, casi 40.000 afectarán a los mayores por el efecto del calor y casi 60.000 por el paludismo». Y puesto que es tiempo de recomendaciones, el consejero en funciones aconsejó «beber, hidratarse de modo adecuado, evitar actividades deportivas y la exposición en las horas de mayor calor» con una especial atención en los mayores, niños y personas con enfermedades crónicas.

Cambio de usos. Por su parte, el coordinador de la jornada, Jesús Gamero, apuntó que en el encuentro van a tratarse «los impactos del cambio climático, ya perceptibles en nuestra región, y su impacto sobre la salud de las personas». Lo que denota la necesidad de apostar por «infraestructuras sanitarias más resilientes ante los impactos del clima, más sostenibles y eficientes al reducir los residuos, las emisiones de gases de efecto invernadero o capaces de producir su propia energía».

De ahí que insistiera, tal y como hizo el consejero, en el valor «de aumentar la concienciación, el conocimiento y la formación de todos los protagonistas que forman la comunidad sanitaria».