El cortometraje toledano que Leni Riefenstahl no realizó

Adolfo de Mingo
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La cineasta alemana pretendía filmar 'Der Zauberer von Toledo' durante su tercer viaje a España, en 1955. Formaba parte de una serie de guiones de temática española que Riefenstahl dio a conocer a Domínguez Rodiño, director de los Estudios CEA

La cineasta alemana fotografiada en Pamplona por la revista Primer Plano en 1955, durante su tercer viaje a España

A comienzos del año pasado ingresaron en la Stiftung Preußischer Kulturbesitz de Berlín (Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano) alrededor de 700 cajas de cartón -fotografías, material fílmico, manuscritos, correspondencia y otros documentos- cuyo contenido había sido propiedad de Leni Riefenstahl (1902-2003). Un legado que su secretaria, Gisela Jahn, heredó tras la muerte del segundo esposo de la cineasta alemana, Horst Kettner, y que investigadores de todo el mundo esperan ávidos conocer una vez que se produzca la correspondiente catalogación. Es poco probable que entre estos fondos aparezcan respuestas a grandes claves del nazismo, pero tal vez sí contengan referencias que permitan conocer mejor las tres primeras estancias de Riefenstahl en España (1934, 1943 y 1955), incluidos los guiones de una serie de cortometrajes que nunca llegó a realizar. Entre ellos, Der Zauberer von Toledo, adaptación del conocido tema medieval del mago, «mágico» o hechicero al que dedicó uno de sus relatos El conde Lucanor.

La primera visita de Leni Riefenstahl a nuestro país se produjo a comienzos del verano de 1934, escasas semanas antes de que a su regreso a Berlín Hitler le encargase realizar El triunfo de la voluntad. No está documentado su paso por Toledo en esas fechas, pero sí en ciudades como Ávila, donde acudió invitada por los Estudios CEA cuando todavía era más conocida como actriz que como directora («Una estrella de cine en Ávila» fue el titular del Diario de Ávila). Allí fue guiada por José Mayoral Fernández, miembro de una saga de estudiosos y divulgadores de la ciudad castellanoleonesa, quien, según el diario local, le transmitió «las leyendas, las tradiciones, las costumbres típicas».

Leni Riefenstahl también conoció Salamanca y Segovia, a la caza de escenarios para su película Tiefland -adaptación de Tierra baja, del dramaturgo catalán Ángel Guimerá, trasladada a la ópera en 1903- y con las imágenes en su retina de José Ortiz Echagüe (1886-1980), el gran fotógrafo guadalajareño que había dado a conocer su obra en la capital alemana apenas unos años atrás. 

La cineasta alemana, que también tenía previsto protagonizar la película, no pudo continuar el proyecto hasta 1940, debido a la Guerra Civil española y al inicio de la Segunda Guerra Mundial, filmando la mayoría del material en Austria y Alemania, a excepción de algunas tomas realizadas en España en 1943, cuando se produjo su segunda visita a nuestro país. Pesa como una sombra sobre este proyecto la participación forzada de un grupo de gitanos procedentes de un campo de concentración y posteriormente trasladados a Auschwitz, hechos en los que Fernando Trueba se inspiró para su película La niña de sus ojos (1998).

Finalmente, su tercer viaje a España se produjo en julio de 1955, poco después de rematar completamente Tiefland (1954). Riefenstahl se instaló primeramente en Madrid, tras visitar los Sanfermines en Pamplona, invitada por su antiguo amigo y profesor de tenis Günther Rahn. Trajo con ella una pequeña cámara Arriflex de 16 mm. Disfrutaba la vida nocturna de la capital, pero deploraba la costumbre española -expresaría en sus memorias- de arrojar al suelo las cáscaras de las gambas. La cineasta alemana leía por entonces a Wilhelm Lukas Kristl (1903-1985), escritor y periodista exiliado en Madrid tras la llegada de los nazis, divulgador del mundo taurino y de la imaginería religiosa. De hecho, por aquel entonces trabajaba con Margarette Hohoff en el guion Drei Sterne auf dem Mantel der Madonna (literalmente, Tres estrellas sobre el manto de la Virgen), pensado para la actriz italiana Anna Magnani. Así es como recordaba este contexto en sus memorias:

«Intenté retener esas imágenes para luego trasladarlas al cine. El guion se convirtió en un mosaico de diversos temas que plasmarían la vida de los españoles. Di rienda suelta a mis fantasías, y así nacieron los títulos de algunos de los capítulos del escrito: el arte y la cultura de ese país. Mi manuscrito contenía: Los gorriones de Dios, Encaje de Valencia, Goyescas, Bosque de los camellos salvajes, El hechicero de Toledo, Naranjas y sal, La pecadora de Granada, La reina castellana, Las fiestas de San Fermín, Carmen y Don Juan».

Leni Riefenstahl llevó consigo el proyecto a Formentor (Mallorca), en donde fue visitada por Rahn y por el productor cinematográfico Enrique Domínguez Rodiño (1887-1974), director administrativo y consejero delegado de los Estudios CEA, periodista en la Alemania de la Primera Guerra Mundial y responsable de la llegada a España de numerosas producciones germanas a caballo entre los años treinta y cuarenta. 

«Leyeron mi manuscrito y se entusiasmaron», según la cineasta. Desgraciadamente, como le apuntó su amigo Rahn, el proyecto tendría que esperar: «Todo el mundo está aún de vacaciones, y tus guiones tienen que traducirse primero». Poco después se produjo el regreso de la cineasta a Alemania y el asunto cayó en saco roto. Años más tarde vendrían sus experiencias en Sudán y sus filmaciones de arrecifes de coral. Es posible que de todo esto, como de la breve historia en la que pretendía sintetizar su experiencia toledana, Der Zauberer von Toledo, haya ahora nuevas huellas después de su muerte.