«Mi hija no ha ocultado nunca lo que es»

C.M
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Ana Isabel Pastor, de Familias Fundación Triángulo, relató en la jornada 'CCOO contra la LGTBifobia, por un entorno laboral más igualitario' su experiencia como «madre de una niña trans que ahora es feliz»

«Mi hija no ha ocultado nunca lo que es» - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Ana Pastor es la madre de Elsa, una niña que siempre se ha sentido como tal y que, ahora, puede serlo también fuera. Se presentó como «madre de una niña trans con siete años que a los cuatro hizo el transito» y que gracias a esa decisión vive «feliz». La experiencia de Ana se escuchó en la jornada contra la LGTBifobia y se resituó sobre la necesidad de «visibilizar la diversidad en los colegios y en las universidades» para acabar «con la transfobia en los parques». Porque, apuntó, «los niños que tienen que vivir esta realidad deben vivirlo felices sin necesidad de que los insulten, los agredan». Porque tienen derecho a «vivir siendo como son, niñas y niñas muy felices».

Aunque el proceso no ha sido fácil, ha resultado menos traumático porque en Extremadura las trabas «son menores». Su hija ya tiene la cartilla sanitaria con su nombre -la costó dos años- y están en el proceso relativo a la tramitación del DNI. Y puesto que el viaje, en principio, «es difícil porque no sabemos qué es la transexualidad» y, por ello, «desconocemos lo que les pasa a nuestros hijos», Ana era sabedora de que su pequeño «experimentaba situaciones que no son las que están definidas» pero que eran indicadoras.

Mi hijo «nació chico» pero desde su más tierna infancia «quería jugar con muñecas y se sentía bien cuando le llamaba princesa». Pensó que «podía estar influenciado por su hermana, pero pasaba el tiempo y noté que algo le estaba pasando, lo ves y lo sientes». Y de ahí a la acción que, en muchas ocasiones, puede ser tardía «casi siempre por miedo, se siente miedo al qué dirán, a lo que la gente le puede decir a tu hija y a cómo puede influir en su desarrollo». Y a la ruptura de ese «miedo» y de esa mentira» que, en su caso y «por fortuna» sólo «duró cuatro años».

En cuanto a la respuesta de su entorno social, Ana destaca que sus compañeros «lo han sentido así desde pequeños porque ella -Elsa- nunca lo ha ocultado y siempre se ha sentido niña», lo que ha propiciado un «cambio más sencillo» gracias al que «ahora mi hija vive feliz, nadie se equivoca y es una compañera más». Por ello, insiste en que es «el miedo el que frena más a los padres a dar ese paso».

Un paso del que siente satisfecha porque sabe que su hija nunca ha estado equivocada». Elsa es menor para conducir, pero no para saber quién es, ha sido consciente de ellos desde que tiene uso de razón». Ante esta realidad, y ya que en este tipo de procesos existen sentimientos de culpabilidad, asegura Ana que «sólo me he sentido culpable de no haberlo hecho antes, de haber tenido ‘escondida’ a mi hija en casa, porque mi hija era libre en casa, la dejaba ser niña, vestirse de princesa, pintarse los labios, pero en la calle no. De eso es de lo que me arrepiento».