El confinamiento hace mella en los niños

Carmen Ansótegui
-

Los problemas para conciliar el sueño, la falta de apetito y la irritabilidad son algunos de los síntomas que afrontan tras una etapa de encierro

Los más pequeños de la casa se han comportado durante la crisis como auténticos héroes. Muchos padres temían cómo iban a reaccionar sus hijos al encierro y, en términos generales, se puede decir que los chavales lo están llevando bastante bien. Algunos expertos explican que las primeras semanas han podido ser más llevaderas porque habitualmente no pasamos suficiente tiempo en familia pero pasar cerca de mes y medio sin pisar la calle, ausentarse de la guardería y el colegio y las limitaciones que tienen ahora para disfrutar de tiempo al aire libre hacen estragos en algunos niños.

Ya hay a quienes les cuesta conciliar el sueño, tienen falta de apetito, están más irritables o vuelven a hacerse sus necesidades en la cama. Y es que, permanecer en casa tiene consecuencias para los pequeños, porque ellos también echan en falta su rutina, estar entre iguales o disfrutar de tiempo libre en los parques. La doctora en psicología, Silvia Álava, recomienda estar alerta a cambios de comportamiento que puedan indicar que el pequeño no está afrontando bien el confinamiento: “hay que vigilar que no tenga más rabietas de las habituales, que coma peor o le cueste dormir”.

En este sentido, María Sánchez Corrales, psicóloga sanitaria de Creciendo Psicólogos Madrid, explica que “la comida tiene un componente muy emocional”, ya que a veces el apetito puede estar relacionado con algún tipo de angustia emocional. Así que si se observa que el problema persiste conviene hablar con el pediatra para atajarlo.

No obstante, de forma mayoritaria están atendiendo a menores con otro tipo de problemas como irritabilidad, algún tipo de regresión como hacerse pis por la noche, pesadillas y pequeños que se autolesionan tirándose del pelo, haciéndose arañazos o mordiéndose los dedos.

Ambas expertas coinciden en que lo que más está influyendo en los menores es el estado emocional de los padres. Es comprensible que muchos se sientan agobiados por la falta de libertad, los problemas de salud o los problemas económicos que puedan tener en estos momentos, pero es importante tener en cuenta que por mucho que se intente disimular los nervios se transmiten, de manera que hay hacer lo posible por mantener la calma para ayudar a los niños a sobrellevar este estado de alarma.

Otro problema que están advirtiendo los psicólogos en las consultas es que los pequeños tienen mucha presión con el tema de las tareas. Sienten que tienen que seguir dando el callo cuando generalmente no son autosuficientes para hacer los deberes por su cuenta, ni tienen quién les ayude a hacerlos porque sus padres, todavía tienen que trabajar, aunque sea en casa. Ante esta situación, la doctora Álava recomienda “ser más razonables” con la cantidad de tarea que se les pone para evitar generarles más ansiedad.

Clima de diálogo 

Para favorecer que los chavales estén bien anímicamente conviene crear un clima de confianza que les permita expresarse con libertad. Para Álava es esencial validar sus sentimientos, es decir, hay que cambiar frases como “no tengas miedo” por “entiendo que estés preocupado”. Una vez se sienten comprendidos hay que explicarles que lo importante es que se están tomando medidas para parar el virus.

De manera que, sí es positivo dialogar con ellos y contarles lo que está sucediendo, sin caer en estar todo el día hablando de la crisis. No hace falta que vean imágenes duras, pero sí se les puede mostrar fotos de calles y parques vacíos para que entiendan que hay que seguir restringiendo las salidas.

Otros temas peliagudos son cómo actuar cuando se portan mal para llamar la atención o hasta qué punto hay que tener manga ancha dada la situación. Los especialistas apuestan por reforzar las conductas positivas y evitar los castigos “porque no suelen ser efectivos”. Además, poco puede ayudar en estos momentos dejar al niño sin televisión o sin tablet, cuando son algunas de las escasas distracciones de las que disponen.

En el caso de los bebés el enfoque tiene que ser distinto, porque ellos no comprenden lo que está sucediendo. De manera que los expertos recomiendan el piel con piel, baños con los padres para calmarlos o masajes relajantes. En ningún caso recomiendan dejar que el niño llore hasta que se quede dormido porque puede generarle mucho estrés.

Duelo en confinamiento

Uno de los problemas más difíciles que se está dando durante el confinamiento es la muerte de un ser querido. Se trata de un episodio siempre difícil pero más aún cuando uno no puede despedirse, ni tiene muchas formas de desconectar. Tampoco está siendo fácil para los niños. Los expertos aconsejan no mentir, porque ellos van a notar lo que está sucediendo. De hecho, María Sánchez Corrales, recomienda no disimular el dolor frente a un niño, porque es bueno que entiendan que “el duelo duele, y es sano que sea así”.

Si por el contrario escondemos nuestros sentimientos, le estamos transmitiendo que expresar la tristeza lógica por la pérdida de un ser querido es algo malo o vergonzoso y el pequeño optará por no hacer visibles sus propias emociones con naturalidad. Esta experta recomienda, por tanto, hablar de los recuerdos con la persona que ha fallecido, mirar fotos y llorar juntos, aunque sin forzar, porque insiste en que “cada uno tiene su ritmo a la hora de hablar de su tristeza y es importante dejar abierta la puerta para poder expresarlo sin censura”. Por su parte, Silvia Álava aconseja dejar que se despidan a través de una carta, un dibujo o incluso llenando una caja con objetos que le recuerden la relación con esa persona que acaba de fallecer.

Esta crisis está siendo muy distinta en función de la situación que atraviesa cada familia. Hay quienes están pudiendo disfrutar de la compañía y quienes están sufriendo mucho estrés por distintas razones. Los expertos reconocen que va a ser un episodio que va a dejar huella en los más pequeños de la casa, aunque confían en que pueda ser menos traumático de lo esperado, ya que se están llevando estudios en adultos en los que se está viendo que el impacto en los mayores no está siendo tan negativo y confían en que con los niños ocurra lo mismo. Para contribuir a que sea así, insisten en mantener rutinas, escuchar lo que sienten, pasar juntos tiempos de calidad e intentar transmitirles tranquilidad y seguridad.