La última parranda, por la sardina

J.M.
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El espectáculo organizado por el entierro de la sardina sedujo por la originalidad y la música. Cientos de espectadores se concentraron en las calles principales del Casco Histórico

La última parranda, por la sardina - Foto: Yolanda Redondo

El público miraba despistado al escenario y se hacía una pregunta:«¿Y la sardina?». Al menos fue la pregunta de una señora a sus allegados porque arrancaba el desfile y ni rastro del pescado. Pero enseguida ella misma reparó: «Pero si son los cubos». Efectivamente, el desfile del entierro de la sardina, como colofón de las fiestas de los Carnavales, engatusó a cientos de espectadores que flanqueaban las calles principales del Casco Histórico para bailar al ritmo de la batucada y de una charanga. La sardina estaba diseccionada en pequeños bloques geométricos de colores llamativos como el rojo, el amarillo y el azul que danzaban y se acercaban a los niños, alucinados con el espectáculo.

El recorrido comenzó en la plaza del Ayuntamiento con el sonido de una carraca y uno de los disfrazados gritando al público repetidas veces: «¿Dónde está mi sardina?». Los espectadores pudieron ver al pescado colorido por la calle Comercio, la plaza de Zocodover, la Cuesta de Carlos V, la calle del Horno de los Bizcochos, la plaza de la Magdalena, la calle de Tornerías, la plaza Mayor, la calle Sixto Ramón Parro, la Bajada del Barco y la plaza del Embarcadero. A continuación, se simuló el entierro que despide los Carnavales.

Mucho público estuvo congregado en la plaza de Zocodover y en el Arco del Palacio y vieron cómo el desfile se retrasaba durante unos minutos. Junto a ellos, pasaban disfrazados de plañideras los que lloraban a la sardina, una fiesta tradicional en toda España que se remonta a siglos pasados y que tiene un carácter totalmente paródico. Uno de los ancianos que asistía al espectáculo recordaba que, en su juventud, el cierre de los Carnavales se representaba sin tanto aparato. Lo atribuía a un guiño al turismo, y efectivamente, muchos extranjeros se sorprendían del desfile y seguían atropelladamente el paso del séquito por las calles de Toledo.

El público bailaba junto a las paredes animado por un espectáculo organizado por la Compañía de Teatro ETR, con la participación de la batucada ‘kekumka’ y de la conocida charanga de animación ‘Asamblea de majaras’. Todos hicieron disfrutar a los espectadores de una espera agradable, un efecto multiplicado por los juegos del séquito del entierro de la sardina, que bromeaba con los niños y con los adultos.

Los últimos de la fiesta pudieron disfrutar de las esperadas sardinas para rematar el entierro paródico, así como un espectáculo de fuegos artificiales a cargo de la pirotecnia ‘Sagreña’. Por último, el Ayuntamiento, concretamente la Concejalía de Festejos, organizó una verbena con la orquesta ‘Jaden’ en el Barco del Pasaje.

De esta manera concluían tres días repletos de actividades relacionadas con el Carnaval, cuyo momento álgido fue el sábado por la noche con miles de personas disfrazadas congregadas en la plaza del Ayuntamiento y en la plaza de Zocodover. Ahora, los más carnavalescos deberán esperar todo un año para poder hacer públicos sus disfraces más ingeniosos. Que así sea.