Castillos de la provincia de Toledo (I)

José García Cano*
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Toledo está repleta de castillos que jalonan majestuosos e imponentes los horizontes de nuestros pueblos y villas

Castillos de la provincia de Toledo (I)

Si la provincia de Toledo posee unos símbolos históricos característicos de una época y de un tiempo ya pasados, esos son los castillos que jalonan majestuosos e imponentes en los horizontes de nuestros pueblos y villas. Es necesario conocer (y proteger) esta parte imprescindible de nuestro patrimonio y por ello, proponemos desde estas líneas dar un paseo histórico y cultural por la mayor parte de los castillos y fortalezas de nuestra provincia, llamando la atención en su caso de aquellas que por diferentes circunstancias se encuentran en un lamentable estado de abandono y desolación. Comenzando este sencillo recorrido por algunos de aquellos baluartes provinciales, recordamos al castillo de Seseña, ubicado muy cerca de la población, denominado castillo de Puñonrostro ya que perteneció durante un tiempo a la casa condal de este título al igual que el de la localidad –ya madrileña- de Torrejón de Velasco. Este castillo tiene planta regular, cuadrada y grandes proporciones; posee cubos circulares y una torre del homenaje muy elevada y saliente en uno de sus frentes. Antiguamente poseyó un puente sobre el foso y también una serie de matacanes en la cornisa, de los que solamente se conserva una parte. En 1862 el conde de Puñonrostro don Francisco Javier Arias Dávila vendió el castillo y su término de 2.000 fanegas a un particular. Se abandonó durante un largo tiempo siendo restaurando finalmente hace ya unos años. El siguiente castillo es el de Casarrubios del Monte, ordenado construir según algunos autores por don Alonso Fernández Coronel y que perteneció en el siglo XV a la familia Chacón, señores de la villa, gracias a la donación efectuada por Enrique III. En 1475 el rey don Fernando el Católico cedió la localidad de Casarrubios a don Gonzalo Chacón y a él pertenecen los escudos ubicados sobre la puerta de la fortaleza. Ya en el siglo XIX la propiedad pasó a los condes de Montijo (a principios de siglo era su señor don Cipriano Portocarrero) y sabemos que en 1837 se llevaron desde este castillo al Alcázar de Toledo dos cañones y otros dos al Parque de Artillería luego Museo del Ejército. Finalizando el citado siglo el castillo y el palacio condal fueron adquiridos por un vecino de Casarrubios que le les dio usos muy diversos.
El castillo de Escalona está levantado estratégicamente para el control del río Alberche y del camino de Toledo a Ávila. Escalona fue conquistada por Alfonso VI en el año 1083 con lo cual se concedió carta y fuero de población, con lo cual los repobladores levantaron el antiguo castillo quizá sobre algún otro edificio defensivo. En 1251 el rey Fernando III el Santo concedió el señorío de la villa a su hijo el infante don Manuel, quien concedió a sus habitantes franquicia de todo tributo. En el siglo XIV en este castillo tuvo lugar la conjura contra el conde Álvaro Osorio, señor de la villa y los de las localidades de Maqueda, Illescas y Mora, contra los cuales había enviado Alfonso XI sus tropas. Juan II cedió el castillo al conocido don Álvaro de Luna a cambio de la villa de Alfaro. Destacaba en su interior la llamada ‘sala rica’, revestidas sus paredes de estuco, fajas y cenefas. Seguidamente Enrique IV donó la villa a don Juan Pacheco (Marqués de Villena), duque de Escalona y además maestre de la Orden de Santiago, para pasar finalmente a la casa ducal de Arcos. En 1798 su propiedad pasaría al señorío del duque de Uceda y Frías, quien lo decoró y amuebló convenientemente incluyendo dos cuadros de El Greco entre sus muros. Su ruina comenzó a raíz de la invasión francesa a principios del siglo XIX. A mediados de aquél siglo se comenzó un proyecto de limpieza y desescombro por parte del conde de Frías, donde apareció en uno de sus aljibes un cañón grande de hierro. Ya en 1910 los restos del castillo pasaron a una nieta del duque de Frías y finalizando el siglo XX fue adquirido por un particular. Se declaró Monumento nacional en 1922.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.