Tenis adaptado a la nueva normalidad

Raquel Jiménez
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La Escuela 'Ciudad de la Cerámica' mantiene su actividad con las restricciones propias de estos tiempos, es decir, grupos más reducidos, distancia, y monitores y alumnos con mascarilla

Grupo de alumnos con edades entre los 10 y 14 años junto a su monitor, Javier Velasco. - Foto: Ferrero

La Escuela de Tenis ‘Ciudad de la Cerámica’ retomó la actividad en septiembre; y es que el deporte de la raqueta tiene la ventaja de que se practica al aire libre y se puede mantener la distancia. A todo esto el director de esta escuela, Benedicto Tapetado, añade que «el protocolo antiCovid de la Real Federación Española de Tenis es muy riguroso; incluso en verano se han jugado torneos nacionales». Así lo ha puesto de manifiesto en declaraciones a este periódico. Las clases se reparten entre las pista del Municipal El Prado y las situadas en la zona deportiva ‘La Alameda’.

La ‘Ciudad de la Cerámica’ ha vuelto además con novedades: ha introducido la categoría de pretenis, con edades entre los 3 y los 6 años: «Tenemos un volumen de niños bastante aceptable». Es indudable que el objetivo en estas edades tempranas es que «se diviertan, que vean que esto es fácil y que se puede jugar a todas las edades».

Y es que tienen abiertas las puertas de la escuela todos los que quieren introducirse o practicar este deporte sin importar la edad que tengan. Y también «si alguno quiere algo más de entrenamiento, también lo damos».

Los monitores son Alberto Soria que se encarga del nivel de Competición y de la categoría de Veteranos; Javi Velasco, junto a José Manuel Cabrillo. Sandra Jiménez está al frente de la categoría pretenis; fichada de la escuela de ‘Los Alcores’ que también dirige Tapetado; éste destaca que «está realizando un trabajo excelente con los niños, no se le va ni uno y aprenden siempre con una sonrisa, que es muy importante».

Entre la escuelas de tenis y bádminton, Benedicto Tapetado cuenta con unos 400 alumnos. Precisamente, en cuanto al bádminton: «Eran unos cien plazas y ya casi no quedan»; y aunque las clases son en interior, se pueden dar a un grupo de seis alumnos como máximo y con separación, según el protocolo de la Federación Española de este deporte. Comenzará en enero.

Sandra Jiménez es la monitora de los más pequeños. Explica que su labor se centra en estas edades en «juegos de motricidad y coordinación, que se vayan acostumbrando al bote de la pelota y a moverse por la pista; después, poco a poco, les vamos introduciendo en el uso de la raqueta a través de juegos muy básico como llevar la pelota sobre la raqueta o subir a la red, soltar la bola e intentar golpearla».

Javier Velasco se ocupa del grupo de Iniciación, con edades comprendidas entre los 10 y los 14 años. Durante la clase insiste en que «adquieran los conocimientos técnicos a la vez que se lo pasan bien y disfrutan con este deporte».

Como tenista que es, asegura que «todos» sus alumnos pueden tener carrera en el deporte de la raqueta; eso sí, «si se aplican, son constantes, se esfuerzan y echan horas». Para alcanzar la élite del tenis, además de todo lo anteriormente mencionado, «hay que tener un talento innato como Rafa Nadal o Roger Federer». Mientras que «para tener un buen nivel y disfrutar con el tenis, constancia y esfuerzo son los valores que se necesitan para llegar lejos».

Por la pandemia, tanto monitores como alumnos han tenido que asimilar otra manera de dar las clases de tenis. En primer lugar por el uso de la mascarilla: «Nos hemos adaptado todos, mantenemos la distancia y se dan las clases perfectamente».

Por otro lado, un aspecto que ha querido destacar Benedicto Tapetado es la detección de talentos: «Cuando vemos a los niños caminar, con un buen equilibrio, sabes que son aptos para cualquier deporte. A partir de ese momento, hay que intentar conducirles un poquito y ver sus posibilidades». Y, por supuesto, que «el niño que quiera».

El director afirma que «las escuelas de tenis son mi vida, que es cultural y deportiva». Recuerda que cuando comenzó con el tenis en los años 70, «era como un marciano»; pero se ha encontrado con sorpresas como que «se han apuntado hijos de otros que eran antiguos alumnos».