Viggo Mortensen, un hombre afortunado

EFE
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El actor neoyorquino recoge el Premio Donostia en su debut como director con el drama 'Falling'

Viggo Mortensen, un hombre afortunado - Foto: Raúl Terrel

El actor Viggo Mortensen se siente «muy afortunado» por su carrera cinematográfica. Una trayectoria por la que el intérprete recibió ayer el Premio Donostia del Festival de San Sebastián, asegurando que el deseo de formar parte del mundo del cine le impulsa desde que fue por primera vez a una sala con su madre a los tres años.

«He tenido mucha suerte en mi carrera, he podido trabajar con muchos directores importantes, y he encarnado papeles muy buenos, pero para la fortuna también hay que prepararse, estar listo para reconocer las oportunidades», matizó, en una rueda de prensa en la que también presentó su debut como director, de la mano del drama paternofilial Falling.

Mortensen es conocido en todo el mundo por papeles como el Aragorn de El señor de los anillos, las películas de David Cronenberg Promesas del este o Una historia de violencia, y más recientemente por Captain fantastic o Green Book, cintas por las que obtuvo nominaciones al Oscar.

Pero el neoyorquino actualmente afincado en Madrid no olvida sus primeros trabajos en el cine, cuando le cortaban en el montaje final sin avisarle y ni siquiera salía en los títulos de crédito, como le ocurrió con La rosa púrpura de El Cairo, de Woody Allen.

«No conozco otra vida, desde hace 38 años mi existencia está vinculada al cine y al deseo de formar parte de ese mundo, no he perdido la curiosidad, siempre me ha interesado y me sigue interesando el rompecabezas de llevar un guion a la pantalla», afirmó.

El actor defiende el oficio como un trabajo colectivo, pese a que en Falling dirige, actúa, escribe, produce y hasta ha compuesto la música. «He visto guiones muy buenos que resultan en películas mediocres por falta de trabajo colectivo y guiones no tan buenos que resultan en muy buenas películas», señaló.

Falling, que se estrenará en cines el próximo 2 de octubre, gira en torno a la difícil relación entre un padre granjero (Lance Henriksen/Sverirr Gudnason), solitario, muy conservador e inflexible y un hijo homosexual (Mortensen) que intenta reconciliarse con él.

Mortensen contó que escribió el guion tras la muerte de su madre. «La base era explorar mis sentimientos por mis padres», confesó, aunque a partir de ahí construye una ficción. Y, aunque no era la primera vez que intentaba dirigir, en esta ocasión, a base de testarudez, logró levantar la financiación.

 

Cambio de planes

Dirigir y actuar a la vez no era su planteamiento inicial. Fue necesario para poder pagar la película y se convirtió al final en una oportunidad espléndida de observar «en primera fila» la actuación de Henriksen, con quien se deshizo en halagos.

«Lo que ha hecho es de una gran valentía y complejidad, es una gran interpretación que merece todos los elogios posibles y espero que los reciba», aseveró.

El actor también tuvo palabras de agradecimiento a Agnes Varda, con quien coincidió en un vuelo poco antes de que falleciera y le dio un consejo importante como guionista y director, no contarlo todo y «respetar la inteligencia del espectador». «Hablamos durante tres horas de todo y ella, siendo consciente del poco tiempo que le quedaba, seguía pensando en el futuro».