Confirmada la mala depuración con nuevo episodio de espumas

Á. de la Paz
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La Plataforma en Defensa del Tajo advierte del mal estado habitual del río, convertido «en un cadáver y una alcantarilla»

Confirmada la mala depuración con nuevo episodio de espumas - Foto: Yolanda Lancha

La clausura del III Foro Ibérico del Tajo, celebrado entre el jueves y el viernes de la semana pasada, devolvió las espumas sobre el caudal del río a su paso por Toledo. Antes del inicio del congreso, el Gobierno español aprobó un nuevo trasvase desde su cabecera hasta el Levante peninsular. Los dos sucesos, uno en el prólogo del evento, otro en el epílogo, ejemplifican su mala salud cuando alcanza la capital de Castilla-La Mancha.

Una densa capa de espuma alfombró el río durante el último fin de semana. La imagen empieza a hacerse habitual en cada invierno. El presidente de la Plataforma en Defensa del Tajo en Toledo, Alejandro Cano, achaca la presencia visible y superficial de la contaminación a los cambios bruscos en la climatología. «Las espumas se forman cuando bajan las temperaturas. Y los fosfatos presentes en las aguas del Tajo tienden a formarlas», asegura. En verano, la capa superior del caudal del río se llena de materia grasa. Esa sensación de «papilla, chocolate espeso», es frecuente en los días de estío.

«El río es un cadáver ecológico», proclama Cano. Desde la organización que dirige apuntan a la deficiente depuración de las aguas del río principal y sus afluentes como causas principales de una situación lamentable. «Todos los días hay espumas», añade el experto. Según sus estimaciones, sólo una tercera parte del caudal del Tajo a su paso por la ciudad procede del propio río; el resto «es agua de mala depuración». El área metropolitana de Madrid, con sus actividades agrícolas e industriales intensivas y una población de millones de personas, «es el principal punto de contaminación».

Cano señala cómo el agua del Jarama, afluente del Tajo al que vierte sus aguas en Aranjuez, es «casi 100% de depuración». La circunstancia se agrava por el difícil control que la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) puede hacer en el entorno del río madrileño. El presidente de la plataforma apunta al muy escaso personal con que cuenta un organismo que tiene que vigilar 17.000 kilómetros lineales de ríos y arroyos en toda la cuenca.

«Desde el 15 de octubre de 2016 [fecha de la primera aparición masiva de espumas en Toledo], el río no levanta cabeza: se ha convertido en una alcantarilla con el agua mal depurada», indica Cano. La eclosión puntual de espumas en la superficie evidencia una realidad que su desaparición no esconde. «El Tajo está exactamente igual todos los días. La contaminación está ahí y el río nos está diciendo que algo le sobra». La plataforma fecha en 2009 el inicio del empeoramiento ecológico del Tajo.

Desde la asociación exigen «más compromiso y vigilancia» a la CHT, campañas de sensibilización públicas en materias como las de las toallitas húmedas y una mayor voluntad política. Cano apunta, además, a la «política agrícola nefasta» de la Junta, por la sustitución de centenares de hectáreas de secano a regadío, y exige a los ayuntamientos «control» por sus vertidos al río. No se olvida de la depuradora ubicada en el Polígono, en el inicio del paso del Tajo por la ciudad, y lamenta las dificultades para denunciar estos hechos. «La cultura de protección de aguas tampoco existe a nivel judicial». 

Los trasvases, con la consiguiente pérdida de caudal, agravan «indirectamente» el maltrecho estado del río. «Como entra menos agua a Toledo, el agua contaminada se hace más presente. Se pierde oxígeno. Los trasvases favorecen que se concentre la contaminación en vez de ayudar a diluirla».