Toreros por un día; toreros para siempre y solidarios

Dominguín
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Los banderilleros Carretero, Miguel Martín, Rafael González y Sergio Aguilar, volvieron a torear por un día y por una buena causa solidaria. El 'Festival de la Lotería' de Illescas, obtuvo el premio gordo, en cuanto a asistencia de público.

Concurrido paseíllo con atuendos de campo, tal y como corresponde a las corridas benéficas, en una plaza que registró más de media entrada. - Foto: Dominguín

La lotería de navidad dejó un pellizco de euros en nuestra provincia y algunos quisieron probar fortuna de nuevo yendo por la tarde a la plaza de toros de Illescas. Allí se contribuía con una buena causa, ayudar a paliar los daños que la riada incontrolada de agua que afectó al municipio de Cebolla. El amplio coso se cubrió en algo más de la mitad de su aforo y los asistentes, ocuparon sus cómodos asientos a la espera de obtener suerte en los seis números que jugaban en el ‘Festival de la Lotería’.

Calurosa acogida del respetable a aquellos que quisieron volver por una tarde a ser jefes de filas, como lo fueron en su sueño de ser toreros. Estos cuatro protagonistas, José Antonio Carretero, Miguel Martín, Rafael González y Sergio Aguilar, también compraron los boletos de la suerte, sus cuatro novillos, que si embestían, les darían la posibilidad de que los espectadores saliesen satisfechos de su premio. El amplio paseíllo, estuvo plagado de cuadrillas y colaboradores que no quisieron dejar solos a los espadas por un día, toreros a pie y a caballo que fueron parte del premio obtenido por los que adquirieron los boletos.

La aparición a caballo de Morante de la Puebla, con su amplio ‘Cohiba’ y su gracia sevillana, levantó de sus asientos a los ansiosos asistentes, que ya se habrían conformado con la pedrea del sorteo. Sonaron los acordes del himno nacional tras el paseíllo, como ya es tradición en algunos eventos taurinos del coso illescano, tras lo cual el clarín, anunció que salía  la primera bola del sorteo.

Miguel Martín con el novillo indultado.Miguel Martín con el novillo indultado. - Foto: DominguínCorrespondió al veterano rejoneador de la tierra Borja Baena, un novillo cuajado, pero mansote, al que recibió con alegría y buena monta. Clavó el rejón de castigo caído y cambió de montura para poner un ramillete de farpas variadas que gustaron a sus incondicionales seguidores. Más apurado estuvo por los adentros, donde sufrió un susto al empotrar el astado a uno de los equinos contra el burladero. Subió el tono de la faena con las cortas y un ajustado par a dos manos de reducidas banderillas, tras las cuales enterró el acero de manera certera y efectiva haciendo caer al de hermanos Serrano en la arena. Dos orejas para abrir plaza, y primer premió para los que buscaban disfrutar del toreo a caballo.

El segundo número en juego de la tarde, fue para José Antonio Carretero, torero de Madridejos que recibió de manera estática y con gusto al buen astado de Daniel Ruiz. Lo fue meciendo por verónicas ajustadas hasta el tercio, rematando al burel con una media enroscada a la cintura y una revolera que caldeó la primera vuelta del bombo de la suerte. Tras el clarín se abrió el portón de caballos, y majestuoso apareció cual Quijote, el varilarguero que para esta ocasión, acompañó a su peón de confianza. Con sobriedad, Morante de la Puebla, cual centauro de otro siglo, vara en brazo, mona en pierna y metido de lleno en su papel, le instrumentó dos buenos y medidos puyazos al utrero. La plaza era un hervidero, por el premio obtenido, en este caso el bombo les agració con un numero en la pedrea, y algunos daban por buena su asistencia, pero quedaban más premios y sorpresas. Triple terminación del segundo número con los garapullos, pues Carretero se los ofreció a los matadores de toros en activo, Juan Bautista, Gómez del Pilar y David Mora, que de manera eficaz pusieron los palos en lo alto del morrillo del animal. Tras brindar Carretero a su familia, sacó por bajo al de Daniel Ruiz con suavidad al tercio, acompañándole sus nobles embestidas. Con la diestra sobresalió el temple con el que le llevaba cosido a la franela hasta donde su brazo le ordenaba. Lo probó con la zurda, pero vio que el mejor pitón era el inicial, con el que agradó al respetable en un trasteo medido y justo, refrendado con una estocada entera que le valió para cortar dos apéndices, que pidieron los agraciados con este número de sorteo.

Aquellos que llevaban la terminación en tres, fueron los agraciados de la tarde. El torero de Cardiel de los Montes, Miguel Martín, se trajo del campo charro, un utrero colorado de Domingo Hernández de nombre “Candilejas” que a la postre fue indultado por el presidente del festejo. Rodilla en tierra y con dos largas cambiadas, recibió el matador en tablas al bravo animal, que fue repitiendo una y otra vez al capote del matador que encajado y echando la ‘pata palante’ lo saco hasta los medios entre la algarabía de los tendidos. Lo puso al caballo de su jefe de filas, el novillero y ganadero Marcos, que lo pico de manera efectiva en lo alto cogiéndolo con la vara antes de llegar al peto, probando así de primera mano su bravura ante el equino de lo que a la postre pueda ser un semental de la casa. Se echó el capote a la espalda y quiso hacer un quite vistoso antes de dejárselo a los banderilleros. Le ayudaron en la lidia Toñete y Miguel Abellán, al cual brindo Martín la lidia del utrero. Sin probaturas se puso de rodillas para sacar al bravo animal al tercio, y encajado y aplomado, comenzó a torear con la diestra con gusto y clase. No se dejó nada en el tintero y demostró con su franela el toreo que lleva de manera innata dentro. Ese poso que solo se consigue cuando se cesa en torear y se vuelve a pisar un ruedo con la responsabilidad de ser el jefe de filas. Pese a lo simpático de la tarde, no quiso dejarse ganar la pelea y lució al colorado novillo por ambos pitones, siendo una simbiosis de acople y conjunción, el cual resultó siendo el premio gordo de la tarde para los que compraron el boleto en tres. Una faena completa, por ambos pitones, aprovechando la largura de las embestidas y poniendo su variedad con la muleta, hasta que asomó el pañuelo naranja en el palco presidencial y el astado volvió a los corrales, para ganarse la vida eterna. Paseó las dos orejas y rabo simbólicos ante la correspondencia de los agraciados.

Tampoco salieron defraudados los que apostaron en la Lotería en el número cuatro, que le tocó defender a Rafael González, matador de Pelahustan, que con su capote de vueltas azules, ya clásico en sus manos, recibió al utrero que trajo de Fernando Peña. Suavidad en el toreo de capa, cogida con las yemas de los dedos que se mecieron al son de la embestida de su enemigo. Chicuelinas al paso para ponerle en suerte que gustaron a los asistentes y un medido puyazo, que le animó a hacer un quite rematado con una media verónica soberbia. Brindó a su mujer y sus hijas que ocupaban unas barreras del coso, tras lo cual fue en búsqueda del burel, al que trazó un comienzo suave, pero de mucho gusto y empaque. Fue acoplándose a la embestida con la diestra, dándole distancia y suavidad en los toques y sus trazos, pero el toreo de mayor calidad lo vimos al natural, largo y templado, enganchando la cara del utrero delante y llevándole cosido a la pañosa hasta donde le trazaba los muletazos. Se tiró a matar por derecho y enterró el acero entero consiguiendo dos orejas que le supieron a premio gordo.

El siguiente número del sorteo, es uno de los predilectos de la gente y por los taurinos, el quinto, pero la escasa presentación del novillo de Garcigrande, desmereció la gran tarde que nos dio Sergio Aguilar, con un torero clásico, con un concepto perfecto en la distancias y en el uso de los trastos. Al final logró arrancarle dos orejas que paseó acompañado por su hijo Álvaro por el anillo de Illescas. La última oportunidad del sorteo para algunos estaba en el sexto, pero el titular volvió a los corrales por tener un pitón partido y salió uno de La Olivilla, que no le facilitó la labor al joven novillero Raúl Puebla de Esquivias. Puso voluntad y ganas ante una empresa complicada, lo cual se supera con preparación y entrenamiento que le valga para poder ser uno de los destacados novilleros de la tierra. En este novillo, destacó el matador de toros Raúl Rivera con los palos, que derrochó facultades en uno de sus fuertes desde que era novillero.

Al final a todos les tocó algo en el ‘Festival de la Lotería’, premios gordos o pedreas en un festejo que consiguió el fin que se perseguía ayudando frente a los daños de la riada del pueblo de Cebolla.