Piden una entrada accesible a la piscina de Azucaica

J. Monroy
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Aunque el vaso de la piscina sí es accesible, es complicado acceder al recinto en sí por la arena del parque circundante y la antigua rampa de la puerta

Piden una entrada accesible a la piscina de Azucaica

Tras las peticiones vecinales, por fin el acceso al vaso de la piscina municipal de Azucaica es accesible, con la silla adaptada para personas con discapacidad. Lo curioso es que llegar a este vaso puede ser toda una odisea. Así lo denuncia la madre de una niña con discapacidad, que ha pedido al Ayuntamiento que haga accesible la entrada a las instalaciones municipales. Haría falta adaptar muchas más cosas, pero de momento se conforma con poder acudir a la piscina con sus hijas sin tener que estar pidiendo ayuda para entrar.

Porque el primer problema con el que es encuentra la madre es la arena del pequeño parque que hay que atravesar hasta la piscina. Las ruedas de la silla se clavan y no avanzan. Ella tiene que estar pidiendo ayuda para que le ayuden a empujarla. Después tiene que llegar a la acera, en la que la antigua y minúscula rampa es más un escalón. Ella no puede sola con la niña y su hermana gemela, que bastante hace con sujetar las bolsas de la piscina. De nuevo, necesita ayuda. Igual tiene que dejar a las niñas solas e ir a la piscina a pedir este socorro.

Esta madre ha presentado una reclamación ante el Ayuntamiento y en la propia piscina, para que las instalaciones sean accesibles. Se trata de una cuestión que beneficiaría a su hija, apunta, pero también a otros muchos usuarios: todos los que quieran ir en silla de ruedas, incluidos los usuarios de la cercana residencia de la tercera edad, que veces también tienen dificultades para llegar a la piscina u otras partes del barrio.

Otros problemas de accesibilidad. Con todo, el acceso a la piscina es el menor de los problemas de personas que se mueven en silla de ruedas en Azucaica. Esta madre ha tenido unos días el coche adaptado estropeado, y ha tenido problemas hasta en los autobuses urbanos para ir al hospital, «que ni siquiera me quieren bajar la rampa, y otros están llenos y me dicen que no pueden parar». La respuesta que ha obtenido es que se coja un taxi, un lujo que la familia no se puede permitir.

Tampoco hay accesibilidad en el barrio, ni siquiera en la avenida de Azucaica, que es la calle principal. A la altura de la iglesia, ambas aceras se estrechan, y no cabe siquiera el coche de un bebé, y se tienen que bajar a la calle. Tampoco