Un emblema con dos nuevos guiños hacia Extremadura

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La Virgen de Guadalupe y los distintivos heráldicos de Malpartida de Cáceres, municipio donde nació el nuevo arzobispo en 1957, están presentes en su escudo junto con su devoción por el Sagrado Corazón de Jesús

Un emblema con dos nuevos guiños hacia Extremadura

La llegada de cada nuevo arzobispo de Toledo trae consigo la renovación de sus distintivos heráldicos. Igual que especialistas como Ventura Leblic y Mario Arellano son capaces de reconocer de un simple vistazo los escudos de Cisneros, Sandoval o Lorenzana, dentro de trescientos años habrá quien identifique los de Braulio Rodríguez o Francisco Cerro entre los centenares, miles de escudos repartidos por esta archidiócesis a lo largo de su historia. Emblemas que cada año, con motivo de la festividad del Corpus Christi, salen a la calle a la altura de Arco de Palacio, representados sobre los toldos que conectan la Catedral y el Palacio Arzobispal.

El escudo del nuevo arzobispo -que el propio Cerro Chaves escogió en 2007, al convertirse en obispo de Coria-Cáceres- rinde homenaje, en primer lugar, a sus orígenes extremeños. En dos de sus tres cuarteles o particiones -se trata de un escudo partido y mantelado en punta- aparecen la Virgen de Guadalupe y el castillo y el león propios de la heráldica de su localidad natal, Malpartida de Cáceres. La veneración del nuevo prelado por la patrona de Extremadura -aunque también por otras advocaciones marianas extremeñas, como la Virgen de Argeme (Coria) o la de la Montaña (Cáceres)- no sorprenderá a nadie a estas alturas, dadas sus polémicas declaraciones acerca de impulsar el cambio de diócesis para Guadalupe.

El tercer elemento es el Sagrado Corazón de Jesús, cuya presencia refuerza el lema en latín propio del nuevo arzobispo: Cor Jesu, fons evangelizationis pauperibus, es decir, «el Corazón de Jesús, fuente de la evangelización de los pobres». La devoción de Francisco Cerro por el Sagrado Corazón es conocida. No en vano, le ha dedicado varias de sus publicaciones.

Como hasta la fecha, su escudo episcopal se encuentra rematado por un capelo de sínople (verde). Cambia, sin embargo, el número de borlas situadas en el remate de sus cordones, que pasan de las seis propias de los obispos a las quince de un arzobispo primado (modelo que se conservará, aunque en gules o rojo, en el caso de que Francisco Cerro sea alguna vez nombrado cardenal). También es diferente la cruz de procesión acolada o situada tras el escudo, que pasa a cobrar dos travesaños en vez de uno, como corresponde a los arzobispos.

Aún es pronto para conocer si el nuevo prelado incorporará a su escudo tras su llegada a la archidiócesis -tal y como sí hicieron Braulio Rodríguez Plaza y Francisco Álvarez Martínez, pero no Antonio Cañizares- el collar mozárabe, distintivo reservado a arzobispos y alcaldes toledanos. En el descubrimiento de la placa realizado en Calzada de Oropesa con motivo de su llegada, no obstante, este elemento sí fue incluido.