SOS a 50 metros bajo tierra

La tribuna
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Once vecinos de Almadén y Chillón recrean el encierro minero de 1984 para poner el foco en los problemas de trabajo, oportunidades e infraestructuras que sufre la comarca

SOS a 50 metros bajo tierra - Foto: Rueda Villaverde

a. criado / almadén

La comarca de Almadén se ha ido desangrando poco a poco desde el cese definitivo de la actividad minera en 2003. Altas tasas de desempleo, que en mayo de este año rozaba el 30 por ciento en Almadén, y un decrecimiento progresivo de la población, que en los años 60 rozó los 14.000 habitantes en la ciudad que da nombre a la comarca y ahora es de apenas 5.461, azotan a un territorio que durante varios siglos se convirtió en el pilar económico de la Corona gracias al mercurio. Ahora, con el enfermo intubado en la UCI, la sociedad se sacude los efectos del cloroformo de cientos de promesas incumplidas y exige una oportunidad, tal vez la última, para salir adelante y ganar un futuro.

Primero fueron las concentraciones por una sanidad digna y unos días después, casi sin solución de continuidad, el encierro de 11 vecinos de la comarca en la mina, a 50 metros bajo tierra, para alzar la voz sobre los problemas de trabajo, oportunidades, infraestructuras y servicios básicos. Una iniciativa que recrea el encierro que otros tantos trabajadores del comité de empresa de Minas de Almadén y Arrayanes (Mayasa) realizaron del 30 de julio al 9 de agosto de 1984, hace 35 años, para protestar por sus precarias condiciones laborales y sociales.

SOS a 50 metros bajo tierraSOS a 50 metros bajo tierra - Foto: Rueda VillaverdeEl acto reivindicativo actual se enmarca en un proyecto cinematográfico que lidera el director almadenense Chico Pereira, que es, a su vez, uno de los 11 ‘mineros’ que permanecerán en la planta 23 hasta el próximo viernes. Sus vivencias serán recogidas en el documental El encierro, que seguirá a los protagonistas en el interior de la mina durante los 11 días, así como la repercusión de esta iniciativa en la superficie. Un trabajo en el que ha resultado clave la documentación recopilada por Pablo Marjalizo durante el encierro de 1984, «un dosier con todos los recuerdos que había ido acumulando durante esos días, en el que mezclaba lo personal y emotivo con lo reivindicativo y que irradiaba un sentido de unión, solidaridad y compañerismo que nos ha inspirado y que estamos intentando darle continuidad a lo largo del camino», afirma el cineasta de Almadén.

Pablo Marjalizo (su nieta Celia participa en el encierro) era un hombre recio al que llamaban ‘el seis pesetas’, porque «era más duro que un duro». Sin embargo, Chico Pereira sostiene que esa «coraza» era el resultado de «un desengaño y una herida muy grande», un «trauma colectivo» que han heredado los hombres y mujeres de su generación. Sobre ellos recae ahora un «peso del pasado» al que no están dispuestos a escribir el epitafio, «al menos no sin luchar». Su principal reivindicación es la constitución de una Mesa por Almadén «seria» en la que tomen parte todas las administraciones, desde los ayuntamientos al Gobierno de España, para diseñar «un plan de actuaciones de verdad» que tenga en cuenta el sentir de la gente, que no quiere otra cosa que «trabajar y vivir en su tierra».

Chico Pereira considera que Almadén es «un Ferrari sin gasolina», con recursos pero «sin gestión, apoyo ni organización». Apunta directamente a la declaración de Patrimonio de la Humanidad y al poco rédito que se ha obtenido desde este nombramiento, sobre todo por «el abandono de las administraciones». También a la Dehesa de Castilseras y a la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén (Eimia), la primera de España y una de las más antiguas de Europa, desde hace años amenazada por el cierre, «olvidando todo el peso histórico de su instauración en la zona».

SOS a 50 metros bajo tierraSOS a 50 metros bajo tierra - Foto: Rueda Villaverdeuna oportunidad. Los 11 encerrados en la planta 23 tienen en común su amor por esta tierra y lo único que piden es una oportunidad para que pueda salir adelante. Están convencidos de que «del pozo se sale», como reza una de las pancartas de apoyo colocadas en el parque minero, y máxime con «el sentimiento de comarca que está floreciendo». «Cada vez somos menos, por lo que tenemos que estar muy unidos y marcarnos un objetivo común para que nos escuchen y actúen», afirma Raquel Sevillano, que hace 16 años regresó a su Chillón natal, el lugar donde quiere vivir, para intentar ganarse la vida. Licenciada en Filología Inglesa y actualmente en paro, recuerda que «Almadén ha dado mucho a España y ya es hora de que se le vaya devolviendo algo».

Si ahondamos en la realidad que arrojan las frías estadísticas, la situación no es nada halagüeña. Almadén cerró el pasado mes de junio con 630 desempleados y desde que cesó la actividad minera, ha perdido cerca de 1.200 habitantes, pasando de 6.659 en 2003 a 5.461 en la actualidad. Un escenario similar al resto de municipios de la zona, como Chillón, Agudo, Alamillo o Guadalmez.

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El italo-brasileño Angelo Lusuardi llegó a la localidad del mercurio hace 13 años para estudiar en la Eimia y ha vivido en sus carnes la «decadencia» del pueblo y la comarca. Sin embargo, este químico de 39 años cree en el futuro de este territorio hasta el punto de que ha decidido quedarse a vivir aquí, «echar raíces». Escéptico como Santo Tomás, Nacho Gallego, guía turístico de profesión, está cansado ya de promesas caídas en el olvido, como la famosa autovía, y pide actuaciones concretas. «Hacen falta hechos y hacen falta ya», sentencia.