Llevan desde el verano sin ver a sus mayores y han querido manifestar su disconformidad, al tiempo que han tratado de comunicar a los de dentro que no están solos. Familiares de residentes se juntaron esta tarde a la puerta de residencias como la de Barber. Han protestado, han armado ruido con cacerolas y han cantado con villancicos. Y la respuesta del colectivo, explica su portavoz, Piluca Alba, es el de siempre: «que la Consejería Bienestar Social dice que no podemos entrar».

Los familiares son conscientes que los residentes están cuidados, más en una «residencia ejemplar, como esta». Pero no entienden que no puedan entrar a verlos ni en navidades, «porque sienten y piensan, y pueden estar tristes». La pandemia está siendo muy dura para ellos. Comprenden que hay que tomar medidas para paliar la pandemia, pero se trata de una residencia limpia, y si ellos demuestran que no están enfermos, «¿por qué no nos dejan pasar?». Porque en verano, cuando sí les dejaron, ocho visitas y una única persona, no hubo contagios. Entraron con todo cuidado y EPIs y no hubo problema. No entiende por qué no puede repetirse en navidades. Y no es cierto, apuntan, que se puedan hacer viedollamadas, depende de la voluntad de los trabajadores y no todos los residentes son capaces de mantenerlas.

Para más inri, explican los familiares, en comunidades como Castilla y León sí están pudiendo entrar y ni siquiera el criterio es unánime en todas las residencias de la región. Tienen conocimiento de algunas que, a su manera, lo están consintiendo, gracias a mamparas y plásticos. De forma que ya la pasada semana escribieron al Defensor del Pueblo y han presentado escritos al juez, dependiendo del caso. También algunos residentes están firmando una carta para el Defensor.

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