La huella arqueológica con acceso restringido

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El proyecto obvia la puesta en valor de unos restos arqueológicos conformados por las estructuras romanas sobre las que se asienta el resto del edificio, entre las que se localizaron muros del siglo I. Se descubrieron restos aterrazados que siguen la

Son pocos los toledanos que recuerdan contemplar este edificio abierto al público. De hecho, no pueden precisar ni el año ni el motivo por el que algunos conocieron un espacio tan aclamado y, a la vez, tan olvidado desde hace años. Pues bien, recuperado el interés por parte del Ministerio de Cultura -que a través de la Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos, a fecha 13 de junio de 2014, anunció la resolución por la que se convocaba procedimiento abierto para la adjudicación de las obras- y aludiendo al fin del inmueble de ser «museo de sí mismo», no deja de ser curioso que el proyecto no contemple la puesta en valor de los restos hallados el pasado año 2007.

Consolidado y protegido lo hallado con una losa de hormigón, el arquitecto responsable de los trabajos se refirió a los mismos informando que se habilitará el acceso  a la zona pero que la entrada será «restringida».

Fue en febrero del citado año cuando al amparo de la entonces consejera de Cultura, Blanca Calvo, se procedió a excavar el lugar. Unas labores que pretendían recuperar un inmueble que llevaba cerrado más de cuatro años.

Desde aquel momento, y anunciada la intervención como previa a la puesta en funcionamiento el edificio, nunca más se supo ni del proyecto ni del uso merecido. Porque a pesar de que la Consejería de Cultura trabajó con el Instituto del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura para diseñar un proyecto que permitiera la visita de lo hallado en el lugar, lo cierto es que tras la salida de esta consejera y del que fuera director general de Patrimonio la intención se desvaneció a pesar de la actuación realizada y de la inversión correspondiente.

Se apostó, en ese momento, por convertirlo en un museo -colaborado por el Ministerio de Cultura- que ofertase la posibilidad de visitar los hallazgos arqueológicos, por ello se ideó la conservación del suelo y de todas las características del salón mudéjar. Hay que recordar que la intervención estaba destinada a instalar una cámara de aire que evitara las humedades en el edificio, actuación que propició el descubrimiento de restos hasta los cinco metros de profundidad.

Se trataba de las estructuras romanas sobre las que se asienta el resto del edificio, entre las que se localizaron muros del siglo I encofrados de mampostería y argamasa. Se descubrieron restos aterrazados que siguen la variación original del terreno, y aparecieron trazas de lo que parecía una antigua calle romana aporticada.

Por tanto, las labores arqueológicas dejaron al descubierto un espacio urbano anterior a la construcción del edificio mudéjar en el que destacaba una vivienda del siglo XII y una despensa. En un nivel inferior se exhumaron una calle y una puerta de acceso a una casa posiblemente de origen islámico, y los restos de muros romanos, así como un horno de fundición de campaña del siglo XIII.

Gran casa mudéjar. El Taller del Moro, edificio de planta rectangular y muros de mampostería encintada, conserva su salón y tiene que ver con las llamadas ‘casas principales’, que fueron construidas por la nobleza toledana en los siglos XIV y XV.

Después de varias utilidades y propietarios, el Taller del Moro fue adquirido por el Estado en 1959, año en el que llevó a cabo la restauración del edificio. Desde 1963 estuvo dedicado a ser Museo del Mudéjar toledano, hasta que los problemas de humedades obligaron a cerrar sus puertas.