Su obra permanece con la Diócesis más joven de España

I. G. Villota / Toledo
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La potenciación del Seminario, el sínodo diocesano y el rito mozárabe son algunos de sus grandes logros, junto a la atención a sacerdotes, la fundación de escuelas de catequistas y la visita a las parroquias

Su obra permanece con la Diócesis más joven de España - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Nacido en la localidad vallisoletana de Villanubla en 1918, Marcelo González llegó a la cátedra toledana el 23 de enero de 1971. Tomó posesión el 23 de enero de 1972 -festividad de san Ildefonso-, ocupando el número 117 en la historia de los prelados de esta diócesis. Santiago Calvo, canónigo y su colaborador durante más de cuatro décadas, tiene claro que don Marcelo cambió la Iglesia toledana. Llegó cuando había una importante crisis de vocaciones en toda España, pero él revitalizó el Seminario Mayor de la ciudad, que estuvo «a punto de cerrarse». 

Al tiempo de su llegada, ordenó a 414 sacerdotes. Ahora mismo Toledo tiene la diócesis más joven de España, y probablemente de Europa, algo que se debe, sin duda, «al trabajo que hizo don Marcelo», sentencia el canónigo. 

En este apartado cuenta una anécdota. «Al llegar la diócesis estaba algo revuelta. La primera vez que fue al Seminario, el rector le dijo que los seminaristas estaban reunidos en asamblea y querían hacerle unas preguntas. Buscaban probarle. Su respuesta fue que los seminaristas debían ir cada uno a su habitación y que si no en esa misma tarde expulsaba a todos y cerraba el Seminario», recuerda. «Después se fue reuniendo uno a uno con todos para escuchar lo que tenían que decirle, pero uno a uno». 

La preparación y celebración del sínodo diocesano y la revisión del rito mozárabe, de acuerdo con las normas del concilio Vaticano II, son otras de las grandes obras del cardenal, destaca Calvo, quien no se olvida de otros asuntos en los que «trabajó de manera continua» como la atención a los sacerdotes. «Estuvo siempre para ayudar en su vida humana, así como en su formación intelectual y espiritual», indica. 

La promoción del Apostolado seglar con asociaciones como Acción Católica y los movimientos que empezaban a surgir entonces de los Neocatecumenales y Los carismáticos.  

«La catequesis fue otro de sus grandes intereses», recuerda, con la fundación «de 30 escuelas de catequistas, y las escuelas de Teología de Toledo y de Talavera». 

Don Santiago también incide en la importancia que daba el purpurado a conocer a los fieles, pasar tiempo con ellos, más allá del elitismo de ser Primado de España. «Fue el primer arzobispo que visitó todas las parroquias de la diócesis», destaca

cercanía. «Le encantaba hablar con las personas mayores y los niños. Disfrutaba mucho en las confirmaciones y en las reuniones con la gente sencilla que solía reunirse en un salón tras la ceremonia religiosa», continúa. 

Don Santiago explica que estas son las obras de cara al exterior, pero apuesta por destacar «la tenacidad y el trabajo continuo en el día a día». 

Por eso, incide en que para él «lo importante es que se le siga recordando, se rece por él y sus obras permanezcan para bien de la Iglesia».