La fama «casi mesiánica» de Padilla

M.G
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Fernando Martínez Gil, escritor y profesor universitario vinculado a la UCLM ofrece una conferencia sobre Juan de Padilla y María Pacheco en la Real Fundación de Toledo

La fama «casi mesiánica» de Padilla - Foto: Yolanda Lancha

Juan de Padilla y Toledo siempre irán de la mano. La Historia tamién les unió en el levantamiento comunero y en su marcado protagonismo en la rebelión, aunque Toledo alargó su lucha hasta 1522 mientras que la de este político y militar toledano se interrumpió un año antes tras su ajusticiamiento.

Y no hay dos sin tres. El tercer protagonista es Fernando Martínez Gil, docente de Historia Moderna en la Universidad de Castilla-La Mancha hasta hace unos meses, puesto que ahora colabora como profesor honorífico, que conoce a fondo la Guerra de las Comunidades de Castilla y aprovechó para impartir  una conferencia en la sede de la Real Fundación de Toledo, enmarcada en el ciclo ‘Los lunes al sol’ para acercar al público la figura de este hidalgo y la de su esposa, María Pacheco, a la lucha  popular que se mantuvo contra el monarca Carlos I y esbozar el papel de la ciudad en buena parte de ese siglo XVI tan convulso a nivel político y económico.

El ponente dibujó el árbol genealógico de esta extensa familia hidalga y su peso histórico.  Juan de Padilla, era hijo de Pedro López de Padilla, guarda del rey y regidor de Toledo, y a su vez sobrino de Gutierre de Padilla, comendador mayor de Calatrava y de Diego López de Padilla, mariscal de Castilla. El protagonista creció durante su infancia «en un tiempo conflictivo», que coincidió «con la muerte de Isabel I, la lucha de bandos y la declaración de incapacidad de la reina Juana».

Su figura fue cobrando peso a raíz de su matrimonio con María Pacheco, hija de Íñigo López de Mendoza, marqués de Mondéjar y conde de Tendilla, que controlaba el reino de Granada, en 1511. Sin embargo, la muerte de su suegro y de su tío cuatro años más tarde  «truncaron sus expectativas» a pesar de que ya era regidor de Toledo, y tres años más tarde ostentó la capitanía general del reino.

Martínez Gil se centró en el papel protagonista de Toledo en la rebelión, «que fue conocida como la causa del movimiento comunero». Padilla no fue  el único regidor rebelde, pero sí fue el que adquirió más fama, tanta que se la puede tildar «de casi mesiánica» entre la población a pesar de que «fue perdiendo su prestigio entre los más moderados dentro del movimiento comunero». Y así lo reflejó Julián Sainz Milanés (1843) en un artículo de ‘Lecturas agradables e instructivas’.

Martínez Gil fue ofreciendo datos, luchas, batallas, pérdidas, conflictos políticos, destituciones y otras vicisitudes por la que pasó la revuelta comunera hasta el linchamiento de Juan de Padilla en 1521. A su muerte, su esposa María Pacheco cogió el testigo, el protagonismo, el mando de la sublevación de Toledo y la resistencia a las tropas realistas. Una sublevación, tras la batalla de Villalar, que se alargó nueve meses.

A pesar de su lucha y de su corto papel como protagonista de la resistencia, que nadie discute, lo cierto también es que Toledo tardó en ser ocupada porque las tropas reales atendieron otros conflictos.

La amena ponencia de Martínez Gil puso de manifiesto su gran conocimiento de esta etapa histórica, de la que también dejó impronta hace tiempo con un artículo titulado ‘Juan de Pacheco o el mito de la rebeldía’, publicado en la revista de Historia Moderna de la Universidad de Valencia.