Jesse Fernández, un fotógrafo errante también por Toledo

EFE
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Una muestra en Brasil sobre la obra del artista cubano de origen español repasa su obra sin dejar de lado su paso por Toledo, ciudad en la residió entre 1974 y 1976

Jesse Fernández, un fotógrafo errante también por Toledo

El paisaje urbano y el retrato como elementos que hablan de la latinidad conforman la esencia de la exposición ‘Errancia y fotografía’, una muestra del fallecido fotógrafo Jesse Fernández que llega a Brasil para mostrar como este cubano de origen español ensalzó la esencia de la cotidianidad con su lente.

La muestra estará abierta al público desde este jueves y hasta el 21 de septiembre en la sede del Instituto Cervantes de Río de Janeiro, para luego ser exhibida en Sao Paulo y Brasilia.

«Errancia y fotografía es una exposición que tiene identidad y sentido por sí misma», explicó en entrevista a Efe su comisario, el español Fernando Castillo, porque refleja «el nexo de latinidad» de los diferentes países en los que vivió y que visitó Fernández durante su trayectoria.

Cubano de nacimiento pero con identidad española, Jesús Antonio Fernández fue un cosmopolita con alma de artista que comenzó a plasmar su sentir con la pintura para dedicarse luego a transmitir la cotidianidad de la gente en las calles y la esencia del alma en sus retratos.

El fotógrafo, de padres españoles (asturianos), nació en La Habana en 1925, una ciudad que llevó en su corazón pero que, en sus 60 años de vida, nunca amó tan profundamente como a España, como señaló a Efe la francesa France Mazin, su viuda y quien está en Río para coordinar los detalles de la muestra.

Fernández vivió en países tan diferentes como Cuba, Estados Unidos (Nueva York), Colombia (Medellín), España (Toledo y Madrid), Puerto Rico y Francia (París), y viajó por Guatemala, México, Venezuela e Italia, donde registró la mayoría de sus fotografías.

 Entre 1974 y 1976, vivió entre la ciudad de Toledo, a la que considera «la más bella ciudad del mundo», y Madrid donde expone con regularidad, especialmente sus «cajas» – síntesis simbólica de asociaciones entre su lectura personal de la historia y la cultura universal. En 1977 se instala en Francia donde realiza fotografías de arquitectura y retratos de artistas como Joan Mitchell, Francis Bacon, Henri Moore. También participa en numerosas exposiciones personales y colectivas.

Castillo, como comisario de la muestra, decidió estructurar la exposición en módulos, cada uno correspondiente a los lugares donde el fotógrafo vivió o visitó por trabajo, y de los que se exhiben los registros que fueron captados con su mirada sobre lo urbano y los retratos, siempre en blanco y negro y bajo la línea de la hispanidad.

La fotografía la descubrió en Colombia, el país que marca el antes y el después de Fernández en su vida profesional. Allí trabajó al lado de Gabriel García Márquez en una agencia de publicidad en Medellín, cuando el escritor colombiano iniciaba su carrera como periodista y mucho antes de ganar el Premio Nobel de Literatura por «Cien años de soledad».

«Él llegó a Colombia por necesidad. Era pintor y en ese país aprendió fotografía a través de lo que veía en los carretes», aseguró Castillo.

En Colombia, además de Gabo, a quien años después retrató en París y nunca en su país natal, conoció a otros reconocidos nombres de las letras como Álvaro Mutis y Nicolás Suescún.

Castillo explicó que el fotógrafo cubano-español comenzó con un trabajo muy indigenista en las selvas de Colombia, donde buscó lo exótico, una labor que continuó con menos intensidad en Guatemala y que en México desapareció.

«En México ya era un fotógrafo diferente, un fotógrafo más urbano donde lo exótico, si lo recoge, es porque está presente, pero ya no lo busca», señaló.

Fernández siempre se movilizó en el mundo del arte y de la intelectualidad, donde no solo participó de tertulias interminables, sino que registró a figuras de gran renombre internacional, muchos de ellos, cuando apenas estaban en sus inicios.

Los pintores Jackson Pollock y Salvador Dalí, el artista plástico Marcel Duchamp, el escultor Edgar Negret; los escritores Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa, Juan Goytisolo y Jorge Amado, y el cineasta Luis Buñuel, quien fuera uno de sus amigos más cercanos, figuran entre ellos.

Fidel Castro, quien también tiene un capítulo especial en su historia personal y profesional, fue un ícono que brilló y se desvaneció rápidamente en la lente del fotógrafo.

Fernández, quien llegó a ser el fotógrafo oficial del expresidente cubano, abandonó al líder socialista y al país caribeño tras conocer la represión ejercida por la revolución, algo que nunca pudo compartir. una historia que quedó plasmada en «Tres tristes tigres», la novela de Guillermo Cabrera Infante.

La última parada de la muestra está dedicada a Palermo, el lugar donde Fernández realizó un trabajo en las catacumbas de la capital siciliana, que siglos atrás estuvo bajo el dominio español.