La magia del toreo surge en Aranjuez

Dominguín
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Se puso el cartel de 'No hay billetes', en una corrida donde triunfó Daniel Luque, Morante destapó las esencias y Roca Rey mostró su arrolladora capacidad con cientos de toledanos en las gradas

La magia del toreo surge en Aranjuez

Día de San Fernando, fiesta grande en Aranjuez y segunda corrida de la feria taurina. Se puso en las taquillas el ya inusual cartel de ‘No hay billetes’, con el aforo autorizado de algo más de cuatro mil espectadores. Los controles en los accesos hicieron que tuviera que comenzar minutos después de la hora fijada, no sin antes escuchar los acordes del himno nacional.

Dos debutantes en el bicentenario coso, los dos que salieron en volandas al final del festejo Daniel Luque y Andrés Roca Rey, mientras que Morante lo tuvo que hacer a pie tras una tarde de muchos detalles de torería. Corrida de toros justa de presentación, noble y colaboradora con los espadas, sin tener la acometida y bravura que se espera de una ganadería plagada de tantos éxitos como es la de Núñez del Cuvillo, con la que los toreros estuvieron cómodos.

La expectación por Morante ya se vio en los aledaños de la plaza y en patio de cuadrillas, pero cuando abrió su capa el run run fue ‘in crescendo’, llegando a lo sublime en el recibo armonioso por verónicas al compás de sus templadas muñecas. Volvió a torear con la capa tras el encuentro del burel con el equino, suavidad por verónicas, dejando entrever las ganas que traía a Aranjuez el de La Puebla. Comenzó su trasteo por alto, ayudándose con la simulada, rematando el prólogo con un trincherazo al que siguió un natural enroscado a su figura. Dos tandas con la diestra con suavidad, ayudando al toro que cogía los engaños por bajo, tras lo cual cambió sus engaños de mano. Por naturales se encajó más aún, echando la pata “pa lante”. Volvió con la diestra para rematar con adornos el final, tras lo cual enterró la espada entera con efecto rápido por su ligera caída del sitio. Oreja para el sevillano que paseo entre aclamaciones.

La magia del toreo surge en AranjuezLa magia del toreo surge en AranjuezAl que hizo cuarto, protestado de salida, no lo vio hasta un quite por chicuelinas, tras lo cual cogió el mismo los rehiletes y puso tres pares de entrega, el tercero al quiebro, caldeando los tendidos para su faena muleteril. Comienzo sublime por bajo y muletero con la diestra en la que las ganas de Morante se toparon con un toro que se apagó y dejó en una ovación su labor.

El capote de Daniel Luque es prodigioso, sublime se podría considerar, pues lo mece con suavidad, a vez que templa en las telas las acometidas de salida de los toros. Así lo hizo con su primero, al que le recetó verónicas y delantales, quite por chicuelinas muy ajustadas tras el tercio de varas, terminándolo con una ceñidísima media de la que salió con gusto torero. Brindis al respetable, y comenzó en las tablas sin enmendarse por ambos pitones, rematando el recibo con trincherazos y pases del desdén antológicos, que recortaban las litografías taurinas de la cartelería de antaño. Pero tanto quiso el sevillano que acabo pudiendo en breves minutos con el Cuvillo, que se enceró en tablas, dejando al espada la solución de plantarle ahí batalla, conectando de manera excepcional con el graderío. Atronó al toro de gran estocada y el palco le concedió el doble trofeo.

Como una exhalación recibió de capa al quinto Luque, todo un recital de gusto y empaque por verónicas, echándose siempre hacia adelante, pasándose al toro muy cerca, sin enmendarse. Sin casi picar llegó el toro al último tercio, donde Luque exprimió las escasas posibilidades de triunfo del toro que fue apagándose hasta que el espada sólo le quedó el torearle con encaje y temple de uno en uno y el recurso de meterse en los pitones del astado. Mato en lo alto y consiguió una oreja que sumaron tres al global de su actuación.

Roca Rey, vestido con un profuso vestido azul marino y oro, debutaba en el bicentenario coso y fie principal atrayente de público a los tendidos. Con suavidad recibió fácil de capa a su astado, llegando en el quite su mayor brillantez, chicuelinas, tafalleras, tijerillas, media y revolera, alborotando al respetable. Como una estaca aguanto cinco veces ya con la muleta las embestidas del Cuvillo por ambos pitones rematándolo con un larguísimo pase de pecho. Bajó con la diestra la mano una barbaridad para llevar los pitones del toro cosido a su tela lo más largo posible, así en varias tandas. Luego con la zocata volvió a desarrollar esa facilidad para templar y mandar por bajo a sus oponentes. Mato de estocada efectiva.

Al que cerró el festejo y la feria lo recibió con el compás abierto por verónicas, y le hizo un quite de riesgo y exposición en el centro del anillo, acabando toreando a una mano cual muletazos, y rematándolo con un pase de pecho. Pudo con la pañosa el peruano al astado, toreando con mano y trazo largo desde el principio, exprimiendo sus primeras acometidas del noble toro que se acabó muy pronto. Dos orejas le otorgó el palco tras un epílogo por luquecinas y una estocada entera en lo alto.