Guerras y pecados de la carne

Vidal Maté
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El potente lobby vegano impone sus intereses sobre las carnes de origen animal con el apoyo de organismos internacionales y gobiernos como el español

Guerras y pecados de la carne

El sector de la carne ha sido protagonista de la actualidad en las últimas fechas ante las manifestaciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, recomendando un menor consumo, especialmente de las carnes rojas, por sus efectos nocivos para la salud y por el papel negativo de la ganadería en la deforestación del planeta y la emisión de gases efecto invernadero.

Garzón, abducido por los movimientos y organizaciones ecologistas, medioambientalistas o de una potente industria vegana con capacidad financiera para apoyar todo este tipo de posiciones, en realidad no nos ha descubierto nada nuevo sobre su poder para interferir en el consumo y poner palos en las ruedas de la actividad industrial ganadero-cárnica, como ya lo hiciera antaño con el jamón, el aceite de oliva o el azúcar. Tampoco ha dicho nada nuevo en relación con la ofensiva actual contra la carne y se ha limitado ser vocero, ahora con tribuna ministerial, de los mensajes que llevan repitiendo en los últimos tiempos, desde diferentes organizaciones mundiales en agricultura y salud hasta el propio Palacio de La Moncloa, pasando por las autoridades comunitarias.

En este sentido, la realidad es que el sector de la carne y, a la postre, la actividad ganadera, se enfrenta sobre el papel a guerras con diferentes frentes e intereses con el mismo objetivo. Ese objetivo se concreta en reducir el consumo de carne para sustituirlo por otros productos elaborados a partir de otras materias primas, no de origen animal, aliñadas con conservantes y colorantes; o por «carnes» obtenidas en un laboratorio a base de multiplicar células de otra pieza de carne sin que, hasta la fecha, haya una seguridad a efectos de la salud según aseguran desde la organización Carne y Salud.

En la línea de los movimientos ecologistas más radicales o de la industria vegana elaboradora de «carne» a base de legumbres o cereales, Garzón fundaba sus críticas siguiendo en primer lugar el viejo discurso de la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Desde este organismo son permanentes los mensajes contra el empleo elevado de recursos como agua, tierra o materias primas para la obtención de proteínas animales ante las perspectivas de unas mayores necesidades para la alimentación de la población y, sobre todo, señalando que es posible obtener las mismas proteínas en base a otras actividades.

El sector de la carne ha sufrido y sufre igualmente las recomendaciones lanzadas desde la Organización Mundial de la Salud al señalar los riesgos de contraer enfermedades como el cáncer si se abusa de las carnes rojas, mensajes que han sido permanentemente replicados por esos movimientos ecologistas, medioambientalistas y veganos, mientras desde la otra orilla la respuesta a esas posiciones vía estudios y sobre todo la divulgación de los mismos ha sido muy escasa y sin apenas incidencia. En ese contexto, empresas líderes en el sector de la carne, ante esa guerra, ya optaron en su día por unirse al enemigo y apuntarse a la oferta vegana como un nuevo nicho de mercado para su actividad industrial, algo que sucede igualmente en el sector de la leche, donde grandes empresas venden leches vegetales junto a su leche de origen animal.

En Bruselas la carne ha sido y es también uno de esos productos a batir si se analizan las estrategias ‘Del campo a la mesa’ y ‘Biodiversidad 2030.’ Pero, no es solamente eso: el pasado otoño, el Parlamento Europeo no daba luz verde a una enmienda en el desarrollo de la PAC por la que se planteaba la necesidad de no llamar hamburguesa o salchicha a productos no elaborados con carne. El fuerte lobby vegano naciente apoyado por grandes grupos de poder en el mundo impusieron su fuerza en Bruselas para rechazar la enmienda y dar libertad a cada Estado para operar en esa dirección. En España, con el silencio en algunas Administraciones y las críticas de organizaciones agrarias, funcionan etiquetas donde se llama carne a lo que no lo es con la consiguiente confusión para los consumidores.

A nivel nacional, las críticas de Alberto Garzón al consumo de carnes no son nuevas o una idea soltada por sorpresa desde el Ministerio de Consumo como para que alguien del Gobierno se rasgue los vestiduras, cuando hace solamente unas semanas, desde el propio Palacio de La Moncloa, en su Estrategia 2050, se abundaba en las mismas consideraciones contra la carne y además utilizando los mismos argumentos que los utilizados por el ministro. Extraña que las palabras de Garzón hayan sorprendido al resto del Gobierno y, sobre todo, que el responsable de Agricultura, Luis Planas, señalara no tener conocimiento de esta campaña, como tampoco lo tenía sobre la estrategia del lobo de Teresa Riberasituación en la que se vio obligado a salir con retraso en contra de lo dicho y hecho por compañeros del mismo Gobierno. Ponerse de lado tiene estas consecuencias.

Esta guerra interna nacional sobre las carnes pone de manifiesto, en primer lugar, la gran división o falta de comunicación entre ministerios ante un mismo problema. Segundo, el fuerte peso de los lobbies veganos en la defensa y promoción de su oferta y en las críticas contra las carnes, filosofía asumida por el Gobierno español.

Tercero, que el sector ganadero-cárnico está dando una respuesta corta, tardía y solo puntual. Sería indispensable una estrategia a medio y largo plazo utilizando todos los argumentos, desde los científicos a los de la salud, los económicos y medioambientales, además de su papel clave para el sostenimiento del territorio. El nuevo escenario supone un riesgo para más de 360.000 explotaciones y esas casi 3000 industrias, en su mayor parte pequeñas y medianas, que no se pueden apuntar a la elaboración de productos veganos como han hecho algunos de los grandes grupos cárnicos.

Y cuarto, la necesidad de unas Administraciones más implicadas en los controles de los etiquetados para evitar la confusión al consumidor sobre  lo que es carne y lo que son productos elaborados a base legumbres y aditivos o un producto de laboratorio.