El viaje al bosque de Carolyn

M.G
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La conocida fotógrafa, guionista y productora expone una colección de fotografías de gran formato de paisajes en la Colección Roberto Polo hasta el 8 de enero. La artista juega con los constrastes de la noche, la paz, la intriga y la penumbra

El viaje al bosque de Carolyn - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

El rojo de sus labios desgastado por las horas resalta casi insultante en una tez pálida que conjunta con una larga melena casi blanca. Carolyn es una mujer de contrastes. Quizá lo que más resalte son sus ojos intuitivos, pacientes, los de una mujer madura que sabe esperar el momento justo para apretar el botón de su cámara, a la que no le importa si hace frío, llueve o es la una de la madrugada. La sencillez manda en su arte aunque quizá eso no lo vean los espectadores que contemplan sus fotografías porque es necesario sentarse un rato con ella para descubrir que con poco llega lejos, con una cámara y algo de luz ambiental. Y si hay demasiada oscuridad le basta con unos buenos faros del vehículo y poco más para atrapar al espectador en sus historias y ayudar a tejer las suyas.

«Paz e intriga» se conjugan a la perfección en las 52 fotografías de la colección ‘The Story Series’ que Carolyn Marks Blackwood expone en la Colección Roberto Polo (Corpo), en el crucero superior, la zona reservada para muestras itinerantes de grandes artistas contemporáneos. La fotógrafa, una reconocida guionista y productora de cine en Estados Unidos, se siente en casa en este museo gracias a la acogida de su gran amigo Roberto Polo. «Somos muy cercanos», suelta el coleccionista con admiración y con la complicidad de las confidencias y de las buenas conversaciones de amigos.

Las carreteras tortuosas, la nieve, la tormenta, los árboles desnudos e invernales y las casas solitarias a media luz dibujan paisajes únicos, solitarios, bellos, sosegados, pero también dramáticos y tenebrosos, escenarios perfectos para el romanticismo, o quizá para rodar un buen thriller. Los protagonistas de las fotografías de Carolyn no aparecen, pero están presentes en cortas leyendas literarias que invitan al espectador a continuar la historia, a dejar su propio poso, a sentir frío, compasión, ganas de abrir la puerta de una casa de montaña, resguardarse al abrigo de una chimenea, necesidad de huir de esas carreteras con curvas...

El viaje al bosque de CarolynEl viaje al bosque de Carolyn«Recordaba el sueño, no la realidad».Esta leyenda acompaña a una de esas 52 fotografías de gran formato de esta serie de paisajes. Es la única en la que aparece una persona y se coló «por error», cuenta la autora con resignación. El primer plano de la fachada de una casa con nueve ventanales protagoniza la foto. Pero el espectador puede ir mucho más allá. Las distintas intensidades de luz en las ventanas invitan a pasar a la vivienda a protegerse de la nieve al anochecer, o al amanecer quizá, quien sabe si ese cielo oscuro y azulado al mismo tiempo duerme o se levanta.

«El espectador puede leer dentro de la historia y enlazarla con sus propias experiencias de vida», explica Carolyn, o tiene la posibilidad de continuar el guión de cada fotograma que consigue la fotógrafa con su cámara cuando tiene ocasión. Cada uno puede ver y sentir lo que quiera, es libre siempre que sea activo, participe «y se ponga en el lugar de la artista». Más de un espectador se ha acercado llorando e impresionadocon esta colección. A otros les extraña tanto paisaje solitario.

«Desde el 11 de septiembre de 2001 he suprimido las personas de mis fotografías. Justo desde que ví los aviones llegar a las torres». A Carolyn las imágenes le horrorizaron y la dejaron muy marcada. «Antes mis fotografías estaban llenas de gente, no sé qué me ocurrió, pero fue el efecto que produjo». A esta artista nacida en Alaska y afincada en Estados Unidos no le convence del todo la explicación, necesita ir más allá para que se la entienda. «Tampoco estoy segura de si me gusta mucho la gente...»

El viaje al bosque de CarolynEl viaje al bosque de Carolyn - Foto: VÁ­ctor BallesterosLa respuesta provoca una sonora y cálida carcajada a medio metro de Carolyn. Polo no se puede creer lo que ha dicho. «No es verdad, sí le gustan ciertas personas. Nosotros, por ejemplo, somos muy cercanos y nos contamos todo».

su visita a toledo. Estos días Carolyn y Roberto han tenido mucho tiempo para charlar y para dar paseos por la ciudad en busca de buenas imágenes. Los cobertizos o la casa del Armiño, en la calle San Clemente, «donde Buñuel rodó Tristana», han encandilado a Carolyn y puede que las fotos que ha hecho de noche formen parte de una nueva colección que termine colgada dentro de unos meses en la Colección Roberto Polo. El coleccionista  asiente con ganas porque sabe que Carolyn siempre tendrá paredes para exponer en este edificio.

Ella también sonríe porque en el fondo sabe también que tiene que volver a Toledo pronto para continuar buscando rincones a media luz, fotos en blanco y negro, ese río tortuoso y esquilmado bañado por la luna quizá y otras instantáneas «con alma» que puedan terminar expuestas en grandes museos de distintos países porque Carolyn ya se ha labrado un hueco importante en la fotografía a pesar de que ella misma se define como «una artista pictórica y visual que no sabe mucho sobre la técnica de la fotografía».

-¿Cómo le ha influido el cine en esta serie de fotografías?

«Soy muy visual, en general. Pero también escribo guiones para muchas películas. Son mis dos amores, la imagen y la palabra, así que usé un poco de mi capacidad como guionista para las imágenes».

El currículum profesional de Carolyn da vértigo. La fotografía es algo más reciente, pero lleva muchos años trabajando como guionista y productora de cine. Uno de sus últimos proyectos ha sido ‘El bailarín’, de Ralph Fiennes, sobre la vida de Nureyev. La producción ha corrido en parte a cargo de Magnolia Mae Films, empresa de la que es socia mayoritaria, que ha producido también grandes éxitos cinematográficos como ‘La mujer invisible’, ‘Philomena’ o ‘La Duquesa’. Y tiene las estanterías llenas de premios, entre las que destaca un Oscar por esta última película y nueve nominaciones, entre otros galardones.

Aun así, Carolyn no sabe presumir, todo lo contrario, los halagos se los toma con naturalidad y quizá con algo de timidez todavía. Continúa trabajando proyectos cinematográficos y en unos meses su productora se embarcará en una serie que narra la tragedia que se produjo en Tailandia en 2018, cuando unos niños se quedaron atrapados en una cueva.

También se ha embarcado en un largometraje, pero no le gusta hablar demasiado de ello. Su productora no busca películas rentables ni comerciales, de las que dan dinero, se inclina por buenos proyectos de autor, películas con mucha calidad aunque los beneficios sean escasos. Lo tienen muy hablado ella y su socia Gabrielle Tana desde hace años.

A pesar del trabajo intenso que exigen los rodajes, Carolyn continuará llevando la cámara consigo para seguir inmortalizando paisajes. Con la fotografía se siente libre. «Haría mi trabajo de fotógrafa aunque nadie lo viera porque se trata de una necesidad y es algo mío exclusivamente. En una película puede trabajar un equipo de cien personas y tú formas parte de ello, pero la fotografía es algo mucho más personal».

Los planes de Carolyn siguen siendo combinar el cine y la fotografía en los próximos años y ahí Roberto Polo también tiene mucho que decir porque tiene ganas de que se ruede un largometraje de su vida. Carolyn ya lo ha hablado con él y sabe frenar su inquietud. «Lo haremos dentro de tres años», comenta Polo con entusiasmo... «Dentro de cinco», le replica ella porque el proyecto exige reposo. Da igual dos años más o menos, pero Polo ya tiene en la cabeza cómo puede abordarse el proyecto que sugirió hace tiempo su prima Ana Polo, que estuvo interesada en producir la película, pero finalmente lo hará Magnolia Mae Films, ya que su buena amiga Carolyn se hizo cargo nada más conocer las posibilidades y después de una conversación con Polo. Ella observa sin decir nada. Quizá está pensando cómo llevar a la pantalla la vida de su amigo reflejándolo con la mayor fidelidad, con sus aciertos, su trayectoria como artista y como coleccionista, su vitalidad, sus proyectos, pero también con sus curvas y sus caminos intrincados.

Más series. A Carolyn no le interesa la intensidad del sol, sus rojos, naranjas ni amarillos por mucho romanticismo que despierten ni mucha luz que deslumbren. «Odio el verano», comenta como confidencia. «Nací en Alaska y sólo me gusta el invierno. No me interesa el verano salvo cuando hay tormenta». Cuando el cielo se enfurece Carolyn sabe captar esos colores morados y esos siniestros relámpagos que iluminan un instante.

Así nació también ‘The Story Series’ una buena noche. Carolyn regresaba en coche a su casa, cerca  del río Hudson, en Staatsburg (Nueva York) y le dijo a su  marido que parara cuando comenzó una buena tormenta. No se pudo resistir y captó con su cámara singulares paisajes, casas solitarias, árboles cansados por el peso de la nieve y un bosque lleno de contrastes, como es ella.

A Carolyn no le gustan los retoques fotográficos, pero los respeta y admira en buenos artistas porque se trata de una herramienta más. Ella se inclina más por aprovechar lo que tiene a mano en ese momento, como los faros de su coche. Y con una de esas fotos nocturnas, donde únicamente se ve una carretera rodeada de árboles fantasmagóricos volvió a su adolescencia, a la marcha del hogar familiar en busca de una nueva vida. La leyenda dice: «Salió de casa sin ser vista. No tenía más que catorce años y estaba preparada para su gran aventura»... Que cada uno continúe la historia...