Examen a la fortaleza

Agencias - SPC
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El coronavirus rompe la 'hoja de ruta' de Urkullu, que presumía de buena gestión para intentar lograr su tercer mandato en el País Vasco

Examen a la fortaleza

Si había un político relativamente convencido de su victoria en las urnas ese era Íñigo Urkullu. Y es que tras las 12 elecciones autonómicas que han celebrado en el País Vasco desde la Transición, el PNV gobernó en 11 legislaturas. Solo el socialista Patxi López rompió el dominio nacionalista en 2009, cuando llegó al poder gracias al pacto con el PP. Por ello, al líder del PNV solo le faltaba despejar la incógnita de si para llegar al poder en su tercer mandato consecutivo, necesitaría apoyos externos. Algo a lo que están acostumbrados en Euskadi, donde nunca ha habido una mayoría absoluta y, al menos, cinco partidos han tenido representación parlamentaria en cada legislatura.  

La duda sobre la amplitud del triunfo iba a quedar resuelta en unas elecciones que todos esperaban celebrar en primavera, unos meses antes de que acabase la legislatura. Sin embargo, el coronavirus que, según los expertos, transformará la sociedad tal y como la conocemos -al menos en el corto y medio plazo- ha trastocado los planes del jetzale, que sigue aferrado a su buena gestión y a la estabiliad que ha logrado en el País Vasco para confiar en una nueva victoria en las elecciones que, finalmente, se celebrarán el próximo 12 de julio.

No contaba Urukullu con el miedo como protagonista de última hora en esta cita. Un temor que discurre en dos sentidos, según los analistas: el de los electores hacia el virus, que podría cambiar el sentido del voto; y el de los candidatos hacia el fantasma de la abstención.

El efecto de la COVID-19 para el actual presidente vasco no acabará ahí, ya que su gestión de la epidemia ha empañado los logros anteriores. Las imágenes de los profesionales sanitarios abucheando al lehendakari en su visita al bilbaíno Hospital de Cruces dan cuenta del malestar de parte de la población con Urkullu. Una desaprobación que se antojaba inimaginable hasta hace no mucho.

Ni siquiera la sentencia de la mayor trama de corrupción de Euskadi, el caso De Miguel, con penas de cárcel por cobro de comisiones para exdirigentes del PNV de Álava; o la tragedia del vertedero de Zaldibar donde más de 100 días después siguen sepultados los cuerpos de dos trabajadores, parecían haber afectado a la formación en el poder, que seguía dominando las encuestas. 

Frente al partido del lehendakari, EH Bildu quiere postularse como única alternativa real para alcanzar la Presidencia. Habrá que ver si su pacto con el Gobierno central para prolongar el estado de alarma y derogar la reforma laboral del PP les beneficia o les perjudica. A los abertzales no les convence la fecha electoral, como le ocurre también a los socialistas que, por su parte, pendulan entre su papel de socio del PNV en la mayoría de instituciones y su perfil propio. 

Mientras, el PP, liderado de nuevo por Carlos Iturgaiz, intentará sacará rédito en forma de escaños  de su pacto autonómico con Ciudadanos al que se podría unir a última hora Vox para formar una candidatura conjunta.