La gripe de 1918 en Toledo y provincia (V)

José García Cano
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Según fue avanzando la pandemia en la provincia no faltaron las opiniones públicas que sostenían que la mayor parte de los afectados no lo eran por la gripe sino por otras dolencias como complicaciones pulmonares, catarros, etc.

La gripe de 1918 en Toledo y provincia (V)

Dentro de las muchas anécdotas que nos dejó la gripe de 1918 en nuestra provincia recordamos la ocurrida en Villarrubia de Santiago en la figura del sacerdote Víctor Díaz Seseña que ocupaba el cargo de coadjutor en la localidad, quien tuvo que trasladar a principios de febrero de 1919 el cadáver del encargado de la luz eléctrica municipal, quien había fallecido dejando a su viuda y a ocho hijos. Ante la impasividad de los encargados de los enterramientos y el volumen de fallecidos en el municipio, el sacerdote tuvo que proceder al traslado desde el domicilio del finado hasta el depósito de cadáveres.

A estas alturas de la enfermedad, no faltaban las opiniones públicas que sostenían que la mayor parte de los afectados no lo eran por la gripe sino por otras dolencias como complicaciones pulmonares, catarros, etc., quizá siguiendo un movimiento negacionista como el que también existe con el Covid-19. El 20 de febrero se informaba que las localidades de Ajofrín, Añover, Bargas, Lominchar y Noblejas entre otras, tenían bastante afectados, solicitándose a la capital la atención debida, así como la ayuda para el abastecimiento de leche que no llegaba a algunas localidades. La comunidad de monjas bernardas de Toledo no se salvó de la infección, teniendo constancia del entierro de una de las religiosas que se encontraban en el convento de la calle Nuñez de Arce a la cual trasladaron a enterrar hasta el convento de San Clemente. Al ser un traslado mortuorio muy poco usual en aquellos momentos, sorprendió a la población en general al ver circular por aquellas calles el cuerpo de la religiosa, desconociendo que se trataba de una monja que iba a enterrarse en terreno sagrado. Muy próxima a la anterior falleció otra monja de la comunidad de las Gaitanas así como otra hermana de la Caridad que desarrollaba su labor en el Hospital del Rey. Por aquellos momentos y gracias al Instituto Geográfico y Estadístico (lo que hoy sería el INE) se publicaron los datos de fallecimientos ocurridos en el año anterior de 1918. Por ejemplo se informó que en todo el territorio español habían fallecido 140.451 personas, 948 de ellas solo en Madrid. Otro interesante dato es que la tuberculosis pulmonar que había ocasionado muchas víctimas, quedaba muy por debajo de esta nueva gripe, que era la primera causa de muerte del momento.

La gripe de 1918 en Toledo y provincia (V)
La gripe de 1918 en Toledo y provincia (V)
Ante la necesidad de atender a los más desfavorecidos se creó una Junta investigadora que se encargaba de comprobar los casos de personas con más carencias a la hora de ser socorridas. Esta junta la integraron el inspector provincial de Sanidad, el presidente del Sindicato Católico, el presidente de la Casa del Pueblo y un representante de la prensa (don Tomás Gómez de Nicolás). Tendríamos que esperar hasta el 25 de febrero para que la prensa local toledana comenzase a hablar de la vacuna contra la gripe. Los casos no bajaban, la población vivía bastante asustada y lógicamente todos veían un poco de luz al final del túnel si se conseguía una vacuna efectiva. La polémica comenzó con unas afirmaciones del subinspector de Sanidad el cual aseguró que las vacunas norteamericanas y francesas no se podían aplicar en España porque no disponíamos en nuestro país de los aparatos para su manipulación e implantación. Estas dos vacunas (de las varias que se estaban manejando) eran de las más efectivas con lo cual la población se lamentaba del estado de nuestro sistema sanitario y de lo poco modernizado que estaba. Lo curioso es que en España ya teníamos una «vacuna propia»; nos referimos a la vacuna que eficazmente estaba utilizando el doctor Piga quien la había probado en más de 4.000 casos asegurando sus buenos resultados y que se había desarrollado en el laboratorio del Instituto Alfonso XIII. La prensa publicó el deseo que tenía el propio doctor Piga de venir a nuestra ciudad para poner en práctica su procedimiento y además de una manera gratuita, a lo cual parece ser que la autoridad sanitaria provincial rehusó el ofrecimiento. Se achacaron las culpas al subinspector general al cual se le dijo con sorna que en Toledo no había gripe y por ello no hacían falta vacunas. También se acusó al mismo subinspector de no informar verazmente del número de casos de gripe en Toledo así como de los altos índices de enfermos con los que contaba tanto la capital como los pueblos de la provincia.