«Yo nunca quise ser actor»

A.D.M.
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Antonio Resines recibirá el próximo 24 de noviembre, en la gala de clausura del CiBRA, el premio 'Toledo de cine' a toda una carrera. Recuerda en esta entrevista los años de Ópera prima (Fernando Trueba) y también a los actores toledanos

Antonio Resines. - Foto: Rueda Villaverde

Antonio Resines atiende unos minutos a La Tribuna poco después de conocerse el reconocimiento que el Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) le otorgará, el próximo 24 de noviembre, como premio a toda una vida.

Recibe el premio a toda una carrera otorgado por un festival muy especial, en el que se funden cine y palabra...

Es una satisfacción muy grande, como te podrás imaginar. El caso es que no conocía el festival, y esa -sin serlo ni muchísimo menos- es la única pega que podría ponerle. Siendo un festival con una línea tan original en torno al cine y a la palabra -no creo que haya ninguno de ese estilo en España- habría que darle un poquito más de promoción, para que fuera más conocido en el resto de España. ¿Y cómo se consigue la promoción...?, dirás. Pues yendo gente. ¿Y cómo se hace eso...? Pues ampliando el presupuesto: el problema de siempre. Pero, en resumidas cuentas, la idea del festival me parece magnífica, agradezco el premio y lo acepto, como no podría ser de otra manera.

La película Ópera prima (Fernando Trueba, 1980), que supuso su debut en el cine, cumple cuarenta años. ¿Cómo recuerda aquellos momentos tan lejanos?

Hace solo unos días, durante un pase en la Academia de Historias de Nuestro Cine, un documental que acabo de dirigir con Ana Pérez-Lorente, coincidí con tres personas que participaron en esa película: Rafa García Martos, que era jefe eléctrico, y dos maquinistas de los de toda la vida. El caso es que nos trajo muchos recuerdos, porque éramos solo unos chavales. Yo tendría entonces veinticuatro o veinticinco años. Éramos unos inconscientes, en el sentido de que lo que más nos gustaba era el cine, lo hacíamos y nos pasábamos el día riendo como enanos, como si fuéramos unos críos, que es lo que éramos realmente: chavales con una enorme afición por el cine.

Vista en pleno siglo XXI, conserva muchísima frescura.

Yo me he quedado asombrado al ver algunas secuencias, tantos años después. Es que podría ser una película de ahora. No se distingue ni por la ropa. Y decimos las mismas tonterías, más o menos. Porque mucho más sofisticados no nos hemos vuelto... Le tengo muy buen recuerdo: toda mi carrera viene de ahí y de Fernando Trueba. Sin Ópera prima yo no estaría aquí.

¿Cómo llevó el convertirse en actor a finales de los años setenta?

Yo no quería. Nunca quise ser actor. Salgo en esa película y se supone que actuaba. O, más bien, decía lo que me decían que dijera. A partir de entonces me llamó más gente y empecé a tomármelo más en serio (bueno, más en serio... a lo mejor me estudiaba mejor los papeles, pero no creas que mucho más...). Siempre he tenido cierta facilidad para estar delante de una cámara, contando historias como si fuese otra persona. En Ópera prima recurrí a muchas cosas que tenía el papel en común con mi vida personal, o con amigos. Luego las cosas se fueron complicando y ya no bastaba con eso: había que tomarse las cosas de otra forma. Pero nunca pensé en ser actor. Si me hubieras preguntado de niño, probablemente te habría contestado que abogado, médico o mago. No, jamás te habría dicho que actor. Yo era un tipo al que le gustaba mucho el cine. Eso sí: hablar de cine -aunque en mi grupo no éramos precisamente sesudos- y echar una mano para hacerlo, trabajando en producción, pero no como actor.

Posteriormente, Antonio Resines ha trabajado con algunos de los mejores actores y directores del cine español. ¿Recuerda a alguno de ellos, especialmente?

De los directores, sin duda, a Fernando Trueba. He trabajado con muchos y podría decir varios: Colomo, Cuerda, Emilio Martínez Lázaro... Ricardo Franco, no puedo olvidarme de él... Pero Trueba es el origen de todo. He hecho muchísimas películas con él y con él se asienta mi carrera. Como antes decía: de no haber hecho Ópera prima no estaríamos aquí. Y de los actores y actrices podría también hablar de muchos. En una primera etapa, trabajé muy a gusto con Santiago Ramos. Y después con Bonilla, con Molero y el resto de gente de Los Serrano. Con Belén Rueda... Pero también con Verónica Forqué, con María Barranco, Maribel Verdú... En general, creo que siempre me he llevado bien con la gente.

Dado que se trata de un premio toledano, ¿querría compartirlo con un toledano de adopción y amigo suyo, según tengo entendido, como es Jesús Bonilla?

¡Sí, claro, Bonilla es bolo! Y Molero creo que también... [el actor que interpretaba a Fiti en Los Serrano, natural de Ajofrín] Compartido, claro. Aunque no sé si puede decirse mucho lo de bolo...

Lo utiliza más la gente mayor...

Claro, es que Bonilla tiene ya sesenta y cuatro. ¡Y yo sesenta y cinco! Aquí somos todos viejunos. Sí, claro que lo comparto con Bonilla y con Molero, y con el resto de gente de Toledo, porque seguro que también hay otros actores toledanos y ahora no caigo.

También estaba Nicolás Dueñas, pero murió hace unos días.

Ah, ¿Nicolás era toledano...? No lo sabía. Yo era muy amigo de él. Llevo unos días intentando localizar el teléfono de Lola, su hija, para mandarle un abrazo. Coincidí con él y con otro toledano -mira, ya me van saliendo más-, que era Paco Torres [de Los Navalmorales], en la serie La banda de Pérez. Va para todos ellos.

¿Puede darnos alguna pincelada sobre su último trabajo, la serie Benidorm, para Atresmedia?

Es la historia de un tío al que le diagnostican un cáncer terminal y se va a Benidorm a buscar a su amor de juventud. El caso es que su pandilla le sigue para que no haga ninguna tontería y todos se meten en un montón de líos. Yo hago el papel de una especie de mafiosillo de la zona que se cree muy importante. Es una comedia pura y dura.