La Real Fábrica de Sedas también celebró a la Virgen

Leticia G. Colao
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El historiador Luis Francisco Peñalver, autor de la edición XXXII del fácsimil de Mondas, la de 2020 que no pudo presentarse, narra la relación entre los operarios de la Fábrica y la fiesta más antigua de la ciudad.

La Real Fábrica de Sedas también celebró a la Virgen

Las Mondas y su relación con la Real Fábrica de Sedas en el último tercio del siglo XVIII es el tema del facsímil de Mondas de 2020, presentado este año por hacerlo imposible el pasado la pandemia del  Covid. Su autor, el historiador Luis Francisco Peñalver, presentó su trabajo en el Teatro Palenque junto a Miguel Méndez, autor del trabajo de 2021, la alcaldesa, Tita García Élez; el concejal  de Festejos, Daniel Tito, y el mantenedor de Mondas e Hijo Adoptivo de Talavera, Ángel Ballesteros.

La pasión y estudios de Peñalver sobre la Real Fábrica de Tejidos de Sedas, Plata y Oro de Talavera se reflejan en este cuadernillo desde sus inicios, en 1748 hasta el final de sus días, en 1862, siendo el único documento que recoge la síntesis de una empresa «muy importante en la historia económica e industrial de la ciudad». Tanto es así, que el historiador recordó que además de la ciudad de la Cerámica,  Talavera podría haber sido conocido mundialmente por su sedería.

Y como parte implicada en la ciudad durante algo más de un siglo, la industria y sus operarios también festejaban a la Virgen en sus trabajos en mantos y casullas y en los escritos que reflejan cómo eran las Mondas en aquella época.

En estas fechas la fiesta milenaria talaverana, sin toros por la prohibición real, estaba relacionada con las rogativas que se hacían a la Virgen para pedir que lloviera o que cesara la epidemia de la peste, en 1773, que condicionó todo a su alrededor. Curiosamente, cuando Peñalver finalizó este documento, comenzaba otra pandemia, en este caso la del Covid.

Fueron dos operarios de la Real Fábrica, Pascual Medina y Miguel Matías de la Llave, los que recogen en sendos escritos lo que acontece en estas fechas. El primero, en su Libro de Cosas Curiosas, describe lo que ocurre entre 1736 y 1803, como el paso de dos a una semana de celebración y el traslado de las fiestas a agosto. «En esa época se llamaba fiesta de los principales o de los toros», indica Peñalver a este diario.

También recoge el traslado de la Virgen por estas rogativas o peticiones desde la antes ermita del Prado hasta la Colegial, en la plaza del Pan, y su posterior vuelta, en este caso acompañada por una «especie de cabalgata festiva en un recorrido con balcones engalanados, altares, luminarias y mojigangas». En este «peculiar» desfile, paralelismo del actual cortejo como momento de júbilo y ofrendas a la Virgen, cada gremio elaboraba una máscara, también la Real Fábrica de Sedas, y había alegorías de la tierra, el aire o el agua, y en su llegada al Prado, muchas personas esperaban con «hachas de viento, mechas cubiertas de cera ardiendo».

Por su parte, Miguel Matías de la Llave, tesorero de la Real Fábrica, cuenta el traslado de la Virgen del 3 de septiembre de 1775 en verso, en estrofas de octava real.