Ya hay licencia para la Oficina Única de los museos

C. M.
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La empresa adjudicataria ya ha comenzado el traslado del material que se conservaba en la biblioteca del Sefardí para, una vez finalizado, comenzar la obra en los inmuebles.

El edificio actual va a perder sus significativas cubiertas. - Foto: Ví­ctor Ballesteros

Noelia de la Cruz, portavoz del Gobierno municipal, anunció la semana pasada la concesión -en Junta de Gobierno- de las oportunidad licencias al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para  el inicio del proyecto destinado a la reordenación y adecuación de edificio para Oficina única en los Museos del Greco y Sefardí. Este decisión llega tras la adjudicación  de este contrato -el pasado mes de julio- a la UTE Patrimonio Inteligente, S.L. y Construcciones  y Desarrollos  Tudmir, S.L., por  un  importe de 1.650.787,45 euros (IVA excluido) y con un plazo de ejecución de doce meses.  

El proyecto recoge, como ya lo hacía en 2014, un conjunto de actuaciones destinadas a la rehabilitación de tres inmuebles situados entre los Museos del Greco y Sefardí, con acceso desde la calle de San Juan de Dios 11 y 13, y la calle Samuel Levy 2, para la Biblioteca y Oficina Única de ambas instituciones. La misma quedará unificada en la manzana que actualmente ocupan tres edificios -las actuales dependencias del Museo Sefardí, el edifico de la pequeña biblioteca del museo (antigua tienda) y una vivienda actualmente vacía-.

 De hecho, el nuevo informe redactado para esta adjudicación señala que la intervención «debe ser sutil, saneando la arquitectura para preparar espacios en blanco en donde continuar un discurso arquitectónico que permita una lectura actual, espacios intermedios donde la ciudad se expande antes de dar paso al nuevo volumen».

Con un importe de 1.650.787 euros más 346.665 euros de IVA, ha comenzado una obra que en 2015 se adjudicó por 1.356.276 euros.Con un importe de 1.650.787 euros más 346.665 euros de IVA, ha comenzado una obra que en 2015 se adjudicó por 1.356.276 euros.Asegura el documento, que esta actuación busca preservar la traza generada tiempo atrás en el parcelario, amplificando su significado para envolver el nuevo volumen. Para ello se propone un uso y una actuación que rehabilite la arquitectura para situarla en su momento.

Sobre los criterios de intervención, los arquitectos -Fernando Pardo Calvo y Bernardo García Tapia- plantean en un único volumen, sin perder la apariencia de tres elementos en la composición, liberando el espacio privado exterior para mejorar la accesibilidad del edificio. Para ello, es necesaria «una reestructuración general en su interior para dar solución a su nuevo uso como edifico administrativo y de biblioteca», así como para cumplir todos los objetivos marcados para unas dependencias que complementan a las instituciones museísticas.

En este punto, el arquitecto Fernando Pardo Calvo apuntó en su día a este periódico que la actuación planteada pretende «ofrecer un edificio completo destinado a servicios y que completan los propios museos». Por ello, una vez que los tres espacios tengan la unidad deseada, el lugar acogerá «oficinas, talleres de restauración, un almacén para obras de arte y una pequeña biblioteca».

Sobre la parte externa de este conjunto propiedad del Estado, señaló que se conservan «las fachadas y las alineaciones exteriores» de la misma forma que, matizó, también se «va a conservar y restaurar una sala» a petición del equipo de arqueólogos asignado a las labores de control necesarias en este tipo de intervenciones.

Por supuesto, además de dotar «de unidad al conjunto», el proyecto atiende el aspecto referido a la accesibilidad y a la seguridad en el trabajo adecuando las salas con las instalaciones necesarias.

Arqueología. Gracias a la realización de las catas arqueológicas, tal y como recoge el proyecto de actuación, se pudo rastrear la historia de unos inmuebles que «han sufrido diferentes modificaciones -algunas no muy afortunadas- para adaptarlos a los diferentes usos» que han tenido a lo largo de los siglos, vivienda sobre todo.  

 De todas estas modificaciones, se contempla «con cierto valor arqueológico las fachadas de corte historicista de la plaza de Samuel Levy de finales del siglo XIX, la Sala Medieval del siglo XV rehecha con añadidos historicistas a mediados del siglo XX, y las arquitecturas existentes en el subsuelo: espacios abovedados y cimentaciones datadas de la Baja Edad Media», sobre las que se fueron construyendo y derribando los sucesivos inmuebles. Por ello, «el estado de conservación de estas bóvedas es en algún caso preocupante». 

 Con esta intervención, estos inmuebles «volverán a recuperar su carácter unitario, destacando aquellos elementos arqueológicos que revalorizan el conjunto», y generando un nuevo edificio administrativo. Así, aunque no se han localizado reseñas bibliográficas precisas, las catas sí detectaron presencia edificatoria desde el siglo XIII cuyo legado más importante han sido los sótanos y la sala medieval. No en vano, su historia va está ligada a los devenires de la Sinagoga, datada en 1355 después del saqueo por parte de los partidarios de Enrique de Trastámara. 

 La distribución primitiva de las piezas pueden verse en el manuscrito de Pérez Bayer ‘De Toletano Hebraearum Templo’ de 1752 y conservado en el Sefardí. Tras funcionar como Sinagoga  pasa a manos de la Orden de Calatrava y finalmente a las Órdenes de Santiago y Calatrava. Tras el abandono de las mismas, fue convertida en ermita incorporando la espadaña de la fachada meridional. Desde que en 1877 se declara el edificio Monumento Nacional, se retira el retablo cristiano y se acometen reformas en el siglo XX que terminaron con la adaptación del espacio religioso como Museo Sefardí en 1971.

 

Cubierta plana sin alegaciones  

La actuación supone un importante impacto visual al sustituir la cubierta actual por una plana. Curiosamente, durante el periodo de  información pública -en 2016- no se presentó ninguna alegación.

La singularidad de esta ciudad se torna desconcertante cuando ante una intervención de este calado -por lo que supone de modificación de la imagen urbana tradicional de la Judería- ni entidades, ni plataformas ni defensores del patrimonio manifiestan su opinión cuando se los ‘invita’. En este caso concreto, tal y como recoge la Comisión Especial de Patrimonio -reunida el 1 de marzo de 2016-, se acordó que «dadas las características del proyecto, éste tuviera tratamiento de esquema director y que, como tal, se sometiera a proceso de información pública. Curiosamente, no se presentó ninguna alegación, ante esta significativa ausencia, la Comisión informó favorablemente el proyecto.

Si bien es cierto que se realizó un apercibimiento por parte del Plan Especial del Casco Histórico de Toledo al proyecto referida a que la sustitución de la cubierta actual -por una solución plana- iba a requerir un análisis de impacto  visual que justificara su implantación. Y puesto que es Patrimonio quien solicitó el informe preceptivo, consta en el expediente que en junio de 2015 se presentó un modificado de las cubiertas.

Cambios que, en el proyecto nuevamente licitado, no se perciben porque se sigue manteniendo ese nuevo volumen edificatorio que recubre el existente.

En este punto, el proyecto señala que la fachada se plantea con el sistema de construcción tradicional a través de «una fachada de ladrillo macizo de color ocre, utilizado en algunas partes como celosía por la sustracción de algunas de las piezas». En cuanto a las fachadas históricas a conservar, añade, se procede a «la regularización de los huecos eliminando aquellos resultados de reformas anteriores que carecen de un valor arqueológico». A esta regularización se suma la recuperación de las rejerías desaparecidas de algunos huecos exteriores. 

De hecho se justifica la actuación apuntando que es una ejercicio «consiste en preservar una arquitectura», para lo que se propone «un uso y una actuación que rehabilite la arquitectura.