Por un futuro sin fecha de caducidad

SPC
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Gracias a años de I+D Danone elimina este plazo límite en el 80% de sus productos y lo sustituye por una fecha de consumo preferente para luchar contra el desperdicio alimentario

Por un futuro sin fecha de caducidad

¿Quién no ha tenido alguna vez una conversación sobre yogures caducados? Hay quien se los come semanas e incluso meses después de la fecha que indica el envase; otros los tiran a la basura al día siguiente de cumplir la caducidad. Pero ese problema va a desaparecer, al menos con los yogures Danone y otros muchos productos lácteos de esta industria, que ha conseguido un producto más duradero que va a ayudar a reducir el importante desperdicio de alimentos que se produce en España y en el mundo.

La base de esta novedad son los tres años de I+D que ha invertido la firma para, según Paolo Tafuri, director general en España, conseguir unos «fermentos más robustos» que consiguen conservar durante más tiempo las cualidades del yogur, tanto organolépticas como de aspecto y textura. Esto va a permitir cambiar en sus envases la vieja fecha de caducidad por otra de consumo preferente.

¿Qué significa esto? La fecha de caducidad indica al comprador el día a partir del cual el consumo del producto en cuestión no es seguro desde el punto de vista sanitario, mientras que el consumo preferente hace referencia al momento desde el cual el fabricante no puede garantizar la conservación de las cualidades de ese producto, pero sin que esto implique ningún riesgo para el consumo siempre que se hayan seguido los consejos de conservación (temperatura, integridad del envase...).

La presentación de este avance, celebrada online la semana pasada, contó con la presencia de Helena Calvo, responsable de proyectos de sensibilización de ‘Too good to go’, un movimiento que trabaja para reducir el desperdicio de alimentos y que colabora con Danone. Según Calvo, «es absurdo tirar un alimento que sigue en buen estado» y al respecto hizo referencia a la campaña ‘Mira, huele, prueba’, una iniciativa relacionada con esta fecha consumo preferente, ya que incide en la necesidad de asegurarnos, a través de nuestros sentidos de la vista el olfato y el gusto, de que un alimento está en mal estado antes de tirarlo a la basura. Un distintivo haciendo referencia a esta campaña se podrá ver en los envases de yogur y otros lácteos de Danone. Calvo añade que «el desconocimiento hace que muchas veces se desechen alimentos aptos para ser consumidos con seguridad. Por ello es importante sensibilizar sobre las graves consecuencias del desperdicio alimentario».

La fecha de consumo preferente está siendo implementada de forma progresiva en las referencias en las que se garantizan los máximos estándares de calidad y seguridad alimentaria. Marcas como Danacol, Actimel y Alpro ya cuentan con este etiquetado. Durante los próximos meses se implementará en Vitalinea y Densia, y en septiembre le sucederán Activia, Danonino, marca Danone y Oikos. En total, el 78% de los productos de Danone en España contarán con fecha de consumo preferente.

«Hemos preparado este paso con mucha dedicación y esfuerzo, especialmente desde la perspectiva de calidad y seguridad alimentaria», explica Paolo Tafuri. «El momento actual exige responsabilidad por parte de las empresas, un valor que Danone siempre ha tenido en cuenta y que asumimos a través de nuestro doble compromiso con la salud de las personas y la del medioambiente», añade.

«La crisis sanitaria, económica y social provocada por el covid-19 ha puesto todavía más de manifiesto la necesidad de que empresas, instituciones y entidades sociales colaboren para poder mejorar la sociedad en la que vivimos. Por esta razón tomamos la decisión de cambiar la fecha de nuestros yogures a fecha de consumo preferente. Esperamos contribuir así a la lucha contra las graves consecuencias sociales, económicas y ambientales del desperdicio alimentario», concluye Tafuri.

 

Un despilfarro.

Según ‘Too good to go’, aproximadamente un tercio de la comida producida en el mundo para consumo humano se pierde o desperdicia cada año, lo que equivale a 1.600 millones de toneladas, es decir, que se desaprovechan 51 toneladas de comida por segundo; se prevé que esa cifra aumente casi un tercio para 2030 y llegue a las 66 toneladas por segundo. Estas pérdidas no se dan de igual manera en todo el mundo. En los países en vías de desarrollo el derroche más importante se produce durante la cosecha y el procesamiento del producto, mientras que en los países desarrollados el 40% de este desperdicio se da a nivel de comercios y consumidores; cada año, los consumidores de los países ricos desperdician tanta comida -222 millones de toneladas- como la red entera de producción de alimentos del África subsahariana. Según la Comisión Europea, el etiquetado de los alimentos es el responsable del 10% de toda la comida que se desperdicia en la Unión Europea.

Australia y Norteamérica son las zonas en las que más alimentos se tiran, pero en el entorno europeo España está por encima de la mayor parte de los demás países con 176 kilos por persona y año, lo que supone un total de casi 8 millones de toneladas anuales.

Además, se calcula que este despilfarro alimentario es el causante del 7% de los gases de efecto invernadero que produce el ser humano.