El ADN confirma que los restos son de Enrique Horcajuelo

Leticia G. Colao
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Enriqueta hará realidad su sueño de unir en la misma tumba a sus padres, después de recuperar el cuerpo de su progenitor, fusilado en el año 1942 en la fosa común del cementerio talaverano

El ADN confirma que los restos son de Enrique Horcajuelo

«Muchos años de lucha y un triunfo final». Con estas palabras definía Miguel Mateo Horcajuelo el tesón de su madre Enriqueta y con ella el de toda su familia para hallar los restos de su abuelo, Enrique Horcajuelo Ramos, fusilado en 1942 en el cementerio de Talavera. Sus restos, exhumados el pasado mes de noviembre, han sido confirmados como los de su abuelo tras las pruebas de ADN.

Natural de San Bartolomé de las Abiertas, Horcajuelo fue fusilado el 17 de octubre de 1942 con tan solo 28 años y tras pasar cuatro en prisión, en la fosa común del cementerio de Talavera. Ese día, una mujer oculta entre las tumbas del cementerio, fue testigo directo de la muerte de Horcajuelo y así se lo reveló a su mujer, Valeriana, poco después, por lo que la familia conocía el lugar exacto en el que se encontraba su ser querido y así lo reclamaron para obtener las licencias oportunas y poder darle «un descanso digno».

La familia estaba convencida de que los restos sacados en noviembre del pasado año eran los de Enrique Horcajuelo «pero la alegría fue inmensa cuando nos lo confirmó primero el informe antropólogico y ahora las pruebas de ADN realizadas por el forense Manolo Polo», dice a La Tribuna su nieto Miguel Mateo.

El ADN confirma que los restos son de Enrique HorcajueloEl ADN confirma que los restos son de Enrique HorcajueloY aunque lo sabían, la confirmación de la noticia para Enriqueta fue un momento que nunca olvidarán. Esta llegó hace tan solo unos días cuando el forense confirmó a Miguel los resultados del ADN. Fue entonces cuando se dirigió a casa de su madre con un gran ramo  de claveles rojos, símbolo con el que ya no hicieron falta palabras. «Se abrazó a mí y no paró de llorar, aún lo está asimilando», explica.

«Está muy feliz, esperando a que llegue el momento de que Enrique vuelva a unirse a Valeriana» en el cementerio de Burjassot. Allí también reposa en un recipiente la tierra con la sangre de su padre, testigo del fusilamiento, y que su mujer cogió nada más conocer por la testigo que allí habían matado y enterrado a su marido. Ese recuerdo «siempre ha estado en casa de mi abuela hasta que murió y con él se enterró, al igual que con la corneta que mi abuelo tocaba», añade.

el entierro, en mayo. El entierro, para el que ya tienen todos los permisos, se celebrará en el mes de mayo, después de las elecciones y esperando la compañía de todos los que les han ayudado en esta lucha, que ya es un hito dentro de la Ley de Memoria Histórica. «Queremos que nos acompañen todos, será un día grande para nosotros y mi abuelo tendrá una lápida especial», asegura su nieto, tras confirmar en el entierro la presencia de Pablo Iglesias, quien también les acompañó durante la exhumación en Talavera.

Ese día, recordarán que el camino «ha sido muy largo» y muchas las trabas. El Ayuntamiento talaverano le negó hasta en tres ocasiones el permiso argumentando el elevado número de cuerpos en la fosa común y a pesar de que Enriqueta aseguraba conocer el lugar exacto de ubicación de su padre.

En los últimos años, la familia ha contado con el apoyo de la asociación La Gavilla Verde y de Unidas Podemos, así como de los grupos políticos talaveranos en la oposición, quienes apoyaban su petición de «humanidad para cerrar su herida dando sepultura digna a su padre».

La hija de Enrique reclamaba «voluntad política» al alcalde, Jaime Ramos, durante un Pleno, a quien le explicaba que «cuanto más se oponga, más fuerza me está dando». Y es que Enriqueta no dejó de luchar a sus 80 años y sufriendo una grave enfermedad. El primer edil accedió finalmente a la petición y autorizó la apertura de la fosa, que se retrasó hasta noviembre de 2018.

La próxima cita será en mayo, en la tierra valenciana de sus hijos y nietos, donde Enrique volverá junto a su mujer. Su nieto, satisfecho, recuerda a los que se opusieron que «no era imposible; durante seis años nos han negado nuestra verdad y como ven, no estábamos equivocados».