La emperatriz despierta en Toledo

M.G
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El historiador y escritor Fernando Martínez Gil ofrece una interesante conferencia sobre la modernización de Toledo entre 1868 y 1920. Recorre de la mano de los literatos la vida de la ciudad y analiza los cambios demográficos, sociales, educativo

La emperatriz despierta en Toledo - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Del letargo a un despertar de sueños que se hacen realidad. Toledo dejó de ser «la emperatriz dormida» que describía Félix Urabayen en ‘Toledo:Piedad’, su famosa novela de los años 20 que confirmaba su idilio con la ciudad, para convertirse en una urbe moderna que dejaba atrás su largo periodo decadente. Una ciudad que consiguió un interesante aumento de población en sesenta años, logrando sobrepasar los 25.000 residentes en 1920, año que coincide con la publicación de esa primera obra de la trilogía del escritor navarro, a pesar de las graves epidemias que diezmaron a la población.

Fernando Martínez Gil, historiador, escritor y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), ha dibujado esa transformación paulatina de Toledo de la mano de grandes literatos enamorados o no de la ciudad de la que hablaron en sus obras para dejar constancia de su clericalismo, del ascenso de la burguesía, de la nutrida clase trabajadora, de la gran cantidad de  pobres de solemnidad que vivían a finales del siglo XIX, de su decadencia y de su costoso viaje hacia la modernidad.

Este intenso viaje podría iniciarse con Gustavo Adolfo Bécquer, el escritor y poeta enamorado de Toledo, que pasó algunas temporadas en la ciudad de la que quedó deslumbrado desde que la conoció. Sin embargo, el despegue de la ciudad comenzó más tarde y otros autores, como ocurrió con Benito Pérez Galdós, reflejaron su lento despertar. En este caso, el autor canario deja patente «un Toledo vivo» en ‘Ángel Guerra’, «su novela más toledana», según ha comentado Martínez Gil antes de dar protagonismo a otros escritores que también convirtieron Toledo en un potente escenario para sus obras.

El ponente ha repasado en la Real Fundación de Toledo, dentro del ciclo ‘Los lunes al sol’,  la vinculación de Vicente Blasco Ibañez con la ciudad en ‘La Catedral’ y comentó alguno de los viajes que realizaron los autores de la Generación del 98, como Azorín y Pío Baroja, de los que ha destacado un fuerte «anticlericalismo» que ambos plasmaron en su producción literaria.

Pero, sin duda, fue Urabayen el que más protagonismo dio a la ciudad  en los años 20 gracias a su trilogía ‘Toledo:Piedad’, ‘Toledo, la despojada’ y ‘Don Amor volvió a Toledo’, esta última publicada en 1936. El escritor pone de manifiesto en más de una ocasión que los nobles no viven en la ciudad, poblada en buena parte por una burguesía en crecimiento que se está asentando sin dificultad y convive con la población obrera, la mayoría procedente de la Fábrica de Armas.

Martínez Gil ha descrito una ciudad en alza en esas primeras décadas del siglo XX a pesar de la pérdida de población de los primeros años fruto de un notable descenso de la vida militar y la crisis que tiñó esos años.  Toledo tuvo que recuperar su prestigio educativo, ya que la Universidad se suprimió en 1845 y únicamente contaba con el Instituto de Enseñanza, que tampoco mantenía un gran alumnado en esas últimas décadas del siglo XIX, y con algunas escuelas de primeras letras.

avances. En el ámbito cultural, Martínez Gil ha subrayado la actividad teatral, los teatrillos de verano, y la apertura de varios cafés, junto a la actividad del casino, «el parlamento de la clase media», según Urabayen. Toledo comenzó a despegar antes de que finalizase el siglo XIX, como marca la restauración del Alcázar y otras obras en la ciudad. El ponente avanzó ofreciendo algunos apuntes sobre la importancia del Hotel Castilla, inaugurado en 1890, uno de los primeros establecimientos de cinco estrellas de España, el estreno de la estación de ferrocarril en 1919, el nuevo casino, que entró en funcionamiento en 1922, y la intensa actividad teatral que terminó conviviendo con el cinematógrafo que llegó a Toledo gracias a ‘El cofrecillo de Toledo’ (1914), la película del francés Louis Feuillade, que se proyectó en el Teatro de Rojas.