Muere Luis Pablo Gómez Vidales, engranaje cultural

A.D.M. / Toledo
-

Fue fundador del Grupo Tolmo (1971) y del Círculo de Arte (1995), director artístico del centro cultural instalado en la Posada de la Hermandad (1989) y coordinador del Convenio Cultural Toledo

Foto de archivo de Luis Pablo Gómez Vidales en su etapa municipal como jefe del Servicio de Cultura. - Foto: Yolanda Lancha

«Toledo influye de forma absoluta. El grafismo que yo tengo al descomponer tanto la figura como el paisaje y la naturaleza lo he sacado de contemplar el paisaje toledano». Con estas palabras, pronunciadas en ARCO en 1984, recordamos al pintor Luis Pablo Gómez Vidales (Ocaña, 1948), fallecido durante la madrugada de ayer a causa de una grave enfermedad. Fue fundador del Grupo Tolmo (1971), director artístico de uno de los centros culturales más eficaces de esta ciudad, la Posada de la Hermandad (1989), creador del Círculo de Arte (1995) y figura de referencia para conocer la configuración cultural de Toledo a lo largo de las últimas tres décadas.

No es de extrañar que ayer se sucedieran las manifestaciones de emoción y cariño hacia un artista tan entrañable como reivindicativo. Prueba de ello fue la enconada defensa que hizo de la figura de Alberto Sánchez cuando la filiación comunista de un creador era aún en esta ciudad más importante que su trascendencia. Luis Pablo manifestó gran interés por la podredumbre del Tajo, por el aprovechamiento de los materiales de desecho y -hasta el mismo momento de su muerte- por el regreso de la Bienal del Tajo y la recuperación del Museo de Arte Contemporáneo.

Por menos de un año ya no le será posible recordar el medio siglo transcurrido desde la creación del Grupo Tolmo, colectivo fundamental para la configuración de la vanguardia artística toledana, que fundó junto a Francisco Rojas, Raimundo de Pablos y Eduardo Sánchez Beato. Otro de sus miembros ya fallecido, Fernando de Giles, decía en 1983 de Gómez Vidales que era «un místico que se oculta tras la paradoja». También en aquellos lejanos años inició una estrecha relación con Julián García, ‘Jule’, con quien ofreció clases de pintura y con el que seguía colaborando en la actualidad tras haber realizado exposiciones juntos.

Luis Pablo Gómez Vidales con la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón.Luis Pablo Gómez Vidales con la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón. - Foto: La TribunaLuis Pablo ofreció en la Galería Tolmo sus primeras exposiciones individuales, como Sobre los Entornos (1974), De lo bello y lo sublime (1977) y Sobre la agresión a la Ecología (1979), donde ya quedaba patente su interés y compromiso por el medio ambiente. De la mano del grupo, que abandonó en 1995, recorrió diferentes vías, tanto abstractas como figurativas. Fue un gran maestro del color. Con el resto de los miembros de Tolmo participó en ARCO en 1984, así como en la exposición del Centro Cultural Conde Duque de Madrid que rendía homenaje al colectivo, en 1991, después de dos décadas de actividad. Hace apenas tres años se despedía, en las páginas de este periódico, de otra de sus integrantes, la artista japonesa Kassue. No pudo ser testigo del irrealizado Museo de Escultura al Aire Libre -una de las grandes utopías contemporáneas de Toledo-, pero sí celebró la dignificación, gracias al Consorcio, de la escultura Lugar de encuentros V, de Eduardo Chillida, en la plaza de Alfonso VI.

De las muchas exposiciones en las que participó, de forma individual o colectiva, con el resto del Grupo Tolmo o con otros artistas -entre ellas, algunas realizadas en países como Japón, Francia, Portugal, Alemania, Austria y Suiza-, merece la pena destacar dos: Reciclarte, instalada en el Centro Cultural San Clemente en 2007, y la gran antológica reunida hace apenas dos años en el Museo de Santa Cruz. Se denominó Arte entre dos siglos: 1970-2018 y constituyó su gran testamento plástico.

De su faceta como escultor es preciso recordar dos piezas, una en pleno Casco Histórico y otra en el barrio de Santa María de Benquerencia. La primera es el monumento a Santa Teresa de Jesús que se encuentra situado junto al convento de las Carmelitas, en el interior de la muralla, muy cerca de la puerta del Cambrón. Impulsado durante la legislatura del primer alcalde democrático de Toledo, Juan Ignacio de Mesa -cuando aún era concebido como una gran escultura de varios metros de altura-, fue erigido por suscripción pública en 1984 y definitivamente inaugurado por Joaquín Sánchez Garrido.

Emiliano García Page y Álvaro Gutiérrez en la exposición retrospectiva de la obra de Luis Pablo Gómez Vidales celebrada en 2018 en el Museo de Santa Cruz.Emiliano García Page y Álvaro Gutiérrez en la exposición retrospectiva de la obra de Luis Pablo Gómez Vidales celebrada en 2018 en el Museo de Santa Cruz. - Foto: Yolanda LanchaLa segunda escultura, situada en la rotonda donde se entrecruzan las calles Río Alberche y Río Bullaque, se titula Movimiento de ida y vuelta y fue instalada en 2011. Posee siete metros de altura y fue realizada en chapa de acero lacada en blanco, acompañada de una instalación de luces LED que -al menos en su momento- teñían su silueta mediante filtros de color.

Por su labor como artista recibió varios premios, entre ellos sendos Certámenes Juveniles en 1969 y 1970, y el Premio nacional de Arte de Dragados y Construcciones en 1973. A mediados de los años ochenta ganó el concurso para la creación del monumento a Santa Teresa. Poco después, en 1990, recibiría sendos reconocimientos por parte de la Asociación Luna Negra y de la Real Fundación de Toledo por su pertenencia a Tolmo y por su labor, ya como técnico cultural, al frente de la Posada de la Hermandad.

Fue en 1989 cuando Luis Pablo, sin abandonar el mundo de la creación artística y de las exposiciones, fue nombrado director artístico de este centro cultural, durante la legislatura de José Manuel Molina como alcalde. Era concejal de Cultura María Eugenia Hernández-Gil Mancha. Su labor allí fue muy intensa. La Posada de la Hermandad acogería, por ejemplo, varias de las últimas ediciones de la Bienal del Tajo -que el propio Luis Pablo propuso descentralizar, repartiendo el último de estos encuentros artísticos por los centros culturales San Ildefonso y San Marcos, además del Centro Social de Santa María de Benquerencia-, así como algunas exposiciones de interés.

Representante cultural «libre de toda sospecha carca -como señalaba el periodista cultural Alfonso Castro en la revista Bisagra-, que bien pudiera ser uno de los hombres-puente que necesita la capital regional para acabar con el mal rollo (anticultural) de reproches en que andan junteros y municipales recíprocamente», Luis Pablo organizó durante sus primeros meses al frente de la institución propuestas tan polémicas como Pinturas y esculturas con el Tajo y sus objetos, en la que Rafael Torres denunciaba la situación del río a partir de materiales de desecho recogidos del río y de su entorno. Esta exposición levantó suspicacias, incluso, entre miembros de la corporación municipal.

En 1989 se celebró también la exposición dedicada a Alberto Sánchez, el artista toledano más importante del siglo XX. Pese a las dificultades que trajo consigo, fue, tras los homenajes brindados al escultor en tiempos de Juan Ignacio de Mesa, una de las más tempranas reivindicaciones de su obra en Toledo. Afortunadamente, las críticas a la dimensión política de Alberto no impidieron que se celebrara, lo mismo que se dedicasen un paseo y un centro de enseñanza de Santa María de Benquerencia a su memoria. Algunos años después, en 1995, Luis Pablo volvería a participar activamente en los actos organizados con motivo de su centenario.

La década de los noventa fueron los años del Convenio Cultural Toledo, fruto de la colaboración entre la Diputación, la Consejería de Educación y Cultura, el Ayuntamiento y Caja Castilla-La Mancha. Decenas de proyectos pasaron entonces por las manos de Luis Pablo, entre ellos la creación del Festival de Jazz o la consolidación del Cineclub Municipal. Una vez disuelto el Cultural Toledo, continuaría su labor como técnico del Ayuntamiento hasta su jubilación, la cual tuvo lugar en 2013, después de 24 años (desgraciadamente para los toledanos, ninguna corporación municipal ha dado desde entonces continuidad al perfil de coordinador cultural).

Durante este periodo no decayó su compromiso con las artes plásticas. Fue miembro fundador del Círculo de Arte y llegó a presidir esta nutrida asociación cultural, al frente de la cual sucedió a Fernando Barredo de Valenzuela. En su sede de la iglesia de San Vicente programaba periódicamente tertulias culturales junto a Antonio Casado y Pedro Pablo Salvador Hernández. Junto a la gestión cultural y las exposiciones tuvo tiempo también para estudiar Antropología, disciplina en la que se graduó por la Universidad de Castilla-La Mancha.

Dos de las personas que trabajaron con él durante sus últimos años al servicio de la ciudad, los exconcejales Fernando Cirujano y Ángel Felpeto, han lamentado profundamente su pérdida. También innumerables representantes del mundo de la música, las artes escénicas y la pintura, como Eduardo Sánchez Beato, quien a través de las redes sociales recordaba cómo «compartimos ideales, anhelos e ilusiones en otro tiempo mejor». Nosotros lo haremos desde aquí recordando la contracubierta del último número de la revista del Archivo Municipal, Archivo Secreto -en cuya coordinación colaboró hace años-, con el Baño de la Cava representado en restallantes colores por este magnífico pintor.