"Se puede evitar que en España haya un desierto en 30 años"

C.S.Rubio
-

Andrés barbosa, biólogo del Cesic Ci ofreció una conferencia hace unos días en la Biblioteca regional para explicar sus campañas como biólogo en la Antártida y las implicaciones del cambio climático en varias especies de pingüino

"Se puede evitar que en España haya un desierto en 30 años" - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Los pájaros gordos, como dice el significado de los pingüinos, son sus buenos amigos desde hace más de veinte años. El frío no puede con este biólogo que todos los años se calza unas buenas botas para la nieve, ropa térmica y pone rumbo a la Antártida para estudiar  las condiciones de vida de varias especies y su adaptación al cambio climático, ese mal del que tanto se habla desde hace tiempo y con tantos efectos secundarios. La Antártida ofrece temperaturas bajo cero y duras condiciones climatológicas, pero también un paisaje blanco inmaculado de hielo y glaciares, un entorno al que apenas llega la agresión humana. En definitiva, un continente que se presta a la buena ciencia y ofrece a los investigadores tranquilidad y factores propicios para estar durante semanas en las estaciones que llevan años plantadas allí.

Ha regresado recientemente de una nueva expedición a la Antártida. ¿Qué balance hace?

Hemos estado un par de meses, desde finales de diciembre hasta febrero, y nuestra investigación trata de ver los efectos del cambio climático en pingüinos.

Desde hace más de veinte años...

Sí, llevo todos esos años yendo a la Antártida. La primera vez fue en el año 94, estuve unos años sin ir porque me centré en otras investigaciones en otros sitios, pero desde 2002 voy casi todos los años en distintos proyectos. He realizado trece campañas.

¿Qué balance ha dejado esta última campaña? ¿Se observan avances?

Cada proyecto plantea una serie de objetivos, algunos son continuación a la suma de datos y de muestras que nos van dando una cierta visión global, pero también planteamos objetivos nuevos. Actualmente estamos investigando las zonas de alimentación de los pingüinos porque hasta ahora todos los trabajos que se han realizado con especies marinas y pingüinos han sido en sus colonias reproductoras, pero no teníamos ninguna información en el momento en el que los animales dejaban la colonia para irse al mar. No teníamos manera de conocer sus movimientos, pero como se va desarrollando tecnología, que se abarata y resulta más asequible, nos ha permitido instalar unos dispositivos con GPS, que también llevan incorporados pluviómetros y acelerómetros. Se los dejamos puestos cinco días a los pingüinos y queremos ver las zonas de alimentación, la relación que hay con el medio ambiente marino y de qué manera cambiarán en función de los cambios que se vayan dando en el mar por efecto del cambio climático.

También estamos contribuyendo a un esfuerzo internacional para la obtención de la declaración de zonas marinas protegidas en la Antártida. No sólo hay protección en las zonas terrestres, así que se está trabajando en una zona de protección del mar que hasta ahora no se tenía. Por ejemplo, la pesca está permitida y se trata de ver la interacción de los pingüinos y de otras especies con la pesca para determinar zonas de protección y preservarla a fin de evitar conflictos.

Es cierto que los mares de la Antártida no son tan puros y ya existe cierta presencia de tóxicos y contaminantes que pueden afectar a las especies que habitan allí.

Hemos trabajado también sobre la presencia de contaminantes y las relaciones en cuanto a enfermedades y otros factores en los que inciden. Hemos encontrado contaminantes orgánicos persistentes, insecticidas, plaguicidas o retardantes de incendios que se sintetizan en las zonas civilizadas donde vivimos y terminan llegando a la Antártida. Una de las razones de la investigación pasa por tener en la Antártida una zona de referencia donde podamos detectar hasta qué punto el impacto humano en el planeta llega a lugares muy alejados y aislados.

En algunos casos, estos contaminantes tienen unas altas concentraciones, aunque en general no suelen ser muy elevadas. También hemos constatado, aunque ya se conocía en otros sitios, cómo los pingüinos van acumulando la contaminación que se da en los niveles inferiores por la ingesta de peces.

Imagino que también estudiarán con detalle la contaminación ambiental, otro factor a sumar, ya que en la Antártida el aire no es tan puro como se pensaba hace tiempo.

Lógicamente hay que ponerlo en el contexto porque cualquier cosa que suceda allí, afortunadamente, es de menor intensidad que lo que puede suceder aquí. El aire en la Antártida es mucho más puro, pero es cierto que se suele pensar que allí los combustibles fósiles, por ejemplo, no van llegar con lo lejos que está, pero sí se ha visto que llegan, que hay cierta vinculación. También depende de las zonas porque donde nos movemos nosotros hay una cierta cercanía a Sudamérica. Una de las cosas que se ha descubierto es la presencia de DDT, un compuesto insecticida prohibido en muchas parte del mundo y allí hay presencia.

La idea es que todo esto sirva de voz de alarma para plantearnos las cosas, qué magnitud tienen y también para ver su influencia en la fauna que allí viva.

En relación a los pingüinos, ¿hay alguna especie que se adapte mejor que otras al cambio climático?

Estudiamos tres especies, pero dejamos fuera al emperador porque está en zonas inaccesibles y cría en momentos en los que no estamos allí, ya que lo hacen en invierno antártico y las actividades españolas se circunscriben al verano.

De las tres especies restantes, dos de ellas sí que están afectadas negativamente de forma muy intensa, pero la tercera está aumentando las poblaciones y el área de distribución. Se trata de un ejemplo muy claro de lo que se denomina generar especies perdedoras y ganadoras dentro del cambio climático.

La clave está en la alimentación, ya que la mayoría de los depredadores de la Antártida se alimentan de krill, que es una especie de gamba, y ha disminuido en bastante cantidad en las últimas décadas a causa del cambio climático por efecto de reducción del hielo marino que se produce durante el invierno, a pesar de que el hielo en la Antártida se duplica en invierno. Con esta reducción hay menos algas, menos alimento y menos krill e influye en estas especies de pingüinos porque están disminuyendo sus poblaciones. La tercera especie también se alimenta de krill, pero también tiene una alimentación más variada y compensa esas reducciones con otros peces y calamares.

Hace unos días circuló una noticia que informaba de que cada año se derrite en la Tierra la misma cantidad del hielo que cubre los Alpes.  ¿Le preocupa esta situación?

Sí. La cantidad de hielo de la Antártida es muchísimo porque es el 90% de la reserva de agua dulce del planeta y hay que tener en cuenta que no todo el continente está sufriendo los efectos del cambio climático. Está circunscrito a una zona amplia, en la península antártica, pero tres cuartas partes de la Antártida no están sometidas a este calentamiento intenso. Sin embargo, en la zona que sí el 80% de los glaciares tienen una pérdida de hielo superior al 10%. Y año tras año se hace patente ese retroceso. Es agua dulce que va al mar, puede sufrir alteraciones y contribuye al incremento de su nivel, otra de las consecuencias del cambio climático.

No se suele hablar mucho de la actividad turística que tiene la Antártida, pero es cierto que desde el punto de vista científico puede generar cierta problemática por la huella humana en un continente prácticamente dedicado a la ciencia. ¿Cree que debería prohibirse?

Hay visitas turísticas, unas 50.000 personas al año en verano, y se concentran en zonas muy determinadas, en la península antártica, justo en la zona más cercana a Sudamérica, a 1.500 kilómetros más o menos. Evidentemente tiene una incidencia, aunque nosotros los investigadores también a pesar de que se realiza un estudio de evaluación de impacto ambiental de nuestra actividad para corregir y reducirla al mínimo.

La actividad turística está muy regulada a través de una organización internacional que se encarga de ello y es observadora en el Tratado Antártico, con lo que se adhiere a la protección del continente y es bastante celosa para cumplir las normas. Aun así, hay que reconocer que en muchas ocasiones las medidas que se implantan para reducir el impacto van por delante de otras que el mundo científico puede manejar. La industria turística ha sido pionera, por ejemplo, en la desinfección del calzado para evitar la introducción de microorganismos, que al final hemos terminado haciendo todos. Y nadie puede acercarse a menos de diez metros de cualquier animal salvo que sea un científico.

Por tanto, lo de prohibir el turismo es un debate que siempre va a estar ahí. Uno podría decir que para que la Antártida estuviera protegida no tendría que entrar nadie y hay que pensar hasta qué punto merece la pena cuando hay zonas muy protegidas y vedadas a la presencia humana, incluso en algunas sólo podemos ir los científicos.

También está muy regulado lo que tiene que ver con la basura y todo el mundo lo cumple a rajatabla.

¿Cómo se realiza para evitar residuos en la Antártida?

En el caso de los barcos la basura se queda allí y la llevan de vuelta a Sudamérica y la depositan en los sistemas de tratamiento que tienen. Yen las bases científicas hay una parte que se incinera en incineradoras especiales que no provocan emisiones y otra parte de material se guarda en contenedores y se traslada al punto de origen una vez que se sale de la Antártida. Calculo que el 95% de la basura que se genera sale del continente.

Se necesitará una preparación especial para realizar expediciones en la Antártida, dado que las condiciones climatológicas son duras.

Depende de la actividad y de la expedición. Nosotros tenemos bastante movimiento y una actividad física bastante intensa porque nos desplazamos todos los días diez kilómetros entre ida y vuelta para llegar a la pingüinera y estamos más de 8 horas a la intemperie, aunque no hacemos ninguna preparación especial. Somos gente que nos gusta el campo y trabajamos en distintos proyectos y tenemos esa actividad como algo habitual. Lo único es disponer de un buen material técnico y de calidad para soportar esas condiciones. Y si el tiempo empeora mucho no se realizan actividades.

Hay que tener en cuenta en el plano mental que allí no tenemos hospital a pesar de tener un médico y un servicio de tele medicina y asumir esos riesgos, pero es cierto que también somos mucho más conservadores para evitar problemas porque hablamos de un lugar donde llueve, nieva, hace mucho viento y con una sensación térmica baja. También tenemos que pasar una revisión médica bastante intensa antes de ir a la Antártida y es de obligado cumplimiento.

¿Mantienen una buena relación de convivencia los científicos y los militares?

Es buena, sí. El Ejército de Tierra que lleva la gestión de la base Gabriel de Castilla lleva participando en las campañas antárticas desde finales de los años 80, cuando se inició la participación española. En la base a la que habitualmente voy se crea un grupo humano excepcional y la dedicación y el apoyo que dan los militares a las actividades científicas es muy grande. Para nosotros es un lujo porque nos permite concentrarnos en nuestro trabajo porque el resto de cuestiones lo resuelven ellos.

Se habla bastante sobre el cambio climático desde hace años y de posibles medidas para ponerle freno. ¿Realmente es viable darle la vuelta a este escenario?

Siempre hay una tendencia tal y como estamos viendo y según las predicciones hay un cierto pesimismo. Cada año vemos el cambio, no sé si a peor, pero se producen cambios intensos. Hemos tenido un invierno bastante seco y caluroso y todavía quedan por venir inviernos bastante peores. El sistema tiene ya una inercia que difícilmente haría que cambiara de la noche a la mañana y tuviéramos el escenario que teníamos hace 20 o 30 años, incluso a pesar de las medidas que salieron de la reunión de París.

Quizá esta situación podría llevar a pensar en no hacer nada, pero si no se hace todo iría mucho peor. Tenemos que trabajar, y es algo que ya está muy interiorizado por la sociedad, sobre todo, la descarbonización, la reducción de uso de combustibles fósiles, el uso de energías alternativas, la racionalización del consumo energético... Lo que estamos consiguiendo con estas medidas es que en España no haya un desierto de aquí a treinta años porque si no se ponen medidas terminaremos con una situación realmente catastrófica, incluyendo la pérdida de mucho hielo en la Antártida y el aumento del nivel del mar que también puede llegar a ser catastrófico... Ya se han producido migraciones de varios millones de personas en todo el mundo derivadas de fenómenos meteorológicos derivados del cambio climático.

Hablaba de descarbonización, de energías alternativas... ¿Yqué se puede hacer con tanto plástico?

No tiene nada que ver con el cambio climático y tiene otro tipo de consecuencias, incluso en nuestra salud porque estamos ingiriendo microplásticos a través del pescado que comemos. Las cosas nos vuelven como un boomerang. Se trata de otro problema y hasta hace cinco años no se hablaba de los plásticos, pero desde hace dos sí. Uno asume que en la ciudad haya plásticos, pero que en mitad del Pacífico haya unas aglomeraciones de plástico tan grandes como se ha descubierto es lo que da que pensar.

En la Antártida también se están descubriendo microplásticos siendo un sitio lejano y con una actividad humana mínima. Todo ello está generando una conciencia y poco a poco va calando para tener más cuidado. Se va a prohibir el plástico de un solo uso de aquí a dos años y terminaremos cambiando, pero los cambios no ocurren de la noche a la mañana.Yo estoy concienciado y no puedo evitar venir con plástico del supermercado, pero es imposible con el modelo de vida que tenemos cambiarlo ya. Hay que darse unos tiempos, concienciarse y seguir lanzando mensajes para que la ciudadanía tome conciencia y vaya reduciendo una buena parte de los plásticos.

Quizá también de aquí a unos años tengamos al alcance nuevas medidas y está claro que la tecnología tiene que jugar un papel mayor con el aumento del reciclado y la reducción en la fabricación de nuevos plásticos. Estoy seguro de que van a surgir las alternativas y vamos a mejorar aunque sigamos teniendo plásticos, ya que hoy por hoy sería una alteración tan grande que sería imposible eliminarlo porque es un producto barato, resistente y ahora mismo no hay alternativa. Los consumidores somos los que tenemos el cambio en nuestra mano y poco a poco nos iremos adaptando a otros hábitos.