«Hay jóvenes que se creen inmortales y se van de fiesta»

J. Monroy
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«Es verdad que la gente se cansa, todos estamos deseando que esto acabe, pero tenemos muchos fallecidos y no hay bromas»

«Hay jóvenes que se creen inmortales y se van de fiesta» - Foto: David Pérez

¿Cómo recuerda aquellos primeros días de pandemia y confinamiento hace ya un año?

Lo cierto es que cuando empezamos no conocíamos muy bien a qué nos enfrentábamos, y cuando lo vas conociendo, empiezas a ponerle cara en tu entorno, con personas que conoces y van falleciendo, lo que hace todo más doloroso. Luego vienen los distintos decretos a los que nos hemos tenido que adaptar, que tratan de legislar actividades por el bienestar de los ciudadanos, sin saber muy bien dónde te lleva el día a día. No es fácil saber lo que te va a pasar la semana que viene. Tengo la sensación de que estamos contribuyendo a que esto vaya lo mejor posible. Pero estamos viviendo una época que mañana podremos contar, histórica, pero que es dura de vivir, porque estás viendo alrededor cómo le afecta a los ciudadanos, y tienes que convivir a veces con la impotencia y a veces con la incomprensión. Pero es nuestra obligación y lo tenemos claro.

¿Cómo se han tenido que reorganizar los efectivos municipales?

Hemos tenido que desinfectar vehículos o utilizar mascarillas u otro tipo de elementos de protección; hemos aplicado en Policía y Bomberos unos protocolos de protección especiales. Han tenido también que adaptarse a esta situación y alguno de ellos, desgraciadamente, han padecido la enfermedad y lo ha pasado mal. El trabajar en la calle aumenta la probabilidad de contagios y el miedo que cada uno tiene de llevarlo a casa y compartir este virus con la familia, lo que les ha hecho tomar medidas de autoprotección y ser muy cuidadoso. En lo positivo, yo diría que los ciudadanos aprecian hoy más estos servicios públicos que antes de la pandemia. Hoy saben dónde están, para qué sirven, se les ve de otra manera.

Al principio la Policía hacía casi una labor informativa.

Hemos hecho labores de información y prevención. El Ayuntamiento ha tratado de que no se incumplieran las normativas y a la vez repartido mascarillas, nos hemos ido adaptando a lo que en cada momento se nos exigía. Al principio la Policía tenía instrucciones de ayudar, de conscienciar, de colaborar con el ciudadano. No era su intención denunciar a nadie. Normalmente ha preguntado a la gente si no sabía que había toque de queda, no buscaba pillar a quien andaba a deshoras, sino colaborar, concienciar al ciudadano y ayudar. Aunque es verdad que te encuentras también que hay gente que no respeta esta figura de autoridad, que la discute y que nos identifican a todos los que no estamos en su línea de conducta como a alguien que quiere perturbar su bienestar. Nada más lejos de la realidad.

Y mientras habrá seguido el trabajo habitual.

Hemos tenido que hacer el trabajo habitual, pero de una manera no habitual. Por ejemplo, en los autobuses hemos tenido que mantener procesos que permitan a los ciudadanos desplazarse, pero con una serie de restricciones. Unas veces podía ir más gente, otras menos; se ha hecho obligatorio el uso de mascarillas. Hemos tenido que adaptarnos a una situación en la que la ciudad tenía que seguir funcionando. Nos hemos tenido que adaptar y que el Ayuntamiento funcione, si no al 100 por cien, al 90 por lo menos.

Cada lunes nos ha venido contando los incumplimientos del fin de semana. Pero, ¿son en realidad cifras significativas?

Si tengo que hacer una valoración en general, creo que la mayoría de los toledanos respetan las normas. Ochenta o cien denuncias me parece que no son significativas. Si lo son de algo es de que el resto de ciudadanos  tienen claro lo que está pasando, cómo deben colaborar y cómo deben protegerse.

¿Cuál es el tipo de incumplimiento más destacado?

Yo destacaría la inconsciencia de los jóvenes, que a lo mejor se creen que son inmortales y que a ellos no les va pasar nada, y se van de fiesta o de botellón. Parece que a alguno le divierte transgredir las normas y te las discute. Pero al final las normas están buscando la salud de los ciudadanos. Me llama la atención las fiestas en los locales y en los pisos, pero mucho más esas fiestas organizadas multitudinarias, que vemos por televisión, porque en Toledo no se han producido, afortunadamente, o al menos, la Policía no lo ha detectado.

¿No ha habido ninguna destacada en Toledo?

Hubo una con cuarenta y tantas personas con un piso, escondidos en todas partes. Aquella fue quizás la más anecdóticas y la que se salía de los comportamientos más habituales. Pero fuera de eso, creo que no ha habido excesivos incumplimientos de este tipo.

¿Se está notando ya cierto cansancio o cierta relajación con las medidas?

Es verdad que la gente se cansa, todos estamos deseando que esto acabe, y algunos se pueden manifestar con más impaciencia, más deseosos de recuperar la vida normal que teníamos antes. Es lógico, cuanto más tiempo pasa, más se cansa la gente. Pero el mayor problema es también que nos acostumbremos a vivir como si no pasara nada. Sí pasa, tenemos muchos fallecidos, 2,7 millones en el mundo, y en España unas cifras hablan de 70.000, otras de 100.000;en todo caso, muchas personas, y no hay bromas. Hay que afrontarlo con responsabilidad.

Y después de todo, llegó Filomena.

Llegó Filomena y trajo de la mano a la ola de frío, que probablemente ha hecho más daño. Han sido tres o cuatro días de heladas, que han traído servicios que no se han podido prestar, entre ellos, el agua en muchos sitios, o autobuses que no podían salir porque se licuaba el gas. Todo nos debe hacer pensar que frente a la naturaleza significamos pocos. Tenemos que aprender a convivir con ella, no molestarla demasiado y tomarnos en serio el cambio climático.